lunes, 7 de enero de 2013

a rebatiña

Eso es lo que en mi pueblo llamamos al hecho de coger caramelos del suelo, en actos callejeros y festivos.

Nunca me gustó tirarme a coger las chucherías a la rebatiña. Mi dignidad de niño siempre me lo habría afeado. Y continúa sin gustarme a estas alturas de mi vida.

En torno a las 17:20 horas del sábado 5 de enero, un niño de 6 años ha muerto en Málaga tras ser atropellado por una de las carrozas de la cabalgata de los reyes magos. Al infortunado niño, tras soltarse de la mano de sus padres de forma repentina para coger del suelo unos caramelos tirados por "sus majestades", la rueda de una de las carrozas pasó por encima de su cabeza y murió en el acto.

Cuando muere un niño siempre es una enorme tragedia. Cuando muere como ha muerto el niño de Málaga, muchísimo peor, aún. Tenía la misma edad de mi nieto mayor y eso hace aumentar en mí la empatía y la pena.

¿Aprenderemos la lección?
Siempre estuve en contra de tirar así las chucherías a los niños. Siempre me pareció feo, humillante, detestable, un gran desprecio hacia los niños y el público en general.
Siempre me venían a la mente paralelismos de esos de echar de comer a los cerdos, a las gallinas o a otros animales.

En algunos temas poco o nada avanza la humanidad. Decir la humanidad es mucho decir, lo sé; yo no me atrevo a hacer esa generalización, pero desde que yo era un niño —¡que ya han pasado años!— vengo viendo con espíritu crítico esta inamovible costumbre de tirar al suelo las chucherías destinadas a los niños.
Debiéramos cuanto antes aprender esa lección porque nos ha resultado carísima.

Termino recordando unos versos de una poesía que escuché a un poeta sevillano, la noche del 5 de enero de 1969 en Sevilla:

Noche de reyes, 
oscura, fría y serena,
noche de malos augurios
que no trae cositas buenas.

11 comentarios :

Ana dijo...

Ha sido una gran tragedia la de esta familia, menudo regalo de Reyes.
Estoy contigo en que no me gusta la forma de dar los caramelos a los chavales, pero de cualquier forma ha fallado como siempre la seguridad en este tipo de eventos. Unas vayas que impidieran salir a los críos es lo más lógico, y que ya que tiran las chuches que las puedan coger sólo desde dentro. En fin, seguro que ahora ponen el remedio.

Besicos.

Jesús Herrera Peña dijo...

Gracias a ti, Ana, por dejar aquí tu opinión.
Esa es una tragedia que sólo se paliaría un poquito si a partir de hoy viéramos que se adopta una adecuada y razonable conducta a la hora de agasajar y entregar a los niños, esos obsequios tan deseados.

Besicos,

Paco Arenas dijo...

Es un tema que habría que replantearse seriamente, es algo realmente peligroso.
Con mi hija, ya universitaria fui en más de una ocasión, con mi hijo que acaba de cumplir 12 años no he ido, le pasa lo que a ti, no lo ve ni digno ni normal, incluso este año me ha pedido que no le regalemos nada para reyes, total cumple los años un día antes y le llegan muchos regalos, sobre todo libros.
Saludos

Ana dijo...

joder que error he cometido, vallas, vallas, se me ha ido la pinza, vaya vaya. Un fallo que canta demasiado. Mil disculpas a los lectores y a ti.

Jesús Herrera Peña dijo...

Sí Paco, sí; el tema da para una larguísima disertación.
Sé que algunos invocarían la "rentabilidad" para oponerse a un cambio en las maneras de actuar. Y sí, con ese criterio, resulta antirrentable festonear las calles de vallas por toda la carrera del desfile callejero.
Más "antirrentable" —me dirían otros— resultaría que los colaboradores del desfile callejero, se emplearan en ir niño a niño dándole las chucherías en mano.

En fin, en aras del progreso y la seguridad de las personas —sobre todo, de los niños— se hace muy necesario y urgente dar una adecuada respuesta al fenómeno.
En principio, creo que mucha gente debiera cuestionar y criticar el hecho de arrojar las golosinas de los niños al suelo de la calle. Eso es muy vejatorio, si lo queremos analizar serenamente.
Si somos pocos —como me temo— los que hoy juzgamos de forma negativa esa forma de agasajar a los niños y menos niños, es lógico que siga la tradición in secula seculorum.

Gracias Paco. Un saludo,

Tracy dijo...

Un suceso que pone el pelo de punta y que los Reyes, de ser magos,tendrían que haber evitado.
Feliz año.

Jesús Herrera Peña dijo...

Gracias, Tracy.
A los "Reyes" yo no les pido ninguna magia. (Ese es otro tema).
Pero ahora quiero centrarme en debatir la manera de repartir golosinas entre los niños.

Jesús Herrera Peña dijo...

Pues sí, María, en esta sociedad hay un cierto número de gentes que se tiran a la desesperada por conseguir algo que se da gratis. Forma parte de nuestra cultura eso del encanto de lo "gratis total".

Pues sí, estamos llevando demasiado lejos muchas de las costumbres de otros tiempos de mayores carencias. En esta misma línea está lo de los atracones de comida que nos damos en las navidades.
Pero ahora lo que urge es diseñar otros comportamientos para el agasajo a los niños con golosinas.

Nadie entra al trapo de lo que planteo abiertamente: ¿No nos parece en gran manera vejatorio y humillante que —en estos tiempos— a las personas las arrojemos caramelos al suelo? Aunque es un tema que retrata a toda la sociedad, creo que de los organizadores de cabalgatas y demás, debemos de esperar algún cambio para mejor.

Esperemos...

Jesús Herrera Peña dijo...

Sí, María, habría que dedicarles un taco a esos adultos que llevan a sus niños a mendigar unos caramelos gratis.
Y esta falta de orgullo y dignidad de los mayores, la captan los niños y la heredan y ruede la bola.

Siempre tiene que haber una desgracia para que la conciencia colectiva de la gente despierte y revise lo que hacemos mal.
De nunca me gustó esa forma de regalar caramelos a los niños y creo que si nos estrujamos la cabeza y dejamos de lado a las putas tradiciones, para estos tiempos debe haber otros métodos más dignos y respetuosos para agasajar a los niños y al público en general.

Muchas gracias, María.

Ana dijo...

Vale, vale, qué qué qué qué ¿qué quieres commigo, jajajaja, eran las prisas, iba a cenar.

Besicos, profe.

Jesús Herrera Peña dijo...

Mira, Marta: Ni vacaciones ni nada parecido. Simplemente que no se me ocurre nada. Tampoco se me ocurre nada para comentar a los escritos de otros. Eso que puede parecer vacaciones es vaciedad en realidad.

Ya que has sufrido la cosa de los caramelos en uno de tus hijos, está claro que suscribes todo mi artículo. ¡Cómo no!
Pero hay que ir más lejos; tenemos que re-educar a nuestros niños de que ese modo de regalar caramelos es humillante y vejatorio; que ellos no se deben tirar al suelo para coger una mierda de caramelos y mucho menos ponerse en las proximidades de los vehículos desde donde los arrojan.
Aleccionando así a nuestros menores es posible que llegue un día en que ninguno de nuestros nietos o biznietos se molesten lo más mínimo en agacharse a recoger los caramelos que les tiran al suelo.
Por mucha crisis de pobreza por las que atravesemos, a cualquier padre no le deben faltar 10 céntimos para comprar unos caramelos para sus niños.
¡Orgullo y dignidad!

Besos,

Publicar un comentario

Sólo admito comentarios escritos en cualquiera de los 4 idiomas del Estado Español; en español preferentemente.