martes, 14 de septiembre de 2010

ay, las despedidas


DESPEDIDA A LA ESPAÑOLA
Hoy quiero poner de relieve lo peculiar de las despedidas que hacemos los españoles en las conversaciones telefónicas, por el hecho de ser españoles precisamente, y hacer “las despedidas a la española”.

Un suponer: Te llaman por teléfono y tú contestas con el clásico “diga”. Te tiras un ratito hablando de esto…, de eso…, de aquello…, de lo otro…, e incluso, de lo de allá y de lo de acullá.

Llega uno de los momentos supremos de la conversación telefónica, en la que tú, para concretar, resumir, asegurar, contrastar, afianzar, cotejar, comprimir y compendiar todo lo que hasta ese momento se ha ido desgranando por ambos interlocutores a lo largo de la larga conversación telefónica, llegas y le dices al otro (o a la otra, que aquí «tantos montan, montan tantos») lo siguiente:

—Bueno, vale. Sí. En eso quedamos, ¿ehhhhh? Si este viernes no venís en el autobús de las 6 de la tarde, me voy en tu suegra y la digo que no habéis venido, para que no prepare cena pa vosotros.

En esto que el interlocutor te dice:

—Vale, vale, sí, sí; en eso quedamos, ¿valeeee?. Tú, si ves que no hemos llegado en el autobús de las 6 de la tarde, te coges el toletole y te vas a avisar a mi suegra de que no prepare cena para nosotros.
—De acuerdo, de acuerdo. Tú no te preocupes por nada que si veo que no habéis venido —que será lo más probable— me acerco hasta tu suegra y se lo digo eso mismo.
—Sí, bueno, vale. Peroooo, ¡a ver qué le vas a decir a mi suegra!
—¡Cóño, Joé! ¡Qué le voy a decir? ¡Pues eso…! Que no prepare cena para vosotros. La decimos que eche dos puñaditos menos y ya está. Que ya, si eso… vosotros ya se lo avisaréis con tiempo para otro día.
—¡Ah, bueno, eso así sí! Quedamos en eso, ¿ehhhh? De acuerdo, de acuerdo. Vale.
—Hale, venga; quedamos en eso. Así que hasta que nos veamos. Un abrazo; adiós; hasta pronto……...

Pero el otro (o la otra) no se despide… ¡Quiá…!, digamos, más bien, que no te devuelve el abrazo y todos los demás avíos de las despedidas y en su lugar va y te dice:
—Bueno pues… hala, queeeee…, en eso quedamos, ¿nooo?. Si no hemos llegado a las 6, vosotros tranquilos, ¡eh! No preocuparos.
—Sí, sí, tú no te preocupes por nada. En cuanto vea llegar el autobús de las 6 y no habéis llegado, me cojo el toletole, me planto en tu suegra y la digo lo de la cena y todo eso que hemos acordado.

Entonces, como parece ser que la cosa ha quedado suficientemente aclarada por ambas partes, va el interlocutor y te dice:

—Bueno hale, venga; en eso es en lo que quedamos, ¿ehhh? Un abrazo para vosotros y les dais un besito a los niños de nuestra parte.

Y tú vas y le respondes:

—Vale, vale; de vuestra parte. Hala, hasta pronto, hasta la vista.

Pero no sé que coños ha dicho la otra persona, solapando su voz a la tuya que casi casi no te has enterado de lo que ha dicho y en vez de colgar tajantemente el teléfono le preguntas:

—¿Cómo dices?
—Digo que eso, queee…, ¡por dios!, no se te vaya a olvidar lo de ... ... …

La despedida interminable continúa pero yo ya me canso de describir al detalle cómo suelen ser al completo “las despedidas telefónicas a la española”.
Yo veo las películas de Jolibú y cuando hablan por teléfono se dicen lo que se tienen que decir y cuelgan sin más…
Y allí no verás que se dicen “adiós” ni “gusbay” ni “chao” ni “arrivederchi” ni “orbuá” ni nada de nada. Cuelgan y ya está…
Y a mí..., ¡me da una envidia!
No puedo, no puedo. No soporto las interminables “despedidas telefónicas a la española”.

¡Ahhhh, y otro tanto ocurre en las despedidas de las visitas domiciliarias!
Pero eso ya da para hacer otro artículo tan tedioso como este.
¡Adiós!

1 comentario :

Daalla dijo...

Un amigo escocés, que lleva varios años viviendo entre nosotros, aún no se ha acostumbrado a este tipo de situaciones. El siempre se refiere a la costumbre que tenemos que después de haber estado mucho rato en algún sitio, cenando o tomando unas copas, tenemos que quedarnos un buen rato en la calle al salir para decidir en dónde se prosigue la marcha o la reunión, sometidos al frío, al calor o a lo que sea, cuando podríamos haberlo decido antes de salir. Dice que aún no nos entiende a los españoles. ¡Si supiera que ni nosotros mismos nos entendemos...!
Un abrazo

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