viernes, 10 de diciembre de 2010

la patria, uffffff

Cuando veo colgada la bandera oficial de España en los balcones y ventanas de las casas, en el día del corpus o en los mundiales de fúrbol, no puedo evitar un comentario para mis adentros:
"Mira, ahí vive un facha".
Otras veces suplo lo de "facha" por "franquista" y otras veces lo cambio por "derechoso".
El caso es que cuando veo ondear la bandera española esa, que tiene dos franjas horizontales amarillas en el centro y una franja roja a cada extremo, no me identifico con ese trapo; no me dice nada; no me hace cosquillitas en mis centros, es decir, me produce rechazo, repudio, asco.
Lo siento pero así es, aunque sé que mejor sería sufrirlo en silencio y no escribirlo aquí.

Cuando escucho el himno nacional, o me alejo de donde suena o me tapo los oídos aunque sea simbólicamente. El mismo rechazo que la bandera esa, me produce el himno ese.
Cuando veo a esos seres humanos vestidos de verdeolivo y con un gorro estrafalario y trasnochado, lo mismo me ocurre. En mis adentros se conmueve la viga maestra y mi sangre se pone encabritada. Es un fenómeno similar a lo que me pasa cuando veo a esos otros españoles vestidos de un verde muy parecido, que desembarcan en Málaga todas las semanasantas para portar briosos, altivos e impropios, un símbolo que no pertenece a los funcionarios de un estado afoncesional.

En España hubo una vez una dictadura militar y fascista que lo ocupó todo. Que lo invadió todo. Que lo destruyó todo. Que todo lo creó de nuevo. Que se apoderó de todo lo que no pudo cambiar o destruir. Y aquella dictadura duró mucho, mucho, mucho y se apoderó de los símbolos patrios en régimen de monopolio inacabable.
Yo creo que las dictaduras, si tienen que existir, lo bueno sería que no duraran tanto tiempo como la dictadura franquista y así no se apoderarían en exclusiva de símbolos que pertenecen a todos.
Tanto duró que cuando murió su inventor, dejó huérfanos a cientos de miles de fervientes admiradores que se convirtieron, muy gustosos, en herederos legítimos y entusiastas de aquella dictadura larguísima, y con el pasar de los tiempos, formaron un partido político que lo denominaron "de centro", (PDCP) = partido de centro puro, pero con el correr de los años, sufrió una refundación de donde salió el nombre que tiene en la actualidad: PPT (partido popular de los trabajadores).

Por eso, cuando paso delante de la fachada de uno de esos edificios públicos que tiene en su puerta el eslogan TODO POR LA PATRIA no puedo evitar una interpretación muy mía que viene a se traducida como


   TODO POR LA DEHESA  

En mi fuero interno, no puedo evitar el impulso instintivo de suplir la palabra PATRIA por la palabra DEHESA, en donde, los que están dentro de esos edificios del letrero, los considero los mayorales, capataces, criados, gañanes o tractoristas, y a muchos de los que andamos por las calles, aparentemente libres y sin uniforme, no puedo evitar compararlos con los rebaños ovinos, equinos, bovinos o caprinos de la hipotética dehesa ibérica.

Después de una larga dictadura tan larguísima como algunos españoles sufrimos y padecimos (aunque para algunos ideólogos "de centro" fue un periodo de placidez), al asomarse por la puerta la democracia, ¡¡qué hubiéramos querido...!!, que se disolviera el cuerpo nada benemérito de la guardiacivil; que se desbaratara el cuerpo de La Legión; que se implantara otra bandera, otro himno; etcétera, etcétera, etcétera, etcétera, etcétera, etcétera, etcétera, etcétera, etcétera, ...

Pero eso es mucho pedir, ¿verdad? Para mi gusto, que no creo que sea caprichoso, lo mejor que nos podría haber pasado es que desaparecieran los pilares de la dictadura, tal como desaparecieron en Italia y Alemania. Claro que para eso, el dictador debe ser previamente derrotado y relevado de su cargo. No fue así y ese lastre lo seguiremos llevando cargado por los siglos de los siglos.

Yo siempre pensé que si no hubiera sido porque la democracia nos nació enclenque, sietemesina y asistida por una comadrona franquista, lo que habría que haber hecho era disolver —entre otros— ese cuerpo de la guardia civil y a sus componentes, diseminarlos por el ejército y por las distintas policías del país; pero diseminarlos y disolver ese cuerpo que para mí es todo lo contrario de benemérito. Estuvo demasiado implicado con la dictadura y al igual que la Gestapo en la Alemania democrática de los años cincuenta, no hubiera sido razonable, desde cualquier punto de vista, que esas policías siguieran ejerciendo dentro de un régimen democrático.

¿Qué nos habría parecido que aún siguiera operando dentro de la policía española, la Brigada Político-Social ? Pues el mismo anacronismo será que siga operando la guardiacivil.

Aunque rechazo de plano la pervivencia en democracia de ese oscuro cuerpo mitad militar, mitad policial, vaya por delante mi mayor respeto y consideración para unos seres humanos que por múltiples circunstancias, se ganan su jornal desempañando las tareas que les encomienda el Estado Español.
La jitanjáfora. ¿Qué será, será? Pues si lo quieres saber de verdad, pincha aquí mismo.

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