sábado, 23 de abril de 2011

semana del orgullo dei

Como estamos metidos de lleno en plena "Semana del Orgullo Dei"©, yo también quiero estar a la altura y contribuir con este
Cuento
Érase un país habitado por un pueblo hace muchos, muchísimos años.
En ese país, entre otros, habitaba un pastor propietario de grandes ganados de ovejas churras y merinas, que se llamaba Abraham.
Abraham, pastor de ganado trashumante, nació en Ur de Caldea, en medio de la tierra Palestina.
El tal Abraham, como se aburría mucho cuando apacentaba sus ovejas, un buen día se inventó un cuento. Verás.

Érase que se era que un día Abraham estaba durmiendo la siesta bajo una encina milenaria mientras las ovejitas triscaban fresca hierba aquí y allá, cuando se le apareció Yahvé y le propuso un juego muy raro. Le dijo: «¿A que no tienes coj--- (narices) a coger a tu hijo y sacrificarle en mi honor?».
Conque va el pastor Abraham y le responde: «¿Que no los tengo? Tengo un par de ellos para eso y mucho más».

Conque se va pa su hijo medio mocito, se le lleva al monte con engaños y zarantoñas y cuando estaba a puntito de clavarle el cuchillo en el cuello para degollarle, va y se le aparece un ángel enviado por Yahvé y le dice: «¡Detente Abraham! Ya le has demostrado a mi señor que los tienes bien puestos y en vez de degollar a tu hijo vas a degollar a ese corderillo para que no te quedes con las ganas».
Total, que ya vio Yahvé cómo se las gastaba el pastor, por lo que estableció con él un pacto que incluía su deseo de convertirlo en el origen de su pueblo predilecto y al que le daría en recompensa la tierra de Palestina como posesión perpetua.

Cuando Abraham tenía setenta y cinco años de edad, el mismo Yahvé en persona fue el que le ordenó salir de su tierra para que fuera
«al país que yo te indicaré» y viajaron hasta Canaán donde, en el encinar de Siquem, Yahvé le entregó las escrituras de propiedad de ese país, para él y para toda su descendencia.

Abraham estaba casado con Sara. Cuando la pareja contaba respectivamente 100 y 90 años, por intermedio de Yahvé, Sara concibió un hijo al que pusieron de nombre Isaac.
Isaac se casó a los 40 años con Rebeca, la cual era estéril pero por intermedio de Yahvé, Rebeca, con 60 años parió dos hijos gemelos, a los que pusieron los nombres de Esaú y Jacob.

Cuentan los cuentos que Jacob compró el derecho de la primogentiruta a su hermano Esaú por un plato de lentejas.

Un buen día, Jacob se encontró con un ángel con el cual tuvo que luchar hasta vencerlo. Entonces el ángel le dijo: "Ahora mismito vas a cambiar tu nombre de Jacob por el de Israel; porque has luchado con Yahvé y le has vencido”.
Jacob tuvo doce hijos: Rubén, Simeón, Leví, Judá, Dan, Neftalí, Gad, Aser, Isacar, Zabulón, José y Benjamín. Las 12 tribus de Israel. Hijas sólo tuvo una: Dina.
Pasaron los años y luego vino lo de Moisés que era un niño judío que los egipcios salvaron de morir en el Nilo.

En cierta ocasión, Moisés estaba pastoreando un rebaño de churras y de merinas, cuando vio una zarza que ardía sin consumirse. Se puso a observar más de cerca aquella maravilla, y Yahvé le habló desde la zarza y le dijo que debía liberar a su pueblo predilecto de la esclavitud que estaba padeciendo en Egipto.
Moisés primeramente declaró a Yaveh que él no era el candidato para realizar dicha obra encomendada, dado que al parecer padecía de tartamudez. Yaveh le aseguró que le proporcionaría el apoyo para su obra entregándole las herramientas adecuadas.

Total, que como los egipcios no querían desprenderse por las buenas de la mano de obra barata de los judíos, Moisés no tuvo más remedio que persuadirles con aquello de «Las10 plagas» que Yahvé envió a los egipcios para que dejaran partir a los judíos de Egipto.

El Faraón de Egipto se dio por vencido y dejó salir a los israelitas. Pero luego se arrepintió y los quiso capturar. En esto que vino lo del paso del Mar Rojo. Yahvé hizo que se separaran las aguas y se formara un caminito estrechito por donde pasaron los israelitas, judíos, hebreos... (llámalos como quieras) hacia su destino final en la Tierra Prometida. En esto que cuando fueron a pasar sus perseguidores, los soldados egipcios, Yahvé hizo que se cerrara la brecha y el Mar Rojo volvió a su ser, con lo que murieron ahogados todos los soldados que les perseguían.

Cuentan los cuentos (hace más de 3000 años) que cuando Yahvé concedió la tierra prometida a las “tribus de Israel”, esta tierra ya estaba habitada, por lo que tuvieron que enfrentarse a sus moradores que eran los palestinos. La primera ciudad con la que se encontraron después de salir de Egipto y andar deambulando por el desierto durante 40 años y entrar en la Tierra Prometida fue la poderosa Jericó rica ciudad protegida por grandes murallas que cayeron milagrosamente.
"Jericó" -- cantan The Blue Diamonds

cuando Yahvé le aconsejó a Josué y a su tropa que tocaran unas trompetas y que dieran alpargatazos a las bocas de unos cántaros.  "JERICÓ" --  canta José Guardiola
Como se verá a estas alturas, los israelitas no tuvieron que echar mano de violencia alguna; eran los contrarios los que sucumbían por los designios de Yahvé. ¡Ya ves!
Luego vino aquello de atravesar el desierto del Sinaí. Los israelitas pasaban mucha hambre porque no tenían nada que echarse al estómago. En esto que Yahvé hizo llover maná del cielo. Para que bebieran, Moisés golpeó con su báculo una roca, y empezó a brotar el agua a borbotones. ¡Fíjate! Pasaron muchos años y luego vino lo de David y Goliat. Goliat era un gigante fanfarrón que lideraba el ejército de los palestinos. David era un humilde pastorcillo judío que le derrotó con la pedrada de su honda pastoril. Total, pasaron muchos, muchísimos años y los israelitas, que venían perseguidos por los nazis, se refugiaron en la Tierra Prometida. ¡Claro! ¿Para qué tenían una tierra prometida? Para ocuparla pacíficamente por medio de la valiosa colaboración de Yahvé. (Aquí Yahvé se disfrazó de ONU). Como los palestinos se pusieron un poquito protestones, Yahvé, a petición de los israelitas (su pueblo elegido), les tuvo que enviar un paquete de plagas consistentes en bombardeos, asentamientos campesinos, muro de hormigón, bloqueos y otras cositas por el estilo. Pero como el Imperio Romano era muy pagano, hacía pagar con sangre a los cristianos por practicar su religión favorita hasta que un día (también un buen día), del cristianismo derivó el catolicismo y se asentó en un trocitito de tierra llamado Vaticano, [que en latín significa "el poeta cantó"] que el emperador Contantino Romero regaló a los sufridos cristianos transformados en católicos [que en latín significa "arriba a la derecha"]. Y todo eso —y mucho más— es lo que nos cuenta el cuento de los cuentos = la biblia.
Y colorín colorado, este cuento que dura más de 3000 años, todavía no se ha acabado. Que paséis unos felices días en esta singular "Semana del Orgullo Dei"©. Adiós (o Salú).
sinagoga "La Blanca" (Toledo)

Sinagoga "La Blanca" Toledo

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