DESPEDIDA
A LA ESPAÑOLA
Hoy quiero poner de relieve lo peculiar
de las despedidas que hacemos los españoles en las conversaciones telefónicas,
por el hecho de ser españoles precisamente, y hacer “las despedidas a la española”.
Un suponer: Te llaman por teléfono y tú contestas
con el clásico “diga”. Te tiras un ratito hablando de esto…, de eso…, de
aquello…, de lo otro…, e incluso, de lo de allá y de lo de acullá.
Llega uno de los momentos supremos de la
conversación telefónica, en la que tú, para concretar, resumir, asegurar,
contrastar, afianzar, cotejar, comprimir y compendiar todo lo que hasta ese
momento se ha ido desgranando por ambos interlocutores a lo largo de la larga
conversación telefónica, llegas y le dices al otro (o a la otra, que aquí «tantos montan, montan tantos») lo siguiente:
—Bueno, vale. Sí. En eso quedamos,
¿ehhhhh? Si este viernes no venís en el autobús de las 6 de la tarde, me voy en cá tu suegra y la digo que no habéis
venido, para que no prepare cena pa
vosotros.
En esto que el interlocutor te dice:
—Vale, vale, sí, sí; en eso quedamos,
¿valeeee?. Tú, si ves que no hemos llegado en el autobús de las 6 de la tarde,
te coges el toletole y te vas a avisar a mi suegra de que no prepare cena para
nosotros.
—De acuerdo, de acuerdo. Tú no te
preocupes por nada que si veo que no habéis venido —que será lo más probable—
me acerco hasta cá tu suegra y se lo
digo eso mismo.
—Sí, bueno, vale. Peroooo, ¡a ver qué le
vas a decir a mi suegra!
—¡Cóño, Joé! ¡Qué le voy a decir? ¡Pues eso…! Que no prepare cena para
vosotros. La decimos que eche dos puñaditos menos y ya está. Que ya, si eso…
vosotros ya se lo avisaréis con tiempo para otro día.
—¡Ah, bueno, eso así sí! Quedamos en
eso, ¿ehhhh? De acuerdo, de acuerdo. Vale.
—Hale, venga; quedamos en eso. Así que
hasta que nos veamos. Un abrazo; adiós; hasta pronto……...
Pero el otro (o la otra) no se despide…
¡Quiá…!, digamos, más bien, que no te devuelve el abrazo y todos los demás avíos
de las despedidas y en su lugar va y te dice:
—Bueno pues… hala, queeeee…, en eso
quedamos, ¿nooo?. Si no hemos llegado a las 6, vosotros tranquilos, ¡eh! No
preocuparos.
—Sí, sí, tú no te preocupes por nada. En
cuanto vea llegar el autobús de las 6 y no habéis llegado, me cojo el toletole,
me planto en cá tu suegra y la digo
lo de la cena y todo eso que hemos acordado.
Entonces, como parece ser que la cosa ha
quedado suficientemente aclarada por ambas partes, va el interlocutor y te
dice:
—Bueno hale, venga; en eso es en lo que
quedamos, ¿ehhh? Un abrazo para vosotros y les dais un besito a los niños de
nuestra parte.
Y tú vas y le respondes:
—Vale, vale; de vuestra parte. Hala, hasta
pronto, hasta la vista.
Pero no sé que coños ha dicho la otra
persona, solapando su voz a la tuya que casi casi no te has enterado de lo que
ha dicho y en vez de colgar tajantemente el teléfono le preguntas:
—¿Cómo dices?
—Digo que eso, queee…, ¡por dios!, no se
te vaya a olvidar lo de ... ... …
La despedida interminable continúa pero
yo ya me canso de describir al detalle cómo suelen ser al completo “las
despedidas telefónicas a la española”.
Yo veo las películas de Jolibú y cuando
hablan por teléfono se dicen lo que se tienen que decir y cuelgan sin más…
Y allí no verás que se dicen “adiós” ni “gusbay”
ni “chao” ni “arrivederchi” ni “orbuá” ni nada de nada. Cuelgan y ya está…
Y a mí..., ¡me da una envidia!
No puedo, no puedo. No soporto las
interminables “despedidas telefónicas a la española”.
¡Ahhhh, y otro tanto ocurre en las
despedidas de las visitas domiciliarias!
Pero eso ya da para hacer otro artículo
tan tedioso como este.
¡Adiós!
1 comentario :
Un amigo escocés, que lleva varios años viviendo entre nosotros, aún no se ha acostumbrado a este tipo de situaciones. El siempre se refiere a la costumbre que tenemos que después de haber estado mucho rato en algún sitio, cenando o tomando unas copas, tenemos que quedarnos un buen rato en la calle al salir para decidir en dónde se prosigue la marcha o la reunión, sometidos al frío, al calor o a lo que sea, cuando podríamos haberlo decido antes de salir. Dice que aún no nos entiende a los españoles. ¡Si supiera que ni nosotros mismos nos entendemos...!
Un abrazo
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