viernes, 28 de agosto de 2009

Funcionarios muy especiales


El verano pasado, casi por estas mismas fechas, estaba yo en un lugar de veraneo playero en un lugar paradisíaco de las Islas Canarias.

Por medio del anuncio que llevaba yo en la camiseta, nos dimos a conocer e hicimos amistad con una familia que resultó que también eran de la provincia de Toledo. Bueno, ya se sabe lo que da de sí eso del patriotismo de las patrias chicas. Vinieron las presentaciones y él nos dijo que era funcionario del Estado. Mejor dicho, que ambos eran funcionarios. Así quedó la cosa, pero hicimos mucha amistad por la simple razón de ser todos toledanos en un lugar tan lejano.

Tal amistad hicimos la otra pareja y nosotros, que ya, todas las mañanas nos esperábamos para ir juntos a la playa.

Un día, el niño de la pareja de funcionarios, se le escapó decir a mi hija que su papá es guardiacivil. (Ya se sabe, los niños con su inocencia ultra-sincera). Con el paso de los días, supimos indirectamente también, que la mamá era funcionaria de prisiones.


Hace pocas semanas, refiriendo este curioso episodio con un grupo de amigos, yo les decía: "No entiendo el porqué de ocultar su oficio en estos tiempos a policías y guardiaciviles". A lo que uno de los contertulios añadió: "Eso digo yo; pero esas ocultaciones no se paran ahí. Hace unos veranos coincidí yo en grupo de excursionistas de montaña. Durante los 5 días que duró la convivencia, no logré saber que uno del grupo era sacerdote. Lo supe mucho tiempo después y casi por casualidad". Él en el grupo se nos presentó como maestro de párvulos.

Sí, no sé lo que pasa pero lo cierto es que la gente suele ocultar su verdadero oficio si se trata de militares, guardiaciviles, policías, sacerdotes, funcionarios de prisiones y algún etcétera más.

¿Por qué será? No logro descifrar el enigma.

Ahora que... intento comprender ciertas cositas.

Cuando veo a esos seres humanos vestidos de uniforme azul, con botas de media caña, con casco a la cabeza, la pistola y las "esposas" al cinto; un palo largo y negro en la mano; escogidos y adiestrados para dar palizas a sus semejantes seres humanos cuando se les toca el silbato, me pongo a pensar que si en todo Estado hay un grupo de funcionarios merecedores del título de funcionarios modelo, sin duda alguna, son estas personas que visten de uniforme azul, botas de media caña, casco a la cabeza, pistola y "esposas" al cinto, palo largo y negro en la mano; minuciosamente seleccionados y domados.

Esos funcionarios modelo son los que a veces te tienen derrotado en el suelo, sin posibilidad de escapar, después de una gran carrera de persecución, —quizás herido— y sin embargo te siguen aplicando sus servicios de funcionarios modelo con exceso de celo muchas veces, y desbordante y generosa entrega funcionarial.

Otras veces, te tienen inmovilizado un grupo de dos o más funcionarios modelo, y llega otro compañero y en un excesivo exceso de cumplimiento del deber, mete su palo largo y negro entre los cuerpos de sus compañeros, y te propina un enorme "jinchón" en castigo por algo muy personal que al parecer tiene contra ti.

Esos no te dejan como un gilipollas, a media mañana, esperando a que te renueven el carné de identidad y cosas de esas, por irse a tomar el bocadillo de media mañana o de media tarde. No les he visto abandonar el trabajo, para ir a hacer las compras del día por las tiendas de los alrededores.

Por eso, cuando más de una vez me he quedado con tres cuartas de narices esperando dentro una cola o fila de ciudadanos, para renovar el carné de conducir o el de identidad o haciendo cualquier otra gestión en las oficinas de la administración del Estado y el funcionario que nos estaba atendiendo ha paralizado la cola por irse a tomar el bocadillo de media mañana al bar próximo o para hacer la compra del día por las tiendas de los alrededores, no puedo dejar de acordarme con una rara envidia, de sus otros compañeros, los funcionarios modélicos.

Me lamento de que los funcionarios del DNI, de la Seguridad Social, de la DGT o de los otros organismos de atender al ciudadano, no tengan unos mandos que con silbato o sin silbato, les adiestren y les reeduquen, hasta que se les grabe por dentro de sus cráneos, que el ciudadano que acude a sus oficinas es merecedor del mejor y más correcto trato en atenciones, modales y cumplimiento de horarios por parte de los funcionarios que en teoría son, y en la práctica deberían ser, sus empleados, sus servidores. Esos también son requisitos para llamar moderno a un país moderno.

¡¡Me da una envidia...!!

Pero la reacción del ser humano me temo que siempre será la misma. Parece ser más placentero, de tendencia más natural, pegar desproporcionadamente a un ciudadano que no te ha dado graves motivos personales, que atenderle como merece en sus necesidades y derechos cívicos.

Sí; yo sé que en todo Estado, por muy democrático que sea, tiene que haber esa especie de funcionarios modélicos, que teniendo siempre en lo más alto de sus ideales, servir y proteger a la mayoría de los ciudadanos, defender el orden legal y los derechos ciudadanos, han de hacer algunos trabajillos desagradables (siempre que lo hagan con legalidad y proporcionalidad).

De acuerdo. Pero yo tengo una filosofía que seguramente en ninguna sociedad la lograré implantar, que se irá conmigo a la tumba sin estrenar: "Lo más humillante, lo más grave, lo más degradante para todo ser humano, es que otro más fuerte, más poderoso o mejor armado, le pegue una paliza". Todos deberíamos contribuir a desterrar las palizas; tanto las de padres a hijos, como las de uno fuertemente armado y "autorizado", a otro indefenso. Hay que intentarlo.

Cuando haya que desalojar a un grupo de protestones de los jardines de los Nuevos Ministerios o a un tapón de trabajadores de la puerta de unos grandes almacenes en un día de huelga, se deberían emplear gradualmente una serie de acciones persuasivas, dentro de una sociedad moderna que quiere abolir los castigos corporales. Todo, todo, menos pegar una paliza a un ser humano. Una desigual paliza deja hondas cicatrices en el alma colectiva de los ciudadanos.

Si ya no se pega a los presos en las cárceles, condenados por grandes o pequeños delitos; si no se le da una paliza a un terrorista que se le acaba de coger a las pocas horas de haber cometido un vil asesinato; si hasta el ser más abyecto, más execrable, no es merecedor de la pena de muerte, ni siquiera de cadena perpetua... ¿por qué pegar palizas a ciudadanos libres, indefensos y en posesión de todos sus derechos? ¿No se podría hacer de otra manera esos trabajillos?
Éste es uno de los grandes retos que tienen las sociedades que quieran usar la palabra "democracia" con veracidad.

Tengo la sensación de que desde antes del 1975, un mismo policía que ha cambiado de uniforme varias veces, eso sí, me sigue dando palizas con la misma saña y los mismos métodos, bajo mandatos de Franco, de Adolfo Suárez, de Felipe González, de José Mª Aznar y de J. L. R. Zapatero.
(Siempre nos olvidamos de Calvo-Sotelo. Bueno pues bajo el mandato de ese, también me zurraba el mismo policía con la misma "filosofía").

3 comentarios :

SOMMER dijo...

Yo diría que tienen miedo...
Así es la vida que les ha tocado vivir. Tengo unos cuantos amigos policías Nacionales y Guardias Civiles, y no se fian ni de su madre...

Martín Pescador dijo...

Buena reflexión sobre esa violencia legal que vemos como inevitable y necesaria ( hasta que nos toque a alguno de nosotros o de los nuestros). Es cierto ,debería erradicarse esa violencia gratuita, no estamos hablando de intervenir para proteger vidas o detener terroristas.
En cuanto a los modélicos funcionarios, estoy seguro que algunos de ellos eran personas pacíficas y respetuosas con el prójimo, algunos no lo soportaron y cambiaron de trabajo, los que se quedaron cambiaron tanto que ya ni se reconocen ellos, sin olvidarnos de una pequeña porción de bestias pardas que encontraron su vocación en la porra y la intimidación. Pero el político que les ordena cargar contra los manifestantes se paseará exultante alardeando de su excelentísimo cargo; paradojas.
Un saludo compañero.

Jesús Herrera Peña dijo...

Martín Pescador:
Me es agradable que sintonicemos en estas apreciaciones.
Gracias por venir y dejar un comentario.

Publicar un comentario

Sólo admito comentarios escritos en cualquiera de los 4 idiomas del Estado Español; en español preferentemente.