domingo, 9 de septiembre de 2012

soy ateo

gracias a dios
Eso dicen que fue Luis Buñuel el que pronunció esta frasecita tan graciosa.
Y no es un disparate ni un juego de palabras. No. Veamos.

Si dios existiera sería un sarcasmo negar su existencia. Pero como no existe y hay mucha gente convencida de su existencia, el que intenta estar lejos —como yo— de esa engañifa, es lógico que diga «soy ateo gracias a dios», que equivale a decir «soy ateo gracias —o por culpa— de ese ser inexistente en el que muchos creéis a pie juntillas»

Dios no existe; es un invento de la imaginación y los miedos de los seres humanos desde la noche de los tiempos, alentada por sus más directos beneficiarios: los clérigos o religiosos de profesión. Y esa idea de un creador todopoderoso acostumbra a ir acompañada de una promesa de premio: la certeza de otra vida que vendrá después de nuestra muerte, la vida eterna o verdadera.

Se hacen aquí muy apropiados los versos del poeta malagueño Manuel Alcántara:
«Cuando se acabe la muerte,
si dicen: ¡A levantarse!,
a mí que no me despierten.
(fragmento de la poesía titulada: "De mí, una guitarra")

Nacemos y morimos como todos los seres vivos de la naturaleza. Nuestro cuerpo es el único cuerpo. Nuestra vida es la única vida. Nos perpetúa nuestra descendencia, la huella de nuestros actos y el recuerdo de quienes nos amaron —u odiaron— en vida.

Las religiones son radicales, violentas, excluyentes, injustas; son el invento de la creación humana que más dolor ha causado a la propia humanidad.
Los creyentes renuncian voluntariamente al ejercicio de la razón esgrimiendo argumentos inspirados en absurdas teorías que provienen de lo no tangible, lo indemostrable, la superstición y la magia. Sin embargo, esos mismos creyentes, en otros terrenos de la existencia, suelen pedir pruebas irrefutables.

Pero siento un enorme respeto con cierta mezcla de compasión, hacia la gente de fe, de buena fe, que tiene la necesidad de aferrarse a esas creencias de lo imposible. Necesitan abrir los ojos para descubrir con claridad toda esa pléyade de sacerdotes, rabinos, chamanes, hechiceros, brujos, nigromantes, hipnotizadores, lamas, astrólogos..., que viven de esas engañifas.

6 comentarios :

Mª Rosa dijo...

No puedo estar más de acuerdo contigo, excepto en lo de la compasión, todas las posturas son respetables y hasta ahí llego, respeto sí, pero no compasión; dijo Marx, las religiones son el opio del pueblo y pienso que el que se adormece con esa adormidera es porque así lo quiere. Hay tanto que decir sobre este tema que me parece interesante tu artículo.

Besitos

Jesús Herrera Peña dijo...

Bueno, vale, de acuerdo María Rosa.
Quizá no sea totalmente adecuado el adjetivo "compasión". Pero lo cierto es que desmoraliza ver tanto creyente mientras que los ateos somos cuatro pelagatos.

Besitos,

censurasigloXXI dijo...

Pues como ya habrás visto en mi blog, somos de la misma corriente alterna... aunque yo me defino como APATEISTA, es decir,"ni sé si existe ni me importa".

Un abrazo y un carajillo de ron negrita.

Antonio Rodriguez dijo...

Las religiones están sustentados solamente en la fe, en el dogma y en el miedo. Miedo al castigo eterno para aquellos que se salen de la interpretación de la jerarquía y de eso se valen las jerarquias para mantenerse en el poder.
Además lo que hay que demostrar es que algo existe, no lo contrario. Simplemente por eso ya es razón sufiente para ser ateo.
Salud, República y Socialismo

Jesús Herrera Peña dijo...

Pues muy bien, Censura. Pero yo creo que con tu frase "ni sé si existe ni me importa" estarás dando un balón de oxígeno a los creyentes.
========================================================
De acuerdo, Antonio. También los hay que eso de ateo les parece muy fuerte y se confiesan "agnósticos". Son esa estirpe de gentes que dicen "yo no creo en los curas pero..., ahí arriba tiene que haber algo".
Já, já y cien veces já...

Salú, República y Socialismo,

Jesús Herrera Peña dijo...

Bueno Marta, sí, estamos de acuerdo. Pero en esto de la fe, las creencias, las religiones..., hay que añadir —bajo mi punto de vista— otro ingrediente más, al menos.
Se trata del prestigio social, la seguridad, la cobertura que da pertenecer a ciertas religiones.
Mira, el catolicismo vaticanero que impera en España es como un partido político; un gran y poderosísimo partido político. Para explicarme, pondría el símil del paraguas. El poderosísimo partido político es como un enorme paraguas protector. Los que se cobijan debajo de él están protegidos de la lluvia de la intemperie. Los que no nos cobijamos debajo de ese paraguas, nos mojamos en cuanto caen cuatro gotas.

Por eso sospecho que no todos los que están cobijados bajo el paraguas catolicovaticanero, son creyentes. Quizá tengan muchas dudas de fe pero se sienten seguros ahí debajo.
Y del prestigio que da en la sociedad meapilera de los españoles pertenecer al paraguas catolicovaticanero, ¡no me digas!
Esto es —mal comparado— como aquella URSS de partido comunista único. Había que tener muchos... (narices) para apartarse del redil soviético y renunciar a ser un comunista más. Nada más.

Besos,

Publicar un comentario

Sólo admito comentarios escritos en cualquiera de los 4 idiomas del Estado Español; en español preferentemente.