sábado, 3 de enero de 2015

verdugos

El oficio de verdugo ya hace años que desapareció en España pero verdugos, verdugos..., haberlos..., haylos.
Hay profesiones inconfesables, o profesiones que a los que las ejercen les da un poco de vergüenza o reparo desvelárselas a la gente porque un gran porcentaje del pueblo, en lo más íntimo, rechaza profundamente a ese tipo de profesionales. La de verdugo es la más inconfesable y el que la ejercía se cuidaba mucho de que no lo supieran ni familiares ni amigos ni vecinos de su barrio o de su pueblo.

Algo parecido ocurre —en menor intensidad— con los clérigos, policías, guardiaciviles, funcionarios de prisiones, ... (leer esto)
No sé; no sé por qué pero esas profesiones, los que las ejercen saben muy bien que no es bueno para ellos, en muchos casos, ir por ahí confesando al gran público cómo se ganan el sueldo.
El oficio de verdugo es tan fuerte, tan rechazable por el gran público, que ellos, para suavizar un poco su discutible oficio, se autodenominaban eufemísticamente "agentes judiciales ejecutores de sentencias".

En la genial película «El verdugo» dirigida por Luis García Berlanga, hay un momento en que los protagonistas hablan de la pena de muerte.
José Luis, trabajador de la funeraria que interpreta el actor italiano Nino Manfredi, dice:
  —Yo creo que la gente debe morir en su cama, ¿no?
A lo que el viejo verdugo, en boca del gran Pepe Isbert, le responde:
  —Naturalmente. Pero si existe la pena de muerte alguien tiene que aplicarla.
Pero ahí, lo injusto del ser humano consiste en despreciar al verdugo y no despreciar con igual o mayor intensidad, a los aparatos de justicia y a los Estados que los utilizan, que son los que crean y sostienen ese castigo tan desproporcionado, tan inhumano y tan anticristiano.
En la película/documental de Basilio Martín Patino «Queridísimos verdugos» quedó muy bien retratada la execrable "profesión".

Los nuevos "verdugos", los "verdugos" de esta época moderna, civilizada y democrática, son los policías antidisturbios. (Y a veces, también, los policías a secas y los vigilantes jurados).
Se trata de un cuerpo especial de policías, reclutados y adiestrados para pegar —sin remordimientos y muchas veces, sin motivos— palizas al ciudadano indefenso y pacífico, en las comisarías, en las calles y otros recintos.

Todos tenemos algún amigo que dice tener un amigo entre los policías antidisturbios. Pues bien, uno de esos amigos me decía un día que tiene un amigo en las brigadas de antidisturbios que es de los que le fastidia mucho tener que pegar a los ciudadanos. Y a su vez, el "policía bueno" le confesaba a su amigo, que ha visto a algunos compañeros de "oficio" que se sienten muy a gusto pegando a la gente y hasta les produce una inmensa dosis de placer. (!?!)

Hoy día, no creo que haya una profesión más despreciable en la sociedad española, que la de ejercer de policía antidisturbios.
Y no por evitar los disturbios entre la gente, que es muy necesario, sino por los métodos y la "filosofía" que aplican en sus actuaciones.

A un ciudadano de tu país, en legítima posesión de sus derechos humanos, cívicos y democráticos, no le debes hacer que desista de una protesta o manifestación callejera a base de darle palos, patadas y 'ostias' según tu capricho o el de los superiores jerárquicos que te lo ordenan o consienten.
A estos policías también se les ha aplicado eufemismos para suavizar la dureza de sus "trabajos".
Ya no se les llama "antidisturbios"; ahora se les denomina, bonitamente, Unidades de Intervención Policial (UIP). ¡Qué más da! Verdugos al fin. Verdugos, algunos, hasta las últimas consecuencias. En calles y comisarías, a algunos se las va la mano tanto, tanto, que terminan matando al ciudadano (o mutilándolo o torturándolo cuando menos).
Y el Estado, el gobierno y la sociedad en general, no les pasan la factura que debieran pasarles. A algunos, hasta los indultan luego de ser juzgados.

A estos verdugos uniformados del siglo XXI no habría que discriminarlos ni marginarlos ni despreciarlos; no hay que
ensañarnos con ellos ni con su 'oficio'. Habría que denominarlos, eufemísticamente, "agentes ejecutores de las órdenes del gobierno".

sábado, 15 de noviembre de 2014

una frase lapidaria

Yo tengo una frase lapidaria que si nadie reivindica su autoría tendré que creer que es de mi invención (con lo difícil que resulta hoy día inventar nada).
Se trata de esta frase lapidaria que ilustra la fotografía:

Y tengo un amigo que es un orfebre del damasquinado. Bueno, es un artista también de la canción. Además de grabar placas de hierro pavonado con hilos de oro y de plata, también ha grabado discos con canciones creadas por él.
Y Adolfo, que es así como se llama este amigo, una de las locuras que le ha dado, ha sido la de plasmar con el arte del damasquinado toledano que él domina, mi frasecita en letras de plata.
¡Y me la regaló!
Ahí queda el resultado.

Y aquí en estos vídeos podemos ver sus dos facetas artísticas: orfebre y cantante.

https://www.youtube.com/v/qkWr0zTTr64

Este es un vídeo muy acelerado de lo que son sus últimos trabajos en damasquinado:
https://www.youtube.com/v/eEaaM0R4rW4

Y aquí tenemos a Adolfo trabajando en su taller de damasquinado

https://youtu.be/xzFhb7z30P0

De su disco
TIEMPO DE OTOÑO
canciones de amor
(año 1996)
Adolfo, el cantautor de Bargas
https://www.youtube.com/v/srI4RO8AiJI
https://www.youtube.com/v/OF4zgxcYwAE
https://www.youtube.com/v/fr-NSAa-13M
https://www.youtube.com/v/b2atvLt0vp4
https://www.youtube.com/v/C2-bbqgLW94
https://www.youtube.com/v/7NoMZCIOiHo
https://www.youtube.com/v/m--DL_iAI3Y
https://www.youtube.com/v/Ll-AqktWkhI
De su disco
ASÍ PIENSO, ASÍ CANTO
(año 2012)
https://www.youtube.com/v/ERYfqE0aLTU
https://www.youtube.com/v/uKs4IL_xlHI
https://www.youtube.com/v/C8QiImlbCoc
https://www.youtube.com/v/BAoavzVOBEw

viernes, 7 de noviembre de 2014

Cuando un amigo se va...

Tuvimos una convivencia muy estrecha durante muchos años. Siempre me acompañó a los sitios y gracias a él viví momentos inolvidables. Aquellas vacaciones de agosto; la boda de mi hija; el traslado urgente de mi ancianita madre al hospital; momentos muy importantes de mi vida y de la de toda mi familia. Fueron muchos, muchos años los que estuvimos juntos.
Algo se muere en el alma
cuando un amigo se va
y va dejando una huella
que no se puede borrar.

¡Qué bien lo dice la letra de esa célebre sevillana! Mucho mejor que yo lo pueda expresar aquí con mi pobre prosa.

Creo que nunca llegaré a agradecerle suficientemente todo lo que él hizo por mí, por toda la familia. Todavía me queda en el pecho o aún más dentro, una aspereza, un resquemor; es como una sombra negra en el alma cada vez que me acuerdo de nuestro desenlace, de nuestra despedida definitiva.
Me sigue remordiendo la conciencia cada vez que me acuerdo de lo mal que me porté con él; mal, muy mal el día que nos separemos. Me alejé de él sin una mirada, sin un leve roce, para que no se me saltaran las lágrimas. ¡Aahhggg! ¡¡Las lágrimas!! Asquerosa costumbre metida en el tuétano de una sociedad de hipócritas, que obliga a los varones a disimular sus verdaderos sentimientos. Que nos obliga a contener las lágrimas cuando más nos lo pide el cuerpo.
Maldigo el no poder volvernos a encontrar en el último rellano para comportarme como un hombre; como un verdadero hombre..., ¡...y al diablo con las lágrimas!
Cuando un amigo se va
queda un tizón encendido
que no se puede apagar
ni con las aguas de un río.
Me ayudan mucho esos versos de Alberto Cortez para dar a entender lo que tanto me cuesta decir con mis propias palabras. Y hoy escribo esto sólo por desahogarme; por autoconsolarme. Yo sé que ya no servirá de nada. Que nada voy a arreglar con todo esto. Pero escribir cosas así, aunque sé que él no las puede oír, me reconforta y me hace sentirme un poquitito más humano.

Siempre recordaré con cariño aquellos momentos en que me sacó de apuros. Aquella noche de agosto, ya madrugada, camino de las playas de Benalmádena, bajando el puerto de Despeñaperros que si no es por él, nos hubiéramos caído todos, con las maletas, con las sombrillas, con las sillas de camping, ... con todo. Era por el paraje que lo llaman "el mirador de Despeñaperros", allí donde Joselito rodó las escenas de "El pequeño ruiseñor". Aún no estaba convertido en autovía y era muy arriesgado el tomar algunas curvas muy cerradas.
Y cuando aquella otra vez en que se nos echaba encima una cuba de vino con apariencia de ser humano, ¡con qué destreza, con qué valentía nos libró del peligro! Aunque él no salió bien parado.
Me prestó grandes e impagables servicios. Eso yo nunca lo voy a olvidar. También, a veces se prestó a hacer asuntillos un poco..., en fin... ya me entiendes.
Lo supe luego. Aquellas veces en que entró en complicidad con mi hijo mayor y aquella media novia que tuvo, que hizo con él... ¡¡de Celestina!! Qué cómplice, qué confidente, qué discreto que a mí nunca me insinuó nada de todo eso, y yo hubiera seguido ignorándolo si no es por aquella prenda femenina que un día me encontré.
Cuando un amigo se va
queda un espacio vacío
que no lo puede llenar
la llegada de otro amigo.



Pero un día, muy viejito ya, nos dejó tirados en plena calle. ¡Qué vergüenza! ¡Qué sopetón! Entre un taxista y yo le empujamos para retirarle de la calzada antes de que los impacientes nos dedicaran una tremenda pitada; luego lo tuvimos que cargar en un camión-grúa hasta un taller. Allí, el mecánico, después de hacerle un exhaustivo chequeo al día siguiente, me comunicó lo peor. Me diagnosticó que tenía lo que yo ya me imaginaba que tenía. Me lo dijo muy clarito y sin rodeos. Y lo tuve que dejar allí, y enseguida intenté llenar aquel vacío comprándome un nuevo coche.

Después de aquello, cada vez que miraba a mi nuevo coche, (el Citrôen ZX) cada vez que me montaba en él, me parecía estar cometiendo un adulterio. Me sentía como esos 'donjuanes' maduritos que abandonan a su esposa por irse con otra más jovencita, menos rodada y con menos kilómetros que su esposa.
este era mi querido cuatrolatas
¡¡Ay; no habrá otro coche como mi coche!!
En memoria de mi cuatrolatas (Renault 4-L) que a su lado me hizo sentirme un hombre.



Pasaron los años...
Después, con el Citrôen ZX ya nada fue igual. Veinte años le he tenido hasta que en los primeros días del mes pasado me desprendí de él para comprar un Citrôen C3. Y asistí a su sepelio.
Fue una mañana fría de enero en la que un camión-grúa de Desguaces La Torre, lo sacó de mi garaje, lo cargó en el camión y le di mi último adiós.
Pero yo ya tenía un callo en el alma desde el drama aquel de tener que abandonar a mi queridísimo Renault 4Latas.
La despedida del Citrôen ZX no fue tan triste ni tan dramática. No llegué a derramar ninguna lagrimita. No obstante, el operario de Desguaces La Torre me dijo: "Este es un momento triste, ¿verdad?". Yo le dije que sí, que lo era y mucho y que estaba muy descontento conmigo mismo por no haber logrado sacar ni una lágrima y le conté lo del otro coche; la dramática despedida de mi 4Latas.

¡Hay que ver! El ser humano se acostumbra a todo y cuando se viven varios dramas se forma una dura coraza que protege el alma y ya parece que los duelos no son tan trágicos.
Pero..., Citrôen ZX, si me escuchas desde donde quiera que estés: Que sepas que tú también has dejado un hueco en mi alma que no se podrá llenar con tu hermano pequeño, el  Citrôen C3.
alcázar de Toledo en relieve

domingo, 26 de octubre de 2014

policías

Los policías son funcionarios necesarios en todo Estado que quiera vigilar las leyes y proteger a sus ciudadanos de las injusticias.
Pero las prácticas que vemos de los policías en países con injusticia social, como en España, dista mucho de esa bella teoría.

Me permito entresacar unos párrafos pertenecientes a un texto escrito por Pablo Iglesias >aquí< (23-08-2011):

No debemos olvidar que el, llamémoslo así, “estilo policial” es uno de los indicadores de la calidad democrática de un país y que, en este indicador, España ofrece muy poca calidad, hasta el punto de que algunas guías turísticas extranjeras recomiendan a sus ciudadanos evitar en lo posible el contacto con los policías españoles.
[...]
... la visita del santo padre ha vuelto a retratar a las tristemente famosas Unidades de Intervención Policial. Gracias a algunos periodistas (últimamente las víctimas preferidas de la violencia policial) decenas de fotografías y vídeos que prueban la brutalidad y la violencia gratuita de los antidisturbios, han asombrado a cientos de miles de ciudadanos.
[...]
El nuestro es el país en el que La República creó la Guardia de Asalto para evitar que el control del orden público, al menos en las ciudades, estuviera en manos de una Guardia Civil que no sabía mantener el orden sin disparar.
El nuestro es el país en el que tras la modélica Transición no se produjo ninguna depuración en unos cuerpos policiales repletos de torturadores y asesinos para los que la impunidad del régimen nunca dejó de funcionar.
Y el nuestro sigue siendo el país en el que la policía apalea a la gente de izquierdas que protesta, sean trabajadores, estudiantes, indignados en general y, últimamente, defensores de la laicidad.

¿Se imaginan ustedes a los antidisturbios cargar en aquella manifestación de la AVT en la que fue agredido el Ministro Bono?
[...]
¿Se imaginan una carga policial en las manifestaciones ultracatólicas contra los derechos civiles de los homosexuales?
[...]
No tengo ninguna duda de que la policía es imprescindible para construir una sociedad justa, ni tampoco dudo del compromiso civil y de la buena voluntad de muchos agentes que seguro se habrán indignado al ver actuar a sus compañeros. El problema es que a los policías demócratas no les vemos ni les escuchamos nunca.

En este vídeo el periodista 'Gonzo' (La Sexta TV) ha entrevistado a uno de los guardias civiles que trabaja a pie de valla. El agente explica cuáles son las órdenes que reciben cuando hay un aviso de salto a la valla: “Las órdenes son rechazar a todos los inmigrantes de la forma que sea”, comenta. La orden la reciben “del oficial de servicio que se encuentra en ese momento en ese punto”. Explica que el protocolo asegura que “se pueden devolver inmigrantes y el que no lo haga se puede enfrentar a un delito por desobediencia a un superior”. Por lo tanto se puede decir que “nos obligan a incumplir la ley”.
Reciben la orden de usar la fuerza para hacer bajar a los inmigrantes. “Las órdenes son claras: ‘Bájalo de ahí, bájalo de ahí’”. El agente explica que sus superiores les ordena que les hagan descender de “cualquier forma”. Además, asegura que las porras se están utilizando para “hacer descender a personas que realmente no están haciendo una acción de fuerza contra nosotros”. También confiesa que se han utilizado pelotas de goma: “Se han utilizado pelotas de goma, al igual que se vio en Ceuta”.