domingo, 29 de mayo de 2011

policías y rottweiler

No nos engañemos. Muchos blog y comentarios titulan estos días: “así actúa la derecha catalana”.
No; la derecha catalana, no. La derecha a secas, tampoco. La derecha, la izquierda, los extremos, el centro, arriba, abajo y un, dos, tres...

Los cuerpos policiales con muchos energúmenos en sus filas; con actuaciones rayanas en el terrorismo institucional; los policías sedientos de sangre, de palizas a sus empleadores, de no se sabe qué tipo de venganzas, de reacciones personales y airadas por no sé qué ofensas que les hicieron los ciudadanos pacíficos en posesión de todos sus derechos.

No nos engañemos. Esos policías son los mismos que maltrataban con saña y “exceso de celo” a los ciudadanos catalanes cuando teóricamente y oficialmente estaban mandados por el izquierdista catalán Joan Saura i Laporta.

¿Qué pasa? ¿Qué nos está pasando con las policías y las guardiasciviles? ¿No hay otra manera para pastorear al ciudadano díscolo que los palos y las patadas?

Hay que estudiarlo serenamente. Es un fenómeno digno de un profundo estudio.
Pero esa forma de comportarse ante los huelguistas, ante los ciudadanos que se manifiestan pacíficamente y sin armas, no es digna de una democracia. O dicho de otro modo, son los mismos métodos y la misma filosofía de actuación para la defensa de no sé qué esencias rancias e intocables, que la que se aplica en dictaduras de otros países del mundo.

No nos engañemos. En regímenes democráticos con mayúscula, hay que replantear muchas cuestiones de cara a los cuerpos policiales:

■ Con qué criterio se selecciona al aspirante para esos oficios.
■ Qué castigos se aplican a los que se salen del tiesto con sus ciudadanos/empleadores.
■ Qué autoridad y control ejercen sobre ellos sus jefes políticos.

De nada nos sirve el «mal de muchos consuelo de tontos». Porque ya sé yo que en otras democracias europeas (y no mencionemos las americanas) la policía actúa de maneras muy parecidas y a veces con mayor inhumanidad.

Hace falta una profunda reflexión sobre este fenómeno.
En un arranque de generosidad estoy dispuesto a sospechar que sus jefes políticos e incluso sus jefes policiales, no les ordenan taxativamente: “Machacad las cabezas del ciudadano; no os importe con qué, —porrazos, escudazos, patadas, lo que sea—. Actuad con saña y con espíritu de venganza; haceos la cuenta de que el ciudadano, pacífico y desarmado, es un lenguaraz que se ha cagado en vuestra santa madre. La vuestra; la de cada uno de vosotros. No os condoláis; no os blandeéis; no os dejeis vencer por sentimientos humanitarios.”

Quizás lo que pasa es que esos ejemplares de insensibles e inhumanos energúmenos policiales, mucho más cerca del perro rottweiler que de las personas corrientes, le vengan muy bien a todos los dirigentes políticos de todos los regímenes de ídem.

O quizás no. En un arranque de generosidad pudiera yo llegar a creer que son como el monstruo de Frankestein, que aunque su creador está muy arrepentido de su creación se ve incapaz de destruirlo.

Para una DEMOCRACIA REAL YA nos falta muchísimo camino por recorrer y no tenemos las piernas para esas caminatas.

8 comentarios :

Jesús Herrera Peña dijo...

Gracias "la cabaña...". Gracias María.


"La cabaña...", yo no sé si hay que pedir responsabilidades a este y al anterior Conseller de Interior de la Generalitat, ya que en mi artículo los intento liberar un poquito de la responsabilidad principal. De esa hipotética responsabilidad que supuestamente tendrían si ellos ordenaran y aleccionaran a cada policía de semejante manera: "Disolved y dispersad al ciudadano por muy pacífico que esté. No os importe los métodos a emplear ni lo ético o legal de vuestra actuación. Aquí está vuestro Conseller para comprenderos y protegeros en vuestras cabronadas". No; eso no creo que ocurra así.

Yo creo que esos cuerpos policiales están —en la práctica— por encima de las intenciones de esos políticos, aunque esos políticos dejen mucho que desear.
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María, no te enrollas nada; todo lo contrario. Creo que mi artículo encierra matices dignos de comentarios.
No estoy en posesión de la verdad pero yo creo que esos cuerpos policiales en donde hay rottweiler muy peligrosos junto a otros 'perros' menos agresivos, de lo que adolecen esdeun mando civil y cívico que controle bien sus actuaciones y castigue como se merecen, esos excesos en el cumplimiento del deber policial.

Un saludo por la izquierda a ambos.

Ana dijo...

la democracia que tenemos dista mucho de ser una democracia real, todavía a palos pretenden controlar las situaciones pacifícas que piden justicia,trabajo y derechos sociales, esto se nos escapa de las manos antes los mamporros policiales. Democracia real es lo que pedimos, de la buena.

Daalla dijo...

Como bien dices, Jesús, el tema tiene la suficiente enjundia como para estudiarlo en profundidad. Sin embargo pienso que los perros bien enseñados no atacan a no ser que sus dueños les obliguen a hacerlo. Sus dueños actuales están presionados por todo tipo de intereses, económicos y políticos, por lo que supongo que esa presión la transmitirán también a sus perros. Sin embargo también éste es un planteamiento excesivamente simple sin conocer todo lo que hay detrás, por lo que vuelvo a darte la razón en tu planteamiento principal: la necesidad de abordar este tema con calma y profundidad.
Un abrazo

Jesús Herrera Peña dijo...

Daniel, esta vez no estoy en total sintonía contigo. Si empleamos el símil de los perros (que me perdonen los verdaderos perros por la comparanza) hay veces que sus dueños los llevan atados y en un momento de descuido muerden en la pantorrilla a un transeunte que pasa a su lado.

No tengo especial interés en salvar la cara de los políticos dueños de esos tipos de perros, pero sí estoy de acuerdo contigo en que el fenómeno es digno de un sereno estudio porque lo que no puede ser es que en democracia y en dictadura, al ciudadano de a pie le den los mismos palos los mismos policías y de la misma manera.

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Totalmente de acuerdo contigo, Ana.


Un abrazo para ambos,

Erprofe dijo...

Pues querido amigo, leyendo el final de tu artículo creo que estás pesimista de verdad, aunque estoy de acuerdo contigo, nos falta tanto para una verdadera democracia...¡ay!
Con el resto sí coincido, ver como actúan muchos polícias (no todos) es vergonzante. Además no entiendo qué te puede llevar a pegar así a la gente, sin necesidad. Yo no podría hacerlo jamás, me lo mandase el Conseller, el Papa o el sursuncorda.

Ahora más que nunca, un fuerte abrazo por la izquierda.

Jesús Herrera Peña dijo...

Quizás sea pesimista ese final. Según en donde cada cual ponga el tope para conseguir una democracia real [republicana * más bien debiera ser].
Por otro lado, he temido que me regañarías un poquito por comparar a ciertos energúmenos de la especie humana con los perros de raza rottweiler.

Si el resto de funcionarios del Estado actuaran con la entrega, con el entusiasmo y con el exceso de celo y sobreactuación que esos funcionarios tan especiales, seguramente que irían a nuestras casas a rellenarnos los papeleos, a extendernos el DNI y a renovarnos el carné de conducir. (Y no nos pedirían pólizas, las pagarían ellos de su bolsillo). ¿A que sí...?

Un gran abrazo por la izquierda,

ximo dijo...

Se que llego con un poco de retraso. Ha sido a raiz de la "actuación" del senador canario que he aterrizado por aquí. ( por cierto, no hay que esperar a su dimisión, expulsión YA )
En su momento lo escribí en algun sitio: cuando un policia ( Nacional Guardia civil o Mosso ) da un segundo, tercer y hasta cuarto porrazo en las costillas ( con suerte ) de un manifestante sin que este haga nada por provocar ni para merecerlo, no creo que esté obedeciendo las ordenas dictadas por un político, quien, cabe pensar, que no tiene otra intención que la de disolver, dispesar o resolver la situación. La saña con la que habitualmente ( con exepciones, faltaría más ) vemos en televisión se emplean algunos policias es lo que no tiene sentido ni justificación. Soy el primero en aceptar que, en un momento dado, para una disolución, habrá que dar un porrazo ( si es en las piernas mejor que en la cabeza, claro ) pero el resto, más si se està sentado en el suelo pacificamente y sin mayores provocaciones, sobra y solo se entiende por la mala leche particular del policia. Al mismo tiempo también hay que reconocer que la ocultación, por ejemplo, del numero personal de identificación debajo del chaleco, tampoco ayuda, porqué eso sí es responsabilidad directa de los mandos, policiales y politicos, de que se cumpla. Por otra parte no sere yo quien exima de responsabilidad al Conseller Puig, que tiene y mucha, por ejemplo la de dar la orden de desalojar "para limpiar " la plaza, pero hay acciones concretas y puntuales que son de estricta responsabiliadad del policia concreto.
Pero me temo que al final, los polítcos están en manos, también ellos, de la policia, y su capacidad de presión sobre muchos aspectos que afectan a la pervivencia de aquellos, es inmensa.

Jesús Herrera Peña dijo...

Ximo, estoy bastante de acuerdo con tu comentario. Con algún matiz.
Tú pareces comprender y justificar un poquito el que la policía pegue a los ciudadanos. Al menos, que los endiñe ese primer porrazo.
Eso debiera ser lo último que estaría obligado a hacer un policía con un semejante.

Llevo días ordenando en mi cabeza un futuro artículo en el que exponga cómo debe ser la actuación de la policia en democracia verdadera.
En síntesis, tendré que decir que la actuación policial frente a un ciudadano en posesión de todos sus derechos cívicos, tiene que aplicar métodos racionales, proporcionados, eficaces y en el último de los lugares recurrir a dar palos como si estuviera ante un burro u otro cuadrúpedo.

Un policía no debe emplear sus armas agresivas nada más que en legítima defensa. Y para el uso de la violencia..., existen muchas formas de —llamémosle— "violencia policial" sin que todas ellas pasen por el palo en la cabeza o las patadas (que también hemos visto recientemente).

A un ciudadano que sólo ofrece resistencia pasiva, no se le puede responder con un porrazo en el cuerpo por muy legitimado que esté el policía para portar su porra. Se hace necesario y urgente el diseñar una serie de actuaciones policiales que se diferencien de las que se practican bajo regímenes dictatoriales.

Y sí, también llevo mucho tiempo convencido del paralelismo que existe entre los cuerpos policiales (sálvese el que pueda) con el monstruo de Frankestein. Muchos jóvenes supongo que se meten a la policía con ideales nobles de filantropía y bonhomía. Pero no todos, claro. También se cuelan gentes que tienen sentimientos contrarios; ideologías ultras de naturaleza irrespetuosa y agresiva.
Y esos, quizás, son los primeros que pasan a engrosar las filas de los "antidisturbios". De otra forma no lo entiendo. Pero sí, yo estoy convencido de que los "poderes" políticos que debieran tener mando verdadero sobre los cuerpos policiales, son incapaces de sacar a esos cuerpos policiales de sus comportamientos de toda la vida. No pueden ya destruir al monstruo, como le pasó al doctor Frankestein; (o no se atreven, sencillamente).
Todo eso de ocultar el número de placa, el dar una ensalada de palos al ciudadano porque no se quiere levantar de la sentada y cabronadas por el estilo, seguro estoy que se queda sin castigo. Si castigaran debidamente a esos ejemplares de la policía, se quedarían sin efectivos esos cuerpos "tan especiales".

Y mira, Ximo, tan tolerable o tan perseguible es hacer una sentada en la Puerta del Sol o en la Plaza de Cataluña, como ocupar la Plaza de la Colón o la Plaza de Cibeles con manifestaciones religiosas o furboleras.
Eso, en democracia verdadera, tendría que aceptarse con la misma filosofía.

Saludos,

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