Al igual que el cuco pone sus huevos en nido ajeno, yo también me despacho a gusto poniendo comentarios en los blogs de otros.
Empiezo por un blog que visitaba asiduamente y que tenía enlazado a mi blog.
Nunca me ha gustado el anonimato tan absurdo y muchísimas veces innecesario que se da aquí en la Internet. Y la curiosidad humana nos hace que nos entren más ganas de saber quién se esconde detrás del camuflaje de cada blolg.
Siempre me imaginé que el dueño del blog que menciono, era un policía, pero ya se sabe,
es rarísimo que de paisanos nadie confiese que su trabajo es el de ser policía. (
?)
Para asegurar que era un policía a mí me faltaban datos; sólo era una mera corazonada. Bien es verdad que contaba con las pistas que aportaba en su blog sobre su lugar de nacimiento; sobre los lugares de España en donde ha residido...
Pero si se trata de un policía —me decía yo para mis adentros— debe ser un fuera de serie ya que se confiesa ateo, republicano y socialista sin carné de partido. (
!!!).
Pero cuando un día le afloró la vena de policía en su blog, fue cuando hizo un panegírico de los "antidisturbios" y sus métodos. Recientes estaban las delicadas maneras de desalojar a los ciudadanos de una sentada en la plaza de Puerta del Sol de Madrid (16-5-2011) y de la Plaza de Cataluña de Barcelona (27-05-2011).
Entré en su blog y le dije:
Cuando uno en su propio blog no se identifica del todo, cuando no da datos personales de uno mismo, otros tenemos la tendencia de imaginar; de elucubrar; de intentar averiguar. Curioso que es el bicho humano.
Acertado o equivocado, yo hace tiempo que llegué a la conclusión de que tú, además de un tío de izquierdas, que no lo dudo, eres o has sido policía o guardiacivil.
Tu artículo de hoy me viene a decir, con más rotundidad que nunca, que no voy muy descaminado.
Y para un supuesto caso como el tuyo es para quien escribí este artículo. ¡Qué quieres...!
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No sé si tu experiencia me hará comprender que no estoy muy atinado con lo que pienso de los cuerpos policiales. A mí nunca me zurraron con su porra reglamentaria (al menos, físicamente).
Pero con arreglo a los recientes acontecimientos he vuelto a escribir sobre lo mismo y quisiera creer que estoy muy equivocado.
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Mi moraleja final a todo esto es que si los demás funcionarios del estado español, funcionaran con el mismo entusiasmo, con el mismo celo laboral, con la misma entrega y la misma 'obediencia', los administrados estaríamos en la gloria, [...]
Salú,
En fin, que el policía del blog se despachó a su gusto con la forma en que sus colegas disuelven los disturbios callejeros.
El fenómeno de los abusos y malos tratos, desmedidos, crueles y sanguinarios que inflingen los policías a los ciudadanos, es algo que me tiene preocupado y por eso escribí este artículo en el que
abordo la misma temática porque me preocupa mucho.
Recordadme que un día escriba otro de cómo tiene que ser el comportamiento correcto de los cuerpos policiales en democracia, de cara a los ciudadanos que —teóricamente— somos sus empleadores y les pagamos los sueldos, los cascos, los escudos, las porras, las botas y las "esposas".
Total, que el policía del blog me contestó:
Le agradezco sus comentarios y los artículos a los que enlaza los cuales, quizá, desde mi punto de vista, claro, caen en la crítica simplista.
Los policías no somos alimañas sedientas de sangre, aunque a usted y a otros bienpensantes se lo parezca, y ahora, con la que está cayendo, es la norma, tanto por los tertulianos de izquierda como por los de derecha, pero estos, claro, con el objetivo de atacar a Rubalcaba.
Lo de Barcelona fue, cuando menos, un error estratégico y político garrafal, y le aseguro que a mí tampoco me gustaron las imágenes. Lo de Valencia es otra cosa, pero claro, lo que sale en televisión es únicamente el follón policial que siempre aparece como desproporcionado. [...] Sería absurdo y asumamos el papel de sicarios sangrientos del capitalismo, que es lo que le mola a la progresía, salvo cuando tiene responsabilidades.
Esto de los comportamientos policiales en democracia da para muchos ríos de tinta. Y a mí me parece que en España la cosa es seria tirando a dramática. Y manifiestamente mejorable. Sí.
Yo llevo tiempo pensando en que este fenómeno de los cuerpos policiales y sus comportamientos en democracia, tienen un gran paralelismo con el monstruo del doctor Frankestein.
Recordad que el doctor Frankestein quiso hacer un ser humano y le salió un monstruo despiadado y sin conciencia del mal.
Aquel doctor quiso deshacer su obra, quiso destruir al monstruo a la vista de los nefastos resultados, pero el monstruo tenía ya vida propia, se le fue de sus manos y hacía fechorías por su cuenta.
Algo parecido es lo que quiero yo creer que ocurre con comportamientos tan desmedidos de los cuerpos policiales. Quizás no de todos, pero que se salven los que puedan.
Yo no creo que esos comportamientos tan crueles, vengativos y sanguinarios, de algunos policías para con sus ciudadanos, estén ordenados por un mando político.
Pero lo que también creo es que esos mandos naturales no tienen coj----..., (ejem, ejem) no se atreven a destruir a esos monstruos que les han salido dentro de la policía.
Pero tomarse muy en serio las cosas serias, nos puede producir una úlcera de estómago, por eso, en otro de los blogs que visito, dejé este huevo relleno de buen humor:
Anoche tuve un sueño.
Soñé que vivía en el año dosmil-no-sé-cuántos y que en España ya no hacían falta los policías revienta-huelgas, revienta manifestantes…, revienta seres humanos en general.
Y llegó un momento (¡¡já, qué gracia, oye!!) que a aquellos policías tan entregados, tan cumplidores de la obediencia debida, tan profesionales y tan celosos del cumplimiento exagerado del deber, los tuvieron que repartir entre las diferentes ventanillas de los diferentes negociados de la administración del Estado.
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Y soñé (¡¡fíjate tú!!) que me tocaba uno de esos funcionarios reconvertidos del casco, el escudo, la porra y las botas de media caña, y cuando me acerqué a la ventanilla, no se conformó con anticiparse a darme los buenos días —cual cajera del súper—, sino que además me tendió su mano para que se la estrechara.
Cuando le dije que iba a renovar el carné de identidad, con la amabilidad típica de un servidor público, me invitó amablemente a irme a mi casa y no bien llegado a ella se presentó con una cámara fotográfica, una máquina de escribir portátil, un tampón azul y una maquinilla termosoldadora de plásticos.
Yo estaba abrumado, despendolado, descolocado, abochornado. Pero me quedé fané y descangallado cuando, al faltarme una póliza…, ¡¡¡ME LA PAGÓ EL FUNCIONARIO DE SU BOLSILLO!!!
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Y es que es lo que tiene haber sido antes funcionarios modélicos, ultra-cumplidores y sobrepasados del deber, ultra-celosos de su profesión, ultra-obedientes, ultra-serviciales, ultra-etcétera-etcétera-etcétera…
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¡Ya te digo…!
«...en fin, que dieron las claritas del día, yo me desperté, me lavé los ojos, hice un pis, y me vestí para bajar a desayunar.»