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martes, 9 de noviembre de 2010

socialistas y católicos

Sí, sí; a mí también me cuesta mucho creerlo pero al parecer, hay socialistas católicos. Dicen que también hay católicos socialistas. ¡¡La repanocha en escabeche!!
Pero..., ¡cómo se puede entender eso!
Peroooo..., vamos a ver..., ¿es que me creerá la gente si digo que soy socialista y al mismo tiempo admiro la idea y la obra de aquel socialista venido a fascista llamado Benito Mussolini?
O, ¿puedo decir sin rubor que soy socialista y al mismo tiempo me confieso ferviente 'devoto' del nazional-socialismo o del falangismo joseantoniano?
¡¡¡Pero cómo se come eso...!!!

En los partidos tradicionalmente de izquierdas existe un número preocupante de afiliados o militantes que dicen ser de ideas socialistas y por devoción religiosa dicen ser católicos. ¡Y no les pasa nada, oiga! ¡¡¡Ay, qué gracia!!!
En España, decirse partidario de la religión católica, equivale a abrazar una ideología de extrema derecha, del estilo del nacionalsindicalismo español, del fascismo italiano o del nazional-socialismo alemán.
No importan los postulados de la religión-matriz (el cristianismo). La ideología política que hoy impregna al catolicismo apostólico romano, la imprimen sus jerarcas. La marca el papa de Roma con su ejemplo; la marca la conferencia episcopal española con esos dos elementos tan destacados y significativos: Rouco Varela y Martínez Camino. (Fascismo católico).
¿Cómo se puede uno confesar abiertamente y sin rubor, que se es socialista y católico? ¿Todavía no nos hemos dado cuenta el daño que las religiones han hecho al progreso de la humanidad?

Si se es socialista, poco católico cabe ser. Si se es católico, poco socialismo les cabe en sus cabecitas a los que tengan esas creencias religiosas. No nos engañemos.

Pero sí; yo sé lo que pasa. En España, la ideología político/religiosa del catolicismo vaticanista es como un gran paraguas protector. Dentro de él, las gentes se cobijan y están muy calentitas, no se mojan. Ser miembro o simplemente simpatizante de la iglesia católica, hoy por hoy prestigia a las gentes. Prestigia a las gentes de la derecha, pero también prestigia a las gentes autodenominadas "de izquierdas". No les pasa nada por decir que militan en el PSOE, en el PCE, en IU, en... etcétera, etcétera, etcétera, y que van a misa todos los domingos y algunos de ellos hasta se tragan la ostia. ¡Eso es la reostia!
No es raro, encontrar a destacados políticos de la izquierda (alcaldes, concejales, diputados provinciales, regionales, nacionales), senadores, etc., que son miembros de algunas cofradías religiosas y en Semana Santa desfilan con todo descaro en las procesiones callejeras. ¡Qué, que no?

En otros tiempos ya lejanos —por la II República y anterior a ella— no era fácil encontrar a gentes de izquierdas que confesaran esa dualidad ideológica tan contradictoria. Si tenían esas creencias religiosas, se cuidaban muy mucho de no confesarlas. Si alguien se le hubiera ocurrido tal confesión, hubiera sido corrido a gorrazos por las principales calles de su pueblo.
Pero hoy no; hoy ocurre todo lo contrario. Parece que se prestigia el militante de izquierdas; parece que sube puntos en su ranking político cuando se confiesa devoto de la internacional vaticanista.
Y es que aquí parece ser que pasa algo parecido a lo de aquel chiste:

—¡Señora Fulana, que su hija está en la catequesis!
—Déjala, que mientras esté ahí no está haciendo nada malo.


¡Claro! Estar vinculado con la ideología católica en algunas de sus facetas, a casi todos les parece que no es peligroso. Eso es lo que digo yo con el símil del paraguas: La gente se siente muy protegida y prestigiada socialmente, si se cobijan debajo del paraguas del catolicismo español. Otro gallo les cantaría a los de izquierdas que se dicen católicos, si el común de la gente tuviera claro que el catolicismo vaticanista español, es una ideología política de derechas muy extremas.

Cuando alguien ataca a esos contradictorios izquierdistas, por su incomprensible dualismo ideológico (o acomodaticio), dan un giro de 105 grados, y dicen: "No; no he dicho que yo sea un socialista católico. Yo lo que dije (donde dije diego) es que soy un socialista cristiano. Que no es lo mismo".
¡Ah, claro! No es lo mismo.
Esta confesión la viene practicando últimamente el ínclito Pepe Bono. Hace años decía ser un socialista católico; como ha visto que nos hemos dado cuenta de que decir católico es decir vaticanista y decir vaticanista es tanto como decir ultra-derechista, ha suavizado el discurso y ahora se confiesa socialista y cristiano. En el fondo, él cree que lo cristiano contiene menos pólvora que lo católico, (¿?¿)...

No es lo mismo porque se nos ha hecho creer que el cristianismo es una religión más a la izquierda que el catolicismo. O si lo queremos decir a la inversa, el cristianismo es menos de extrema derecha que el catolicismo.
El uno nació en la antigua Palestina, como derivación o segregación de la ideología judía, y el otro nació en la Roma poderosa bajo las bendiciones del emperador Constantino y más tarde de Benito Musolini.
¡Claro, claro! ¿O no...?

El catolicismo tiene una peor aceptación y encaje, entre las minorías izquierdistas que el que tiene el cristianismo sin apellidos. Digamos que "se vende peor".
Por ahí se oye decir a mucho izquierdista folklórico, que Jesucristo fue el primer comunista de la historia. (Esto te lo dicen algunos de la órbita comunista). Pero es también frecuente oír decir a otros de la órbita socialdemócrata, que "Jesucristo fue el primer socialista de la historia". [Já, já, já y después... Já].
Claro que tonterías de esas las he oído decir también sobre José Antonio Primo de Rivera.

Yo creo que Jesucristo es un invento de la Biblia: "El cuento de los cuentos".
Ahí pasó lo que podría pasarle a Don Quijote. Al singular manchego, le metes 2000 años de por medio, le escribes libros de relatos de sus andanzas y hazañas por medio de pseudo-historiadores, y al cabo del tiempo resultará que Don Quijote fue un santo manchego que dedicó su vida a desfacer entuertos, a perseguir malandrines, a luchar contra la injusticia y a proteger a viudas, huérfanos y menesterosos.

Uno de los principales ideólogos de las corrientes ideológicas de la izquierda, dijo un día —y dijo muy bien Carlos Marx— que la religión es el opio del pueblo.
Pero en una sociedad en la que el opio, la morfina, la cocaína, la heroína, el tabaco y la marihuana, no están muy mal vistos, tampoco tiene por qué estar mal vista la religión católica. ¿A que no?

La religión, para la gente de derechas, claro que no está mal vista. Es consustancial una con la otra. Lo que se me hace más cuesta arriba de entender es el binomio imposible izquierdismo/catolicismo. Eso no me lo trago ni acompañándolo con un litro de buen vino de La Mancha.
Pero hay algunos de esos que me discuten este razonamiento; que me lo intentan tirar por tierra. Sospecho que serán de los que quieren hacer valer el maridaje socialismo/catolicismo. Me tildan de ultra-exigente, de puntilloso y de etiquetador utópico.

Yo sé que partidos como el PSOE, que tiene la vocación o la táctica de ser partidos de masas, no pueden andarse con muchos remilgos y tiene que contemplar dentro de su espectro a militantes, simpatizantes y votantes dentro de un amplio abanico que va desde los socialistas de verdad, de verdad, —o sea, socialistas de izquierdas— hasta los de derechas más o menos ultras o moderadas.
No olvidando a los "centristas", equidistantes y "apolíticos", que son una aplastante mayoría.


Esto... lo encajo de mejor o peor talante. Lo que no encajaré nunca son a esos ínclitos «socialistas» que sin esconderse de nadie proclaman a los cuatro vientos su ideología de «católicos», como son Pepe Bono, Juan Alberto Belloch y Paco Vázquez. (Pongo un minúsculo ejemplo, por no ir más lejos).

Si no se pone coto a ese absurdo fenómeno de las ideologías, no tardando mucho, los ateos-izquierdistas que queden en el seno de los partidos de izquierdas, serán corridos a gorrazos o, por lo menos, aparcados en un rinconcito a modo de corriente ideológica del estilo de Izquierda Socialista.
Y si no, ¡al tiempo...!
    fachada de la Diputación Provincial de Toledo  

lunes, 26 de julio de 2010

el carné socialista

Yo soy un socialista sin carné.
—¿Por qué?
—No sé. Bien pudiera militar en el PsoE ya que es el único partido del que me siento más cercano en todo momento. En unos momentos más cercano que en otros, bien es verdad.

En los partidos políticos, al igual que en las trincheras de contiendas bélicas, suele ocurrir que en plena refriega de tiroteos, te llega una bala que no te explicas de dónde salió y si no te mata, te deja secuelas. Alguna bala me pasó silvando a mí y no me venía del frente, sino de detrás de la oreja.
Qué bien dice quien dice que en la escala de relaciones entre los humanos, existen las siguientes categorías: Amigos, rivales, enemigos y compañeros de partido.

Además, en los partidos políticos —al menos, en el que más cerca está de mis ideas— suele suceder demasiado a menudo, que a la hora de dar un carguito a alguien, se lo otorgan de mejor gana al que acaba de llegar al partido —o incluso al que todavía no ha abandonado el suyo propio—, que al que lleva 30 años militando en él.

El ejemplo más contundente que me viene a la mano es el carguito de Rosa Aguilar. Mira tú si no habría militantes socialistas en Andalucía, (buenos, malos y regulares) con lo inmensamente grande que es Andalucía —en todos los sentidos—, para haber pasado olímpicamente de entregar ese carguito de Consejero de Obras Públicas a uno de esos miles de socialistas que llevan 30 años —o más— afiliados al partido.
¿Es que no habrá ningún socialista andaluz que reúna —al menos— los mismos puntos en su álbum que los que reunía Rosa Aguilar en el suyo?

Esto me parece muy parecido a esa tropa de militares que —en plena contienda bélica— acaban de perder a su capitán y para cubrir la plaza se la dan a un tenientillo que acaba de desertar de la trinchera enemiga.
¡¡Mejor aún!! Para que el paralelismo sea más paralelo, ...le hacen capitán de la tropa a un teniente de la trinchera enemiga que le ha tentado la idea de ser ascendido a capitán en la trinchera de enfrente.
Y mira que en tal hipótesis (la bélica, me refiero) había un par o tres de tenientitos que prometían y se hacían muchas ilusiones con ser ascendidos a capitán.

Bueno, dejemos los símiles que sirven para poco.
Hay gentes chuminosas y estrafalarias que lo dicen de manera más tajante e intolerante: "Todas las comparaciones son odiosas".
Para mí, lo único odioso —o por lo menos, criticable o cuestionable— es el invento de esa odiosa frase y todos los que la repiten como loros inconscientemente. Todas las comparaciones son necesarias y unas comparaciones son más atinadas que otras pero..., ¡¡Qué sería de la humanidad si no se hicieran comparaciones? ¿Cómo se obtienen los puntos de referencia?

Bueno, a lo que íbamos. Que no es muy atinada la comparanza; ahora me doy cuenta bien.
Yo, a Rosa Aguilar ni a ninguno de Izquierda Unida, nunca he considerado como enemigos del socialismo; ni siquiera del PsoE. Aunque comprendo que de esta materia habría que hablar largo y tendido. Pero esa forma de pasar a militar en la órbita socialdemócrata andaluza me ha parecido un poco rocambolesco. No es nada más ni nada menos.

—¿Por qué hacen en los partidos esas maniobras los que las hacen?
—Para debilitar al enemigo.
—¡¡Y dale...!! Pero....., ¿no hemos quedado que socialdemócratas e izquierdistasunidos no somos enemigos?
—Y eso, ¿quién lo asegura?
—...Bueno, ejem ejem, en fin, no sé... ¡Yo, por ejemplo!
—¡Tú no eres nadie! No, es decir: Tú eres un Don Nadie.
—¡Hombre, muchas gracias!

Ahora se avecinan unas confecciones de listas electorales. ¿Cómo las elaborarán en los diferentes partidos?

La Constitución Española en su artículo 6 dice lo siguiente:

Los partidos políticos expresan el pluralismo político, concurren a la formación y manifestación de la voluntad popular y son instrumento fundamental para la participación política. Su creación y el ejercicio de su actividad son libres dentro del respeto a la Constitución y a la ley. Su estructura interna y funcionamiento deberán ser democráticos.

Pero a nadie extrañe que este artículo se lo salten a la torera como se saltan otros muchos.

Bueno que... eso... que los militantes de los partidos —al menos los del PsoE— estáis para pegar carteles y repartir propaganda en las campañas electorales. Los carguitos políticos... si no hay por ahí ninguno dispuesto a desertar de sus posiciones partidarias... pues... a lo mejor os cae a alguno de los socialistas con carné. ¡Hala!

Seguiremos hablando del gobierno de este partido.  De si aceptan que Tomás Gómez encabece la lista por Madrid o si se debieran hacer unas elecciones primarias dentro del PSM y de otros entramados del mismo partido para confeccionar listas. De cómo encarar lo de la elaboración de listas electorales dentro de los partidos, de manera democrática y no dedocrática. En fin... de lo que hagan y cómo lo hagan todos los partidos políticos, me importa un poquito pero lo que más me importa es cómo lo haga el PsoE.

sábado, 21 de marzo de 2009

El izquierdismo

SER DE IZQUIERDAS

Yo aspiro a ser de izquierdas; quisiera ser un buen izquierdista… pero…

  ¿Qué es ser de izquierdas?  

El ser humano tiene una tendencia natural a ser de derechas. O sea, a ser egoísta, individualista, avaricioso, insolidario, falso, discriminador, embustero, racista, embaucador...
—Tendencia natural, ¿por qué?
—Pues porque ser de izquierdas es muchíííísimo más difícil que ser de derechas; o dicho de otro modo, porque ser de derechas es bastante más sencillo, por lo tanto, es una tendencia más primaria, natural o genérica.

 Para ser de izquierdas hay que vencer esas tendencias de lo fácil y lo cómodo y posicionarse en la trinchera contraria. Eso es lo difícil. Nos hacemos de izquierdas por dos principales razones: Porque se está muy oprimido y humillado por la supremacía de las derechas poderosas, o porque nos viene ese impulso por la vía del raciocinio y la reflexión. Ésta última es la opción más meritoria y genuina.

 Ser de izquierdas es ser solidario con los de tu clase social y no traicionar a los compañeros; es no ser egoísta ni individualista; es ser internacionalista que es lo contrario de ser un ultra-patriota levantador de fronteras y de enfrentamientos entre los pueblos. Ser un buen izquierdista es apartarse de toda creencia sin fundamento como la religión, la superstición y todas esas engañifas y supercherías que inventan los predicadores y embaucadores.
Ser de izquierdas está reñido con todas las variantes de la discriminación. Ser de izquierdas es no ser racista ni xenófobo ni machista ni esquirol...

Ser de izquierdas consiste en hacer y no en decir.

Ser de izquierdas no es una forma de vestir, ni una barba ni unas alpargatas; no se es de izquierdas por tener un empleo precario y un salario ínfimo. Tal vez, que una persona con dinero sea de izquierdas, tiene más mérito porque es capaz de arriesgar lo que tiene por un mundo mejor. Hay que recordar que los que generan las corrientes ideológicas no tienen hambre. Con hambre es imposible pensar.
Se puede vivir bien y ser de izquierdas. Se puede vivir bien y aparentar ser de izquierdas. Se puede vivir mísera o pobremente y votar a las derechas y dedicarse a joder al prójimo...

 Ser de izquierdas es una actitud ante la vida; es una forma de ser inconformista; es una forma de ver la sociedad que nos rodea. Desde luego, no son de izquierdas esos "izquierdistas de salón" que intentan trepar a lo más alto. ¡Qué bonito es autodenominarse de izquierdas pero al alcanzar un punto en tu carrera, (política, profesional o personal) transformarte en un trepador / jodecompañeros / insolidario / avaricioso.
En definitiva, ser de izquierdas está muy emparentado con ser una buena persona, en la más amplia extensión de la palabra. O como dijo Antonio Machado:

"Soy, en el buen sentido de la palabra, bueno"
.

Estoy harto de disfraces de progre, de poses de progre que esconden a auténticos derechosillos. Me merece más respeto alguien de derechas que lo confiesa abiertamente, que un hipotético izquierdista que lo único que busca realmente es encaramarse a lo más alto y trepar a cualquier precio. Ser de izquierdas es vivir en coherencia con conceptos como solidaridad, compañerismo, lealtad, humanismo, lucha desde la no violencia... Para simplificar mucho: La caridad es de derechas; la justicia social es de izquierdas. 

Cualquier persona, sea del partido que sea, si intenta tapar las torpezas, errores o cabronadas de su partido o sus gentes, con falacias y cinismo, no falla: ES DE DERECHAS.
 Por el contrario, cualquier persona, sea de la ideología que sea, si no intenta tapar las torpezas, errores o cabronadas de su partido y de sus gentes, y sólo busca y defiende la verdad y la justicia: ES DE IZQUIERDAS.
Por eso, en los partidos autodenominados 'de izquierdas' existe un alto porcentaje de personas que a poco que se las rasque un poquito por encima, aparecen con un ramalazo de derechas muy marcado.

Un ejemplo paradigmático de esto que digo es el caso del ínclito Pepe Bono. Él dice que es católico y socialista a la vez (?). No sé si hay que entender que puedan existir los socialistas de derechas (?), pero parece ser que el PSOE actual se ha convertido en la nueva ucedé y su abanico de militantes, simpatizantes y votantes está tan abierto que caben desde los socialistas de verdad, de verdad, hasta los de derechas más o menos moderadas.
Lo que yo creo que le caracteriza más que nada al destacado manchego, es que se trata de un populista acomodaticio, trepa y avispado. (De esos abundan bastantes en la política o quizás es el fenómeno político el que los atrae y congrega). Son de esa madera de individuos que en aquella Unión Soviética hubieran sido unos comunistas del copón y dentro del imperio vaticanista serían más carcas que el mismísimo Papa.

Un mal izquierdista, con carné de izquierdista y teorías de izquierdista, sea quien sea, es el que en su hogar o en su lugar de trabajo, tiene sojuzgadas a las mujeres y está convencido de que están varios peldaños por bajo del varón.
Pero hay muchas formas de ser de izquierdas; tantas como las de ser de derechas, ¡claro está!
Trazar la frontera nítida entre uno y otro concepto ideológico, es prácticamente imposible. De ahí que queda "una tierra de nadie" en donde mucha gente se confiesa con orgullo ser de centro. A estos, algunos los definen como tibios o equidistantes. Todas las personas hacemos actos típicamente de derechas o de izquierdas aunque mayoritariamente estemos en el lado contrario, respectivamente.

Para la obtención del carné de izquierdista hay que examinar al aspirante para ver si tiene una ligera idea de lo que supone y le obliga ser de izquierdas.
Después, una vez obtenido ese carné, se le asignará un total de 12 puntos, que podrán restarse cuando el izquierdista se pase en algunos preceptos elementales a cumplimentar por todo buen izquierdista. Habrá que restarle puntos si comete alguna de estas desviaciones:


■ Por creer en adivinos, cartomantes, astrólogos y demás embaucadores, por practicar o creer en alguna religión, se le restará 1 punto. (Si se trata de la ultraderechista y todopoderosa Religión Vaticanista, serán 2 puntos).
■ Por ser partidario defensor de las torturas públicas de toros (mal llamado fiesta nacional), u otros animales (llamado tradiciones), 1 punto menos de izquierdista.
■ Por ser un forofo o estar muy pillado del nuevo opio del pueblo (el fúrbol comercial alienador de la masa), se le quitará 1 punto que podrá recuperar siempre que acredite ser un buen practicante del fúrbol (u otro deporte) en su barrio o pueblo.
■ Por ser partidario de la monarquía hereditaria, ornamental y fatua que campa en España, se le restará 1 punto. Si el izquierdista asegura que se inclina más por la república pero que se declara juancarlista, solamente se le restarán 9 décimas de punto.
■ Por abusar de sus empleados (si es empleador) o por emplear mucho cuento con eso de las bajas médicas y lo del absentismo laboral, si es asalariado, se le restará 1 punto.
■ Por gastar el 90% de su tiempo de ocio en bares y tabernas
(*), máquinas tragaperras y juegos de azar, se le restará 1 punto del carné de izquierdista. Si justifica que el 10% del tiempo restante, lo emplea en la lectura de libros, periódicos, o en dialogar con su pareja sentimental, con sus padres o con sus hijos, se le podrá levantar el arresto.
(*) El socialista Pablo Iglesias dijo una vez: "Las tabernas son lugares de embrutecimiento de la clase obrera".
■ Si el izquierdista se detecta que tiene algún tipo de ultra-nacionalismo (español, vasco, catalán, gallego, ...), se le restará 1 punto.
■ Si el izquierdista es un paletillo pueblerino que rechaza por «forasteros» a los nacidos fuera de su barrio, ciudad, región, o rechaza por extranjeros a los nacidos fuera de su país, se le restará 1 punto de su carné. En definitiva, si el izquierdista no ha entendido bien lo que obliga el artículo 2.1 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y si no lo pone en práctica, se tiene bien merecida esa merma de puntos en su carné.
■ Al que tiene a sus hijos inscritos en la catequesis escolar, se le restará 1 punto. Lo mismo le sucederá a todo aquel que se case por lo religioso o en la declaración de la renta opte por regalar el 0,7% al poderosísimo Imperio Vaticano.

Según se puede apreciar, ser de izquierdas es muuuuuuuuuuuuuuuy difícil y sacrificado. Todo izquierdista que se crea ser un buen izquierdista, cuando menos, tendrá la merma de algún puntito en su carné de izquierdista. Es rarísimo toparse en la vida con izquierdistas que tengan los 12 puntos intactos.
Hay por ahí mucho “izquierdista oficial” con una alta carencia de puntos en su carné. No sería nada exagerado si les denominamos seudoizquierdistas.

En esos partidos autodenominados de izquierdas (PSOE, PCE, IU, ERC, …) hay mucho seudoizquierdista alojado. Es natural.
A la dificultad real de ser de izquierdas, hay que añadir el hecho de que esos partidos no hacen un examen de ingreso para sus aspirantes. Les conceden el carné a las primeras de cambio, ya que no les interesa poner ninguna dificultad al ingreso de todo aquel que se quiera afiliar. Los partidos no actúan como una secta masónica, pero eso hace que en la práctica, haya mucho seudoizquierdista cobijado dentro de los partidos típicos de la izquierda. No se puede pedir más…, ¿o sí?

Si los izquierdistas vamos a misa los domingos (aunque sólo sea por lucir el traje que nos acabamos de comprar); si los izquierdistas somos aficionados a las corridas de toros; si los domingos, lo más importante que hacemos, para llenar el tiempo libre es empaparnos de fúrbol; si los izquierdistas somos cofrades de alguna cofradía de semana santa, por aquello de mantener las tradiciones, si le estamos muy agradecidos a Juan Carlos Borbón y Borbón por salvar la democracia el 24-2-1981; si..., etcétera, etcétera, etcétera... ¿Qué nos quedaría, realmente, de verdadero izquierdismo a los "izquierdistas"?

Estoy perplejo; es algo que —confieso— me ocupa y me preocupa en estos sesentones años.
A la vista de lo que veo, me pregunto con harta insistencia: Peroooo..., realmente..., ¿qué es ser de izquierdas?
Y, ¡claro!, yo mismo me lo tengo que responder: En muchos de los casos prácticos que veo en militantes más o menos destacados de partidos de izquierdas, ser de izquierdas es un deseo, una aspiración, una quimera, una meta inalcanzable por llegar a alcanzar, una especie de devoción de esas de "haz lo que te predico y no lo que yo hago"; algo que no podemos ser pero que intentamos aparentar y a veces, con escasos o nulos resultados.

Esto mío es una entelequia, lo sé. Pero como ser de izquierdas, aceptablemente de izquierdas, resulta tan difícil y sacrificado en la práctica del día a día, podríamos establecer niveles a manera de los oficios o las profesiones. Yo creo que a muchos que se dicen de izquierdas e incluso ellos se lo creen a 'pie juntillas', más bien habría que aplicarles la etiqueta de aspirantes, becarios, aprendices o pinches de izquierdista.
Si muchos de los ministros de izquierdas, hacen cosas que harían idénticamente los correspondientes ministros de los partidos de derechas, más nos valdría al total de los españoles que cada cuatro años se lanzara una moneda al aire a ver a quién le tocaba habitar el Palacio de La Moncloa por ese cuatrienal periodo.
Gobernar con un tinte de izquierdismo, es sacar a las masas de su alienación mental; de su santa incultura, alimentada por muchos siglos de predicadores, farsantes y embaucadores. De eso saben mucho los poderes vaticanistas incrustados desde siempre y hasta el presente, en los entresijos del Estado Español.

Los tres pilares principales en donde se asienta el buen izquierdista es: el internacionalismo, el republicanismo democrático y el ateísmo.
Todo lo que no sea eso, son sucedáneos, ganas de marear la perdiz y de dar gato por liebre.