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sábado, 25 de junio de 2011

la encrucijada del socialismo español (y obrero)

El socialismo, esa ideología que nació en Europa de la filosofía marxista, está muy liado, desorientado, obnubilado, embobado, desnortado, abochornado, ensimismado, despendolado, fané y descangayado, ante la marcha que toma la cosa esa de la política por acá (y por allí, y por allá y por acullá...).

El socialismo español quisiera ser de izquierdas; de hecho, habla en izquierdas en la intimidad. Pero cuando sale a la calle y se junta con otros, éstos le obligan a jugar al juego del centrismo centrípeta, que es una versión beta renovada y revisada del ucedismo de toda la vida de dios.

¡Claro! El socialismo español sabe de sobra —de sobra sabe— que adonde se pescan los peces más gordos y abundantes es en las almadrabas del centro según se mira al frente. Y así estamos. ¿Cómo va a ser socialista el socialismo español (y obrero)? Si además, ya no hay obreros (ni falta que hace). Ahora lo que hay es asalariados o empleados —que tanto monta, monta tanto— por un lado, y por el otro, empleadores o empresarios. Unos que cobran un salario y otros que se lo pagan.

Pero es que don Carlos (al filósofo Marx me refiero), cuando se sacó de la manga aquello del marxismo que luego vino a degenerar en socialismo y luego más tarde en socialismo democrático y más recientemente en socialdemocracia (uhffffffffffff, qué tirón me he tirado sin una puta coma que me deje tomar aire), don Carlos Marx, decía, que no tuvo en cuenta que un día surgiría ese híbrido tan raro de los asalariados que a su vez son accionistas de sus empresas —o de otras— y por eso están muy enterados de lo que se mueve la bolsa y la vida y leen periódicos de páginas de color salmón (con perdón).


En fin, a lo que iba, que me lío más que la pata de un romano y me voy por las ramas como un mono macaco. Que yo decía que el socialismo español no puede ser de izquierdas porque está muy mal visto; la componente mayoritaria del electorado español (y obrero) es el centrismo, que es una variante del apoliticismo neutral-oportunista. Entonces..., ya estamos en el lío. Si se es de izquierdas no se pueden pescar buenos atunes en las almadrabas del centro según se mira al frente.

Entonces, ¿qué hacer? Pues lo que se hace: hacerse de centro. Unas temporadas de centro-izquierda y otras temporadas de centro-derecha. Según...

¡Pero vamos a ver...! (Es que yo me cabreo conmigo mismo) ¡¡¡¿Cómo vamos a ser y a parecer de izquierdas los socialistas?!!!
¿Sabemos lo que queremos?
¿Qué queremos, ganar las elecciones y conquistar el poder o ser de izquierdas y estar siempre en la oposición?
Entonces no nos comeríamos ni un pepino. Ahí, en las almadrabas de la pesca de votos, hay dos grandes buques pesqueros que los dos llevan el rótulo de "VIRGEN DEL MAR DEL CENTRO" y debajo del rótulo, en pequeñito pone "centro-derecha
" o pone "centro-izquierda". Según...
PsoE 


El prototipo del buen socialista español (y obrero) es el ínclito manchego que tú pintaste en rojo ayer. Un señor católico y sentimental; que primero va a misa y luego va de su corazón a sus asuntos; un poquito populista y un poquito meapilas; devoto de Frascuelo y de María y amiguito del alma del cardenal que más mande en Toledo y admirador del franquista FragaIribarne.
¿Se entiende ahora claramente por qué el socialismo español (y obrero) no puede ser de izquierdas? Pues eso.

domingo, 29 de mayo de 2011

policías y rottweiler

No nos engañemos. Muchos blog y comentarios titulan estos días: “así actúa la derecha catalana”.
No; la derecha catalana, no. La derecha a secas, tampoco. La derecha, la izquierda, los extremos, el centro, arriba, abajo y un, dos, tres...

Los cuerpos policiales con muchos energúmenos en sus filas; con actuaciones rayanas en el terrorismo institucional; los policías sedientos de sangre, de palizas a sus empleadores, de no se sabe qué tipo de venganzas, de reacciones personales y airadas por no sé qué ofensas que les hicieron los ciudadanos pacíficos en posesión de todos sus derechos.

No nos engañemos. Esos policías son los mismos que maltrataban con saña y “exceso de celo” a los ciudadanos catalanes cuando teóricamente y oficialmente estaban mandados por el izquierdista catalán Joan Saura i Laporta.

¿Qué pasa? ¿Qué nos está pasando con las policías y las guardiasciviles? ¿No hay otra manera para pastorear al ciudadano díscolo que los palos y las patadas?

Hay que estudiarlo serenamente. Es un fenómeno digno de un profundo estudio.
Pero esa forma de comportarse ante los huelguistas, ante los ciudadanos que se manifiestan pacíficamente y sin armas, no es digna de una democracia. O dicho de otro modo, son los mismos métodos y la misma filosofía de actuación para la defensa de no sé qué esencias rancias e intocables, que la que se aplica en dictaduras de otros países del mundo.

No nos engañemos. En regímenes democráticos con mayúscula, hay que replantear muchas cuestiones de cara a los cuerpos policiales:

■ Con qué criterio se selecciona al aspirante para esos oficios.
■ Qué castigos se aplican a los que se salen del tiesto con sus ciudadanos/empleadores.
■ Qué autoridad y control ejercen sobre ellos sus jefes políticos.

De nada nos sirve el «mal de muchos consuelo de tontos». Porque ya sé yo que en otras democracias europeas (y no mencionemos las americanas) la policía actúa de maneras muy parecidas y a veces con mayor inhumanidad.

Hace falta una profunda reflexión sobre este fenómeno.
En un arranque de generosidad estoy dispuesto a sospechar que sus jefes políticos e incluso sus jefes policiales, no les ordenan taxativamente: “Machacad las cabezas del ciudadano; no os importe con qué, —porrazos, escudazos, patadas, lo que sea—. Actuad con saña y con espíritu de venganza; haceos la cuenta de que el ciudadano, pacífico y desarmado, es un lenguaraz que se ha cagado en vuestra santa madre. La vuestra; la de cada uno de vosotros. No os condoláis; no os blandeéis; no os dejeis vencer por sentimientos humanitarios.”

Quizás lo que pasa es que esos ejemplares de insensibles e inhumanos energúmenos policiales, mucho más cerca del perro rottweiler que de las personas corrientes, le vengan muy bien a todos los dirigentes políticos de todos los regímenes de ídem.

O quizás no. En un arranque de generosidad pudiera yo llegar a creer que son como el monstruo de Frankestein, que aunque su creador está muy arrepentido de su creación se ve incapaz de destruirlo.

Para una DEMOCRACIA REAL YA nos falta muchísimo camino por recorrer y no tenemos las piernas para esas caminatas.

domingo, 23 de enero de 2011

Andrés el anarquista

Andrés era un hombre muy campechano y jovial que en el momento en que le conocí, su edad colaba un poco de los 80 años. Poseía una buena cultura adquirida de forma autodidacta, en los círculos libertarios. Su profesión primera fue la de pastor, como su padre y abuelos. Fue un joven de ideología anarquista, que al iniciarse la guerra civil no dudó ni un segundo en alistarse voluntario a los ejércitos que defendieron a la República, de forma idealista y entusiasta.
Era bajito, moreno y flacucho; feo pero muy simpático y jovial. A partir de su alistamiento como voluntario al 5º Regimiento, destacó enormemente entre sus camaradas de manera involuntaria, a causa de una determinada generosidad con que le había dotado la Naturaleza.

Corrió como un reguero de pólvora, entre todos los milicianos del frente del Jarama y luego del de Brunete, la noticia de aquella diferencia que hacía tan diferente de sus compañeros, al protagonista de esta historia. Fue tan penetrante la noticia, que llegó hasta la retaguardia, allí donde un numeroso grupo de jóvenes libertarias, se ocupaban del hospital y de la intendencia.

Fue tal la fama que adquirió el joven Andrés con su peculiaridad, que casi nadie le conocía por Andrés, sino por el apodo del 31. En muchas de las voluntarias de retaguardia, había un extraño “quiero / no quiero” por saber lo que hubiera de mito o de realidad en relación con el apodo.
Un día en el frente de Brunete, que como consecuencia de una tregua o alto el fuego acordado por los dos bandos, se encontraba la tropa algo relajada y bromeando con la misma cuestión… Andrés, que en aquel día estaba un poco bebido y bastante harto ya de bromitas, chanzas e indirectas, se acercó de improviso a la mesa en donde jugaban al cinquete y bromeaban varios camaradas, y descargó sobre la improvisada mesa de juego un enorme pepinazo, que hizo saltar los naipes y los dineros por los aires y dejó estupefactos y paralizados a todos los presentes.
Después pasó al frente del Jarama
y siguió acompañándole la fama.
Más tarde, en el frente de Brunete
comentaron el caso del cinquete.
Sobre aquella leyenda hacían risas y comentarios las mocitas de un taller de confección de prendas militares, que estaba situado en lo que hoy es La Casa de la Radio y Televisión Española, allá en Prado del Rey, provincia de Pozuelo de Alarcón.

Pasaron ya muchos años y a don Andrés le llegó la senectud. Viudo y anciano fue acogido en la casa de su único hijo. Y un día… ¡ay!, su nuera, sin querer, a través del espejo del cuarto de baño debió ver algo fuera de lo corriente y tuvo la torpeza de comentárselo en secreto a la vecina de más confianza. ¡En qué mala hora lo hiciera! A partir de aquel día en la casa del hijo, no faltaban las visitas de algunas señoras de cierta edad, que con cualquier excusa intentaban hacer amistad con don Andrés a través de su nuera, bajo la tapadera de ir a pedirle una ramita de perejil; una cebolla; un poquito de sal; una tacita de aceite, un diente de ajo; unas hojitas de laurel; un vasito de vinagre; unas cucharaditas de pimentón; …

Aquello era un continuo ir y venir de gentes que argumentaban las cosas más absurdas. Empezaron a ir: vendedoras de artículos de limpieza, de robots de cocina, de potingues de belleza, de vaporettas, de tuperwares, de cacerolas y de ollas a presión; de sartenes que fríen sin aceite, devotas de una religión muy rara; astrólogas, echadoras de cartas, curanderas… ¡¡Yo qué sé!!

El hijo de don Andrés, avergonzado y cabreado, culpaba de todo esto a su esposa, y ella, la pobre, estaba avergonzada, abrumada y desbordada con todo aquel ajetreo pero no sabía cómo cortarlo de raíz.

Las relaciones matrimoniales de la pareja se agriaron por culpa de aquel ajetreo de gente. Tuvo que venir un lamentable suceso para que olvidaran en parte las rencillas y la tirantez, ya que un día, a don Andrés, que ya contaba ochentaytantos años, le tuvieron que hospitalizar. Pero con el paso de los días, se fue recuperando poco a poco, gracias a los esmerados cuidados que le prodigaba una enfermera de aquel hospital.

Un día, la enfermera se puso con él un poco más cariñosa que de costumbre y allí se produjo el drama. El pobre don Andrés no pudo superar la profunda emoción y falleció de forma repentina, quedándole en los labios una plácida sonrisa…, aunque también se le quedó de relieve otra señal más destacada. De este lamentable suceso debió tener noticias el cantautor Javier Krahe y de aquella leyenda hizo esta canción

ayuntamiento de Villaseca de la Sagra

viernes, 10 de diciembre de 2010

la patria, uffffff

Cuando veo colgada la bandera oficial de España en los balcones y ventanas de las casas, en el día del corpus o en los mundiales de fúrbol, no puedo evitar un comentario para mis adentros:
"Mira, ahí vive un facha".
Otras veces suplo lo de "facha" por "franquista" y otras veces lo cambio por "derechoso".
El caso es que cuando veo ondear la bandera española esa, que tiene dos franjas horizontales amarillas en el centro y una franja roja a cada extremo, no me identifico con ese trapo; no me dice nada; no me hace cosquillitas en mis centros, es decir, me produce rechazo, repudio, asco.
Lo siento pero así es, aunque sé que mejor sería sufrirlo en silencio y no escribirlo aquí.

Cuando escucho el himno nacional, o me alejo de donde suena o me tapo los oídos aunque sea simbólicamente. El mismo rechazo que la bandera esa, me produce el himno ese.
Cuando veo a esos seres humanos vestidos de verdeolivo y con un gorro estrafalario y trasnochado, lo mismo me ocurre. En mis adentros se conmueve la viga maestra y mi sangre se pone encabritada. Es un fenómeno similar a lo que me pasa cuando veo a esos otros españoles vestidos de un verde muy parecido, que desembarcan en Málaga todas las semanasantas para portar briosos, altivos e impropios, un símbolo que no pertenece a los funcionarios de un estado afoncesional.

En España hubo una vez una dictadura militar y fascista que lo ocupó todo. Que lo invadió todo. Que lo destruyó todo. Que todo lo creó de nuevo. Que se apoderó de todo lo que no pudo cambiar o destruir. Y aquella dictadura duró mucho, mucho, mucho y se apoderó de los símbolos patrios en régimen de monopolio inacabable.
Yo creo que las dictaduras, si tienen que existir, lo bueno sería que no duraran tanto tiempo como la dictadura franquista y así no se apoderarían en exclusiva de símbolos que pertenecen a todos.
Tanto duró que cuando murió su inventor, dejó huérfanos a cientos de miles de fervientes admiradores que se convirtieron, muy gustosos, en herederos legítimos y entusiastas de aquella dictadura larguísima, y con el pasar de los tiempos, formaron un partido político que lo denominaron "de centro", (PDCP) = partido de centro puro, pero con el correr de los años, sufrió una refundación de donde salió el nombre que tiene en la actualidad: PPT (partido popular de los trabajadores).

Por eso, cuando paso delante de la fachada de uno de esos edificios públicos que tiene en su puerta el eslogan TODO POR LA PATRIA no puedo evitar una interpretación muy mía que viene a se traducida como


   TODO POR LA DEHESA  

En mi fuero interno, no puedo evitar el impulso instintivo de suplir la palabra PATRIA por la palabra DEHESA, en donde, los que están dentro de esos edificios del letrero, los considero los mayorales, capataces, criados, gañanes o tractoristas, y a muchos de los que andamos por las calles, aparentemente libres y sin uniforme, no puedo evitar compararlos con los rebaños ovinos, equinos, bovinos o caprinos de la hipotética dehesa ibérica.

Después de una larga dictadura tan larguísima como algunos españoles sufrimos y padecimos (aunque para algunos ideólogos "de centro" fue un periodo de placidez), al asomarse por la puerta la democracia, ¡¡qué hubiéramos querido...!!, que se disolviera el cuerpo nada benemérito de la guardiacivil; que se desbaratara el cuerpo de La Legión; que se implantara otra bandera, otro himno; etcétera, etcétera, etcétera, etcétera, etcétera, etcétera, etcétera, etcétera, etcétera, ...

Pero eso es mucho pedir, ¿verdad? Para mi gusto, que no creo que sea caprichoso, lo mejor que nos podría haber pasado es que desaparecieran los pilares de la dictadura, tal como desaparecieron en Italia y Alemania. Claro que para eso, el dictador debe ser previamente derrotado y relevado de su cargo. No fue así y ese lastre lo seguiremos llevando cargado por los siglos de los siglos.

Yo siempre pensé que si no hubiera sido porque la democracia nos nació enclenque, sietemesina y asistida por una comadrona franquista, lo que habría que haber hecho era disolver —entre otros— ese cuerpo de la guardia civil y a sus componentes, diseminarlos por el ejército y por las distintas policías del país; pero diseminarlos y disolver ese cuerpo que para mí es todo lo contrario de benemérito. Estuvo demasiado implicado con la dictadura y al igual que la Gestapo en la Alemania democrática de los años cincuenta, no hubiera sido razonable, desde cualquier punto de vista, que esas policías siguieran ejerciendo dentro de un régimen democrático.

¿Qué nos habría parecido que aún siguiera operando dentro de la policía española, la Brigada Político-Social ? Pues el mismo anacronismo será que siga operando la guardiacivil.

Aunque rechazo de plano la pervivencia en democracia de ese oscuro cuerpo mitad militar, mitad policial, vaya por delante mi mayor respeto y consideración para unos seres humanos que por múltiples circunstancias, se ganan su jornal desempañando las tareas que les encomienda el Estado Español.
La jitanjáfora. ¿Qué será, será? Pues si lo quieres saber de verdad, pincha aquí mismo.

martes, 9 de noviembre de 2010

socialistas y católicos

Sí, sí; a mí también me cuesta mucho creerlo pero al parecer, hay socialistas católicos. Dicen que también hay católicos socialistas. ¡¡La repanocha en escabeche!!
Pero..., ¡cómo se puede entender eso!
Peroooo..., vamos a ver..., ¿es que me creerá la gente si digo que soy socialista y al mismo tiempo admiro la idea y la obra de aquel socialista venido a fascista llamado Benito Mussolini?
O, ¿puedo decir sin rubor que soy socialista y al mismo tiempo me confieso ferviente 'devoto' del nazional-socialismo o del falangismo joseantoniano?
¡¡¡Pero cómo se come eso...!!!

En los partidos tradicionalmente de izquierdas existe un número preocupante de afiliados o militantes que dicen ser de ideas socialistas y por devoción religiosa dicen ser católicos. ¡Y no les pasa nada, oiga! ¡¡¡Ay, qué gracia!!!
En España, decirse partidario de la religión católica, equivale a abrazar una ideología de extrema derecha, del estilo del nacionalsindicalismo español, del fascismo italiano o del nazional-socialismo alemán.
No importan los postulados de la religión-matriz (el cristianismo). La ideología política que hoy impregna al catolicismo apostólico romano, la imprimen sus jerarcas. La marca el papa de Roma con su ejemplo; la marca la conferencia episcopal española con esos dos elementos tan destacados y significativos: Rouco Varela y Martínez Camino. (Fascismo católico).
¿Cómo se puede uno confesar abiertamente y sin rubor, que se es socialista y católico? ¿Todavía no nos hemos dado cuenta el daño que las religiones han hecho al progreso de la humanidad?

Si se es socialista, poco católico cabe ser. Si se es católico, poco socialismo les cabe en sus cabecitas a los que tengan esas creencias religiosas. No nos engañemos.

Pero sí; yo sé lo que pasa. En España, la ideología político/religiosa del catolicismo vaticanista es como un gran paraguas protector. Dentro de él, las gentes se cobijan y están muy calentitas, no se mojan. Ser miembro o simplemente simpatizante de la iglesia católica, hoy por hoy prestigia a las gentes. Prestigia a las gentes de la derecha, pero también prestigia a las gentes autodenominadas "de izquierdas". No les pasa nada por decir que militan en el PSOE, en el PCE, en IU, en... etcétera, etcétera, etcétera, y que van a misa todos los domingos y algunos de ellos hasta se tragan la ostia. ¡Eso es la reostia!
No es raro, encontrar a destacados políticos de la izquierda (alcaldes, concejales, diputados provinciales, regionales, nacionales), senadores, etc., que son miembros de algunas cofradías religiosas y en Semana Santa desfilan con todo descaro en las procesiones callejeras. ¡Qué, que no?

En otros tiempos ya lejanos —por la II República y anterior a ella— no era fácil encontrar a gentes de izquierdas que confesaran esa dualidad ideológica tan contradictoria. Si tenían esas creencias religiosas, se cuidaban muy mucho de no confesarlas. Si alguien se le hubiera ocurrido tal confesión, hubiera sido corrido a gorrazos por las principales calles de su pueblo.
Pero hoy no; hoy ocurre todo lo contrario. Parece que se prestigia el militante de izquierdas; parece que sube puntos en su ranking político cuando se confiesa devoto de la internacional vaticanista.
Y es que aquí parece ser que pasa algo parecido a lo de aquel chiste:

—¡Señora Fulana, que su hija está en la catequesis!
—Déjala, que mientras esté ahí no está haciendo nada malo.


¡Claro! Estar vinculado con la ideología católica en algunas de sus facetas, a casi todos les parece que no es peligroso. Eso es lo que digo yo con el símil del paraguas: La gente se siente muy protegida y prestigiada socialmente, si se cobijan debajo del paraguas del catolicismo español. Otro gallo les cantaría a los de izquierdas que se dicen católicos, si el común de la gente tuviera claro que el catolicismo vaticanista español, es una ideología política de derechas muy extremas.

Cuando alguien ataca a esos contradictorios izquierdistas, por su incomprensible dualismo ideológico (o acomodaticio), dan un giro de 105 grados, y dicen: "No; no he dicho que yo sea un socialista católico. Yo lo que dije (donde dije diego) es que soy un socialista cristiano. Que no es lo mismo".
¡Ah, claro! No es lo mismo.
Esta confesión la viene practicando últimamente el ínclito Pepe Bono. Hace años decía ser un socialista católico; como ha visto que nos hemos dado cuenta de que decir católico es decir vaticanista y decir vaticanista es tanto como decir ultra-derechista, ha suavizado el discurso y ahora se confiesa socialista y cristiano. En el fondo, él cree que lo cristiano contiene menos pólvora que lo católico, (¿?¿)...

No es lo mismo porque se nos ha hecho creer que el cristianismo es una religión más a la izquierda que el catolicismo. O si lo queremos decir a la inversa, el cristianismo es menos de extrema derecha que el catolicismo.
El uno nació en la antigua Palestina, como derivación o segregación de la ideología judía, y el otro nació en la Roma poderosa bajo las bendiciones del emperador Constantino y más tarde de Benito Musolini.
¡Claro, claro! ¿O no...?

El catolicismo tiene una peor aceptación y encaje, entre las minorías izquierdistas que el que tiene el cristianismo sin apellidos. Digamos que "se vende peor".
Por ahí se oye decir a mucho izquierdista folklórico, que Jesucristo fue el primer comunista de la historia. (Esto te lo dicen algunos de la órbita comunista). Pero es también frecuente oír decir a otros de la órbita socialdemócrata, que "Jesucristo fue el primer socialista de la historia". [Já, já, já y después... Já].
Claro que tonterías de esas las he oído decir también sobre José Antonio Primo de Rivera.

Yo creo que Jesucristo es un invento de la Biblia: "El cuento de los cuentos".
Ahí pasó lo que podría pasarle a Don Quijote. Al singular manchego, le metes 2000 años de por medio, le escribes libros de relatos de sus andanzas y hazañas por medio de pseudo-historiadores, y al cabo del tiempo resultará que Don Quijote fue un santo manchego que dedicó su vida a desfacer entuertos, a perseguir malandrines, a luchar contra la injusticia y a proteger a viudas, huérfanos y menesterosos.

Uno de los principales ideólogos de las corrientes ideológicas de la izquierda, dijo un día —y dijo muy bien Carlos Marx— que la religión es el opio del pueblo.
Pero en una sociedad en la que el opio, la morfina, la cocaína, la heroína, el tabaco y la marihuana, no están muy mal vistos, tampoco tiene por qué estar mal vista la religión católica. ¿A que no?

La religión, para la gente de derechas, claro que no está mal vista. Es consustancial una con la otra. Lo que se me hace más cuesta arriba de entender es el binomio imposible izquierdismo/catolicismo. Eso no me lo trago ni acompañándolo con un litro de buen vino de La Mancha.
Pero hay algunos de esos que me discuten este razonamiento; que me lo intentan tirar por tierra. Sospecho que serán de los que quieren hacer valer el maridaje socialismo/catolicismo. Me tildan de ultra-exigente, de puntilloso y de etiquetador utópico.

Yo sé que partidos como el PSOE, que tiene la vocación o la táctica de ser partidos de masas, no pueden andarse con muchos remilgos y tiene que contemplar dentro de su espectro a militantes, simpatizantes y votantes dentro de un amplio abanico que va desde los socialistas de verdad, de verdad, —o sea, socialistas de izquierdas— hasta los de derechas más o menos ultras o moderadas.
No olvidando a los "centristas", equidistantes y "apolíticos", que son una aplastante mayoría.


Esto... lo encajo de mejor o peor talante. Lo que no encajaré nunca son a esos ínclitos «socialistas» que sin esconderse de nadie proclaman a los cuatro vientos su ideología de «católicos», como son Pepe Bono, Juan Alberto Belloch y Paco Vázquez. (Pongo un minúsculo ejemplo, por no ir más lejos).

Si no se pone coto a ese absurdo fenómeno de las ideologías, no tardando mucho, los ateos-izquierdistas que queden en el seno de los partidos de izquierdas, serán corridos a gorrazos o, por lo menos, aparcados en un rinconcito a modo de corriente ideológica del estilo de Izquierda Socialista.
Y si no, ¡al tiempo...!
    fachada de la Diputación Provincial de Toledo  

lunes, 26 de julio de 2010

el carné socialista

Yo soy un socialista sin carné.
—¿Por qué?
—No sé. Bien pudiera militar en el PsoE ya que es el único partido del que me siento más cercano en todo momento. En unos momentos más cercano que en otros, bien es verdad.

En los partidos políticos, al igual que en las trincheras de contiendas bélicas, suele ocurrir que en plena refriega de tiroteos, te llega una bala que no te explicas de dónde salió y si no te mata, te deja secuelas. Alguna bala me pasó silvando a mí y no me venía del frente, sino de detrás de la oreja.
Qué bien dice quien dice que en la escala de relaciones entre los humanos, existen las siguientes categorías: Amigos, rivales, enemigos y compañeros de partido.

Además, en los partidos políticos —al menos, en el que más cerca está de mis ideas— suele suceder demasiado a menudo, que a la hora de dar un carguito a alguien, se lo otorgan de mejor gana al que acaba de llegar al partido —o incluso al que todavía no ha abandonado el suyo propio—, que al que lleva 30 años militando en él.

El ejemplo más contundente que me viene a la mano es el carguito de Rosa Aguilar. Mira tú si no habría militantes socialistas en Andalucía, (buenos, malos y regulares) con lo inmensamente grande que es Andalucía —en todos los sentidos—, para haber pasado olímpicamente de entregar ese carguito de Consejero de Obras Públicas a uno de esos miles de socialistas que llevan 30 años —o más— afiliados al partido.
¿Es que no habrá ningún socialista andaluz que reúna —al menos— los mismos puntos en su álbum que los que reunía Rosa Aguilar en el suyo?

Esto me parece muy parecido a esa tropa de militares que —en plena contienda bélica— acaban de perder a su capitán y para cubrir la plaza se la dan a un tenientillo que acaba de desertar de la trinchera enemiga.
¡¡Mejor aún!! Para que el paralelismo sea más paralelo, ...le hacen capitán de la tropa a un teniente de la trinchera enemiga que le ha tentado la idea de ser ascendido a capitán en la trinchera de enfrente.
Y mira que en tal hipótesis (la bélica, me refiero) había un par o tres de tenientitos que prometían y se hacían muchas ilusiones con ser ascendidos a capitán.

Bueno, dejemos los símiles que sirven para poco.
Hay gentes chuminosas y estrafalarias que lo dicen de manera más tajante e intolerante: "Todas las comparaciones son odiosas".
Para mí, lo único odioso —o por lo menos, criticable o cuestionable— es el invento de esa odiosa frase y todos los que la repiten como loros inconscientemente. Todas las comparaciones son necesarias y unas comparaciones son más atinadas que otras pero..., ¡¡Qué sería de la humanidad si no se hicieran comparaciones? ¿Cómo se obtienen los puntos de referencia?

Bueno, a lo que íbamos. Que no es muy atinada la comparanza; ahora me doy cuenta bien.
Yo, a Rosa Aguilar ni a ninguno de Izquierda Unida, nunca he considerado como enemigos del socialismo; ni siquiera del PsoE. Aunque comprendo que de esta materia habría que hablar largo y tendido. Pero esa forma de pasar a militar en la órbita socialdemócrata andaluza me ha parecido un poco rocambolesco. No es nada más ni nada menos.

—¿Por qué hacen en los partidos esas maniobras los que las hacen?
—Para debilitar al enemigo.
—¡¡Y dale...!! Pero....., ¿no hemos quedado que socialdemócratas e izquierdistasunidos no somos enemigos?
—Y eso, ¿quién lo asegura?
—...Bueno, ejem ejem, en fin, no sé... ¡Yo, por ejemplo!
—¡Tú no eres nadie! No, es decir: Tú eres un Don Nadie.
—¡Hombre, muchas gracias!

Ahora se avecinan unas confecciones de listas electorales. ¿Cómo las elaborarán en los diferentes partidos?

La Constitución Española en su artículo 6 dice lo siguiente:

Los partidos políticos expresan el pluralismo político, concurren a la formación y manifestación de la voluntad popular y son instrumento fundamental para la participación política. Su creación y el ejercicio de su actividad son libres dentro del respeto a la Constitución y a la ley. Su estructura interna y funcionamiento deberán ser democráticos.

Pero a nadie extrañe que este artículo se lo salten a la torera como se saltan otros muchos.

Bueno que... eso... que los militantes de los partidos —al menos los del PsoE— estáis para pegar carteles y repartir propaganda en las campañas electorales. Los carguitos políticos... si no hay por ahí ninguno dispuesto a desertar de sus posiciones partidarias... pues... a lo mejor os cae a alguno de los socialistas con carné. ¡Hala!

Seguiremos hablando del gobierno de este partido.  De si aceptan que Tomás Gómez encabece la lista por Madrid o si se debieran hacer unas elecciones primarias dentro del PSM y de otros entramados del mismo partido para confeccionar listas. De cómo encarar lo de la elaboración de listas electorales dentro de los partidos, de manera democrática y no dedocrática. En fin... de lo que hagan y cómo lo hagan todos los partidos políticos, me importa un poquito pero lo que más me importa es cómo lo haga el PsoE.

sábado, 21 de marzo de 2009

El izquierdismo

SER DE IZQUIERDAS

Yo aspiro a ser de izquierdas; quisiera ser un buen izquierdista… pero…

  ¿Qué es ser de izquierdas?  

El ser humano tiene una tendencia natural a ser de derechas. O sea, a ser egoísta, individualista, avaricioso, insolidario, falso, discriminador, embustero, racista, embaucador...
—Tendencia natural, ¿por qué?
—Pues porque ser de izquierdas es muchíííísimo más difícil que ser de derechas; o dicho de otro modo, porque ser de derechas es bastante más sencillo, por lo tanto, es una tendencia más primaria, natural o genérica.

 Para ser de izquierdas hay que vencer esas tendencias de lo fácil y lo cómodo y posicionarse en la trinchera contraria. Eso es lo difícil. Nos hacemos de izquierdas por dos principales razones: Porque se está muy oprimido y humillado por la supremacía de las derechas poderosas, o porque nos viene ese impulso por la vía del raciocinio y la reflexión. Ésta última es la opción más meritoria y genuina.

 Ser de izquierdas es ser solidario con los de tu clase social y no traicionar a los compañeros; es no ser egoísta ni individualista; es ser internacionalista que es lo contrario de ser un ultra-patriota levantador de fronteras y de enfrentamientos entre los pueblos. Ser un buen izquierdista es apartarse de toda creencia sin fundamento como la religión, la superstición y todas esas engañifas y supercherías que inventan los predicadores y embaucadores.
Ser de izquierdas está reñido con todas las variantes de la discriminación. Ser de izquierdas es no ser racista ni xenófobo ni machista ni esquirol...

Ser de izquierdas consiste en hacer y no en decir.

Ser de izquierdas no es una forma de vestir, ni una barba ni unas alpargatas; no se es de izquierdas por tener un empleo precario y un salario ínfimo. Tal vez, que una persona con dinero sea de izquierdas, tiene más mérito porque es capaz de arriesgar lo que tiene por un mundo mejor. Hay que recordar que los que generan las corrientes ideológicas no tienen hambre. Con hambre es imposible pensar.
Se puede vivir bien y ser de izquierdas. Se puede vivir bien y aparentar ser de izquierdas. Se puede vivir mísera o pobremente y votar a las derechas y dedicarse a joder al prójimo...

 Ser de izquierdas es una actitud ante la vida; es una forma de ser inconformista; es una forma de ver la sociedad que nos rodea. Desde luego, no son de izquierdas esos "izquierdistas de salón" que intentan trepar a lo más alto. ¡Qué bonito es autodenominarse de izquierdas pero al alcanzar un punto en tu carrera, (política, profesional o personal) transformarte en un trepador / jodecompañeros / insolidario / avaricioso.
En definitiva, ser de izquierdas está muy emparentado con ser una buena persona, en la más amplia extensión de la palabra. O como dijo Antonio Machado:

"Soy, en el buen sentido de la palabra, bueno"
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Estoy harto de disfraces de progre, de poses de progre que esconden a auténticos derechosillos. Me merece más respeto alguien de derechas que lo confiesa abiertamente, que un hipotético izquierdista que lo único que busca realmente es encaramarse a lo más alto y trepar a cualquier precio. Ser de izquierdas es vivir en coherencia con conceptos como solidaridad, compañerismo, lealtad, humanismo, lucha desde la no violencia... Para simplificar mucho: La caridad es de derechas; la justicia social es de izquierdas. 

Cualquier persona, sea del partido que sea, si intenta tapar las torpezas, errores o cabronadas de su partido o sus gentes, con falacias y cinismo, no falla: ES DE DERECHAS.
 Por el contrario, cualquier persona, sea de la ideología que sea, si no intenta tapar las torpezas, errores o cabronadas de su partido y de sus gentes, y sólo busca y defiende la verdad y la justicia: ES DE IZQUIERDAS.
Por eso, en los partidos autodenominados 'de izquierdas' existe un alto porcentaje de personas que a poco que se las rasque un poquito por encima, aparecen con un ramalazo de derechas muy marcado.

Un ejemplo paradigmático de esto que digo es el caso del ínclito Pepe Bono. Él dice que es católico y socialista a la vez (?). No sé si hay que entender que puedan existir los socialistas de derechas (?), pero parece ser que el PSOE actual se ha convertido en la nueva ucedé y su abanico de militantes, simpatizantes y votantes está tan abierto que caben desde los socialistas de verdad, de verdad, hasta los de derechas más o menos moderadas.
Lo que yo creo que le caracteriza más que nada al destacado manchego, es que se trata de un populista acomodaticio, trepa y avispado. (De esos abundan bastantes en la política o quizás es el fenómeno político el que los atrae y congrega). Son de esa madera de individuos que en aquella Unión Soviética hubieran sido unos comunistas del copón y dentro del imperio vaticanista serían más carcas que el mismísimo Papa.

Un mal izquierdista, con carné de izquierdista y teorías de izquierdista, sea quien sea, es el que en su hogar o en su lugar de trabajo, tiene sojuzgadas a las mujeres y está convencido de que están varios peldaños por bajo del varón.
Pero hay muchas formas de ser de izquierdas; tantas como las de ser de derechas, ¡claro está!
Trazar la frontera nítida entre uno y otro concepto ideológico, es prácticamente imposible. De ahí que queda "una tierra de nadie" en donde mucha gente se confiesa con orgullo ser de centro. A estos, algunos los definen como tibios o equidistantes. Todas las personas hacemos actos típicamente de derechas o de izquierdas aunque mayoritariamente estemos en el lado contrario, respectivamente.

Para la obtención del carné de izquierdista hay que examinar al aspirante para ver si tiene una ligera idea de lo que supone y le obliga ser de izquierdas.
Después, una vez obtenido ese carné, se le asignará un total de 12 puntos, que podrán restarse cuando el izquierdista se pase en algunos preceptos elementales a cumplimentar por todo buen izquierdista. Habrá que restarle puntos si comete alguna de estas desviaciones:


■ Por creer en adivinos, cartomantes, astrólogos y demás embaucadores, por practicar o creer en alguna religión, se le restará 1 punto. (Si se trata de la ultraderechista y todopoderosa Religión Vaticanista, serán 2 puntos).
■ Por ser partidario defensor de las torturas públicas de toros (mal llamado fiesta nacional), u otros animales (llamado tradiciones), 1 punto menos de izquierdista.
■ Por ser un forofo o estar muy pillado del nuevo opio del pueblo (el fúrbol comercial alienador de la masa), se le quitará 1 punto que podrá recuperar siempre que acredite ser un buen practicante del fúrbol (u otro deporte) en su barrio o pueblo.
■ Por ser partidario de la monarquía hereditaria, ornamental y fatua que campa en España, se le restará 1 punto. Si el izquierdista asegura que se inclina más por la república pero que se declara juancarlista, solamente se le restarán 9 décimas de punto.
■ Por abusar de sus empleados (si es empleador) o por emplear mucho cuento con eso de las bajas médicas y lo del absentismo laboral, si es asalariado, se le restará 1 punto.
■ Por gastar el 90% de su tiempo de ocio en bares y tabernas
(*), máquinas tragaperras y juegos de azar, se le restará 1 punto del carné de izquierdista. Si justifica que el 10% del tiempo restante, lo emplea en la lectura de libros, periódicos, o en dialogar con su pareja sentimental, con sus padres o con sus hijos, se le podrá levantar el arresto.
(*) El socialista Pablo Iglesias dijo una vez: "Las tabernas son lugares de embrutecimiento de la clase obrera".
■ Si el izquierdista se detecta que tiene algún tipo de ultra-nacionalismo (español, vasco, catalán, gallego, ...), se le restará 1 punto.
■ Si el izquierdista es un paletillo pueblerino que rechaza por «forasteros» a los nacidos fuera de su barrio, ciudad, región, o rechaza por extranjeros a los nacidos fuera de su país, se le restará 1 punto de su carné. En definitiva, si el izquierdista no ha entendido bien lo que obliga el artículo 2.1 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y si no lo pone en práctica, se tiene bien merecida esa merma de puntos en su carné.
■ Al que tiene a sus hijos inscritos en la catequesis escolar, se le restará 1 punto. Lo mismo le sucederá a todo aquel que se case por lo religioso o en la declaración de la renta opte por regalar el 0,7% al poderosísimo Imperio Vaticano.

Según se puede apreciar, ser de izquierdas es muuuuuuuuuuuuuuuy difícil y sacrificado. Todo izquierdista que se crea ser un buen izquierdista, cuando menos, tendrá la merma de algún puntito en su carné de izquierdista. Es rarísimo toparse en la vida con izquierdistas que tengan los 12 puntos intactos.
Hay por ahí mucho “izquierdista oficial” con una alta carencia de puntos en su carné. No sería nada exagerado si les denominamos seudoizquierdistas.

En esos partidos autodenominados de izquierdas (PSOE, PCE, IU, ERC, …) hay mucho seudoizquierdista alojado. Es natural.
A la dificultad real de ser de izquierdas, hay que añadir el hecho de que esos partidos no hacen un examen de ingreso para sus aspirantes. Les conceden el carné a las primeras de cambio, ya que no les interesa poner ninguna dificultad al ingreso de todo aquel que se quiera afiliar. Los partidos no actúan como una secta masónica, pero eso hace que en la práctica, haya mucho seudoizquierdista cobijado dentro de los partidos típicos de la izquierda. No se puede pedir más…, ¿o sí?

Si los izquierdistas vamos a misa los domingos (aunque sólo sea por lucir el traje que nos acabamos de comprar); si los izquierdistas somos aficionados a las corridas de toros; si los domingos, lo más importante que hacemos, para llenar el tiempo libre es empaparnos de fúrbol; si los izquierdistas somos cofrades de alguna cofradía de semana santa, por aquello de mantener las tradiciones, si le estamos muy agradecidos a Juan Carlos Borbón y Borbón por salvar la democracia el 24-2-1981; si..., etcétera, etcétera, etcétera... ¿Qué nos quedaría, realmente, de verdadero izquierdismo a los "izquierdistas"?

Estoy perplejo; es algo que —confieso— me ocupa y me preocupa en estos sesentones años.
A la vista de lo que veo, me pregunto con harta insistencia: Peroooo..., realmente..., ¿qué es ser de izquierdas?
Y, ¡claro!, yo mismo me lo tengo que responder: En muchos de los casos prácticos que veo en militantes más o menos destacados de partidos de izquierdas, ser de izquierdas es un deseo, una aspiración, una quimera, una meta inalcanzable por llegar a alcanzar, una especie de devoción de esas de "haz lo que te predico y no lo que yo hago"; algo que no podemos ser pero que intentamos aparentar y a veces, con escasos o nulos resultados.

Esto mío es una entelequia, lo sé. Pero como ser de izquierdas, aceptablemente de izquierdas, resulta tan difícil y sacrificado en la práctica del día a día, podríamos establecer niveles a manera de los oficios o las profesiones. Yo creo que a muchos que se dicen de izquierdas e incluso ellos se lo creen a 'pie juntillas', más bien habría que aplicarles la etiqueta de aspirantes, becarios, aprendices o pinches de izquierdista.
Si muchos de los ministros de izquierdas, hacen cosas que harían idénticamente los correspondientes ministros de los partidos de derechas, más nos valdría al total de los españoles que cada cuatro años se lanzara una moneda al aire a ver a quién le tocaba habitar el Palacio de La Moncloa por ese cuatrienal periodo.
Gobernar con un tinte de izquierdismo, es sacar a las masas de su alienación mental; de su santa incultura, alimentada por muchos siglos de predicadores, farsantes y embaucadores. De eso saben mucho los poderes vaticanistas incrustados desde siempre y hasta el presente, en los entresijos del Estado Español.

Los tres pilares principales en donde se asienta el buen izquierdista es: el internacionalismo, el republicanismo democrático y el ateísmo.
Todo lo que no sea eso, son sucedáneos, ganas de marear la perdiz y de dar gato por liebre.