regreso al presente

¡Uf! Acabo de venir del futuro. Era el año 2045. ¡Qué raro, ¿no?!

Harto ya de estar harto de oír las noticias políticas sobre este país —antes llamado España— , ayer estaba yo viendo la tele sin prestarle atención y me puse a juguetear con el mando a distancia. Debí tocar al azar esos tres botones que casi nadie sabe para qué sirven, con tan rara combinación de teclas y cadencias que… no sé, no sé; aun no me lo explico… ¿qué me pudo ocurrir…? El caso es que de pronto se me fue la imagen y la tele no reaccionaba ante ningún botón del teclado; la pantalla se fue poniendo cada vez más negra, negrísima.

Pulsé todos los botones de mil maneras, pero nada. No salía ninguna emisora. No salía, ni tan siquiera TeleToledo. ¡Qué bárbaro! Y noté que el corazón me latía, ¡cómo me latía! Iría a cien por hora. ¡O más...!
No podía desengancharme de aquella visión.
Visión tan negra, que debió ejercer en mí un raro sortilegio que dominaba mi voluntad y mis músculos; que lo invadía todo, todo.
Así debí estar ¿qué sé yo? Un minutoooo..., ¿una hora…?

Mirando con toda atención, vi que en el centro mismo de la pantalla, apareció un puntito luminoso pequeño, muy pequeño, como una caspita; que poco a poco se fue haciendo un poquito más grande, más grande, muy grande; ¡grandísimo! El chorro de luz blanca que salía de la pantalla lo invadía todo. Y siguió haciéndose más blanco y luminoso; la sala se puso de un blanco chillante. Con los ojos cerrados, aquella luz vivísima atravesaba mis párpados como si siete soles de junio me estuvieran alumbrando al mediodía.

Hasta aquí, este relato de mi extraña visión, creo que será fácilmente creíble para cualquiera. Pero, lo que a continuación me sucedió, no acabo de creérmelo ni yo mismo. Pero lo tengo que contar.
Sin poder separar los párpados, apareció ante mis ojos la visión del cuarto reservado de una chiquilla pre-adolescente, que estaba en esos momentos propios de una jornada escolar, atenta ante la pantalla de lo que en principio me pareció un enorme televisor. No se percató de mi presencia—al parecer—, porque estaba muy ocupada intentando responder a la pregunta que le hacía una especie de tele-tutor-cibernético.

Luego ya, más sereno pero asombrado por todo aquel entorno jamás imaginado por mí, me fijé en un letrero que había en la parte superior de la gran pantalla, que ponía: “Ministerio Interactivo de Educación”. Había más letreros, pero yo no alcancé a leerlos todos, atento como estaba ante la pregunta que había formulado el tele-tutor cibernético, que decía así: “Describe en modo alfa, qué es Espana; sus límites, forma de gobierno e idioma”.
Lo que a continuación había escrito la chiquilla me dejó más pasmado. Era, aproximadamente, esto:

“Espana es una Unidad Federal compuesta por tres autonomías, que son: Castilla, Andalucía y Extremadura. Limita al norte con las siguientes Repúblicas Ibéricas Populares (R.I.P.): La Cántabro-Astur-Leonesa; La Riojanoaragonesa y la Regiak Catolitz Euzkaldún. Al sur, con los Emiratos Árabes de Granada, Marbella y Gibraltar. Al este con las Repúblicas Ibéricas Populares de Catalunya y de Levante; y al oeste con la Confederación Galaico-Portuguesa. La forma de Estado es el Principado, dependiente de la Real Corona de las Repúblicas Ibéricas Populares. El gobierno es ocupado por tres anos, de forma rotativa, a cargo de cada uno de los presidentes de gobierno de las tres autonomías federales. El idioma oficial es el castellano o andaluz o extremeno. Espana es una pedanía de la Federación Ibérica de Naciones (F.I.N.)… ”

Sin apenas comprender nada, de súbito regresé al presente y tan sólo me quedaron fuerzas para emitir, a modo de suspiro:

«¡Ay! Son como niños, van como locos y luego… ¡pasa lo que pasa!».