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sábado, 29 de septiembre de 2012

ideas sueltas

policías
Hay policías y policías. Inclusive, hay también policías. España es una primera potencia mundial en policías. Policías de todo tipo. Hay policías municipales (que también los llaman policía local y policía urbana); tanto montan.
Hay policías autonómicos que se llaman mossos d'esquadra o-y ertzainas.
Hay guardiasciviles que tiene mitad de cuerpo de policía y la otra mitad de militares del ejército. (?)
Y hay policías nacionales que antiguamente se llamaban policía armada. Mucha, mucha policía.

De todos ellos existen unos escuadrones que visten de gala cuando de pegar palos al ciudadano se trata. Y están escogidos, no podría ser de otra forma. No todo el que se mete a policía podría dar palos, patadas y bofetones a un ciudadano que no le da motivos. ¡Y aunque se los diera! Los policías no pueden ser "robocop" que lleven el ministerio de justicia pegadito al extremo de sus eufemísticas "defensas".

Ese tipo de policías son los que disparan la prima de riesgo de una democracia que deja mucho que desear. Están entrenados, adiestrados y fuertemente pertrechados para pegar a los ciudadanos en las calles y dentro de las comisarías. Para humillarle y vejarle en el mejor de los casos. Pero la ideología de esos cuerpos les delata. Con el que se ceban y se deleitan a fondo es con el ciudadano que huele un poquito a rojeras, a izquierdoso.

Pero no nos engañemos. No es cierto que todo lo hacen por obediencia debida a las órdenes que reciben del político que teóricamente los manda. No. Se trata de un organismo autónomo que viene actuando de idéntica manera desde los gloriosos tiempos de la dictadura fascista.
Y lo que pasa es que cuando allá por el año 1977 llegó a España la nosequecracia, no hubo ningún político que tuviera los suficientes ... (esos...) para reciclarlos y prepararlos para actuar dentro de lo que requiere una demosgracias y unos derechos humanos. Y así han seguido con sus métodos de siempre campando a sus anchas.

Hay pronosticadores casi proféticos que aseguran que si alguna vez en España se echara de la policía a esos ejemplares tan ejemplarizantes, que formarían grupos de delincuentes asaltadores de chalés, de naves industriales o-y de bancos, al estilo de los ex-policías que nos han venido de regalo de los descompuestos países de la Europa del Este.
Yo creo que no. Que no se meterían en bandas de ladrones. Yo creo que esos hipotéticos despedidos de la policía, más bien pasarían a formar bandas callejeras de masacrar rojos, inmigrantes, negros, homosexuales, moros y progres de toda calaña.

Cataluña
A mí me educaron en la escuela nacional-católica y me inculcaron la idea de lo que debe ser una España-paña, ¡coño!, por eso no acabo de ver con buenos ojos que ahora Cataluña y después el País Vasco, se quieran separar del resto de España y nos dejen con tres cuartas de narices a la luna de Valencia. No, eso no lo quiero yo. Llegados a ese punto, si se me permite, lo que yo quisiera es solicitar formalmente que nos independicemos de Cataluña y del País Vasco y que nos anexionemos con Portugal. Eso es lo que yo deseo para que esa Españita resultante de esos dos separamientos, no se quede en tan poquita cosa.

Rajoy
Es un chico lelo, muy inepto, muy poco capaz para conducir a España por el buen camino. Puestos a profetizar, no le auguro un buen final. Desde sus propias filas, un día no lejano, se le sublevarán las huestes y no le dejarán terminar, ni siquiera, esta legislatura. Mejor así, porque si no, nos meterá en un pozo sin salida. Creo que habrá elecciones anticipadas.
Rubalcaba
No acaba de remontar el vuelo. Ya lo dije en su día a quien me quisiera oír: «No es acertado elegir para cabeza del PsoE a uno que ha colaborado estrechamente con el zapaterismo». Y así le va al PsoE. ¿Cuándo caerán en la cuenta? Es muy necesario que cuanto antes, el PsoE se convierta en PSOE.

domingo, 9 de septiembre de 2012

soy ateo

gracias a dios
Eso dicen que fue Luis Buñuel el que pronunció esta frasecita tan graciosa.
Y no es un disparate ni un juego de palabras. No. Veamos.

Si dios existiera sería un sarcasmo negar su existencia. Pero como no existe y hay mucha gente convencida de su existencia, el que intenta estar lejos —como yo— de esa engañifa, es lógico que diga «soy ateo gracias a dios», que equivale a decir «soy ateo gracias —o por culpa— de ese ser inexistente en el que muchos creéis a pie juntillas»

Dios no existe; es un invento de la imaginación y los miedos de los seres humanos desde la noche de los tiempos, alentada por sus más directos beneficiarios: los clérigos o religiosos de profesión. Y esa idea de un creador todopoderoso acostumbra a ir acompañada de una promesa de premio: la certeza de otra vida que vendrá después de nuestra muerte, la vida eterna o verdadera.

Se hacen aquí muy apropiados los versos del poeta malagueño Manuel Alcántara:
«Cuando se acabe la muerte,
si dicen: ¡A levantarse!,
a mí que no me despierten.
(fragmento de la poesía titulada: "De mí, una guitarra")

Nacemos y morimos como todos los seres vivos de la naturaleza. Nuestro cuerpo es el único cuerpo. Nuestra vida es la única vida. Nos perpetúa nuestra descendencia, la huella de nuestros actos y el recuerdo de quienes nos amaron —u odiaron— en vida.

Las religiones son radicales, violentas, excluyentes, injustas; son el invento de la creación humana que más dolor ha causado a la propia humanidad.
Los creyentes renuncian voluntariamente al ejercicio de la razón esgrimiendo argumentos inspirados en absurdas teorías que provienen de lo no tangible, lo indemostrable, la superstición y la magia. Sin embargo, esos mismos creyentes, en otros terrenos de la existencia, suelen pedir pruebas irrefutables.

Pero siento un enorme respeto con cierta mezcla de compasión, hacia la gente de fe, de buena fe, que tiene la necesidad de aferrarse a esas creencias de lo imposible. Necesitan abrir los ojos para descubrir con claridad toda esa pléyade de sacerdotes, rabinos, chamanes, hechiceros, brujos, nigromantes, hipnotizadores, lamas, astrólogos..., que viven de esas engañifas.

viernes, 9 de marzo de 2012

monarquía republicana

Hace algunos años que asistí a conocer al hijo recién nacido de un sobrino mío. Juan Carlos, mi sobrino, es un militar destinado en una base de carros de combate en los alrededores de Madrid.
A su casa de Carabanchel asistí aquel día para conocer a su pequeño recién nacido —a mi sobrino-nieto, para entendernos—. Era su primer hijo.

Estábamos en la sobremesa del almuerzo, hablando de esto, de eso y de aquello…, dando vueltas a la cucharilla dentro de la taza de café cuando sonó el teléfono. Lo descolgó la esposa de mi sobrino y tras un momento breve, se lo pasa al marido diciéndole:

—Toma; es Felipe.
Tras una corta conversación en la que a mi sobrino me pareció oírle decir:
—Está aquí mi tío que ha venido de Toledo a conocer al niño.
Mi sobrino Juan Carlos es un militar muy atípico. Es un poquito ateo y además simpatiza mucho con los socialistas. Para un militar español, creo que eso es raro, raro, raro.
Con las ideas que tiene, no le dio la gana bautizar a su hijo y su esposa se lo consintió.
Colgó el teléfono y acto seguido, mi sobrino se dirige a mí, con un gesto entre azul y buenos días y me dice:

—Tío: ahora va a venir Felipe.
Como yo le miré con ojos entre gris y buenas noches (¿…!), la esposa de mi sobrino se apresuró a decirme:
—…Es el hijo de Juan Carlos de Borbón. Es que en esta casa, como somos los dos como somos… siempre le llamamos Felipe a secas; no nos sale llamarle por el nombre de su oficio.


Bueno…; yo ya sabía de antemano que mi sobrino hizo la carrera militar con el príncipe Felipe. Sí, eso sí lo sabía yo. Incluso sabía que se veía de vez en cuando con los compañeros de promoción y que mantenían una cierta amistad.

Lo que nunca me imaginé es que el Príncipe de Asturias, el heredero de la corona del reino de España, se dignara a ir a visitar a mi sobrino en su propio domicilio de Carabanchel.
Mi sobrino trató de explicarme, con la máxima naturalidad de que fue capaz, que no me preocupara; que era un tío muy sencillo; uno más entre nosotros.
Que no gastara con él ningún remilgo ni ningún protocolo que eso a él le j..., [fastidia] mucho. Que bueno, que aunque yo sólo le haya visto en televisión en actos propios de su oficio, que me olvide de todo eso, y que cuando esté aquí con nosotros me mentalice de que es un buen amigo; uno de tantos, y que le trate como lo que es: un buen amigo de tu sobrino.

Yo le prometí que sí…, que nada…, que bueno…, que estuviera tranquilo que por mi parte no iba a hacer el patoso. Que yo, aunque no estoy acostumbrado a estas cosas, que perdiera cuidado, que yo sabría estar a la altura que de mí requería mi sobrino y esposa.
Pasados unos minutos que a mí se me hicieron siglos, sonó el portero automático y contestó Delfy, la esposa de mi sobrino Juan Carlos. Ella preguntó “¿Quién…?” y a través del interfono todos pudimos oír “Felipe”.
Al poco llega el Príncipe Felipe al cuarto de estar y, ¡claro!, todos nos pusimos de pie, como corresponde a las costumbres de la buena educación.
(Yo ya llevaba cinco o seis segundos de pie, antes de que irrumpiera en el cuarto de estar).
Fue saludando a la pareja; dio dos besitos al recién nacido y se dirige a mí directa y diligentemente. Y va y me dice, de sopetón:

—Tú eres Jesús, ¡a que sí!
A lo que yo, mientras le estrechaba la mano, muy cortadísimo, acerté a decir:

—Hola. Sí…, si. (Me pareció tan parco mi saludo, que unas milésimas de segundo después, dije casi a destiempo):
—…alt… eza. Me salió entrecortado.
En esto que Felipe me soltó una sonrisa entre añil y madrugada, a la vez que arqueaba mucho la ceja izquierda. Inmediatamente después le miró a mi sobrino con cara interrogante y él le respondió:
—Lo siento, Felipe. No será que no se lo he advertido; pero perdónale, mi tío es un tío de los chapados a la antigua. ¡Es del siglo pasado! Es casi como esos pelotilleros carcas que tanto te adulan.
Delfy sacó otra taza de café y se la puso a Felipe con la manoseada pregunta: «¿Solo o con leche?».
Charla que te charla, de esto, de eso y de aquello, en un momento de la conversación, va Felipe y me dice:
—Es que… ¿sabes?, a mí, cuando no estoy en acto de servicio, me jo.., me fastidia mucho que me llamen por el oficio. Tengo que tener vida privada, ¿noo?

A esto que yo le respondo, poco convincente: “claro…; claro”.
Y Felipe sigue hablando conmigo y va y me dice:
—Juan Carlos, aunque lo intenta disimular conmigo, demasiado sé yo que en el fondo es republicano.
A punto estuve de volver a meter la pata con una pregunta tonta y preñada de extrañeza: ¿Quién, su pa…?”. Pero una milésima de segundo antes de soltar la torpeza, me di cuenta de que hablaba de mi sobrino Juan Carlos; el militar progresista. Sí, yo ya sabía que mi sobrino es un militar atípico; un militar con ideales republicanos.
Yo le respondí a Felipe:
—¡Ah, sí, sí, claro, claro…! Ya, ya…, alt…
(Por poco, vuelvo de nuevo a meter la pata, pero me mordí la lengua, miré al techo y disimulé).
Luego, mi sobrino sacó el parchís, y estuvimos jugando los cuatro unas manitas.


Cada vez que me acuerdo del pasaje aquel me echo las manos a la cabeza y me digo: «¡Madre mía! ¡Se acaba de inventar la monarquía republicana!».
En estos días me está asaltando un extraño sueño en el que ‘veo’ a Eduardo Haro Tecglen cortando una larguísima cinta con la bandera monárquica por una cara, y por la otra, la bandera aquella de la España republicana, proclamando: «Doy por inaugurada la Monarquía Española Republicana Democrática». (MERD)
Y Rouco Varela le toma una pequeña muestrecita de la cinta recién cortada, hace un lazo con ella y se la prende en la solapa de su sotana.
¡¡Ay, ay, estamos perdidos!!

A pesar del estilo jocoso, este texto me ha servido para evocar un régimen político que muchísimos españoles no llegaremos a conocer: LA REPÚBLICA.

domingo, 26 de febrero de 2012

los blogs y las izquierdas

Entre los enlaces de blog favoritos que tengo en mi columna de la derecha, tenía el blog de una persona que se autodefinía como socialista, republicano y ateo. Socialista sin carné, es lógico porque terminé sabiendo o más bien sospechando que el dueño de ese blog es o había sido policía.

Pues bien. Su definición personal me pareció de perlas porque es idéntica a la que haría yo de mí mismo. Lo de posible policía no lo encajaba yo de tan buena manera porque yo soy uno de esos españoles que cada vez más alto dicen «Cuanto más conozco a la policía, más inseguro me siento». Y es que yo viví intensamente los gloriosos años de la dictadura franquista (nací en 1945) y siempre me han tirado patrás los ejércitos y las policías. Será por el buen trato que dieron al ciudadano cuando estaban bajo las órdenes de aquel abuelito... Ahora estoy viviendo las prácticas policiales de los de ahora y me siguen provocando el mismo pensamiento: «Cuanto más conozco a la policía, más inseguro me siento».

Así frecuentaba yo el blog del izquierdista republicano ateo y dejaba mis comentarios a sus artículos que casi siempre eran muy coincidentes. Hasta que una noche, al filo de la madrugada, le leí un panegírico que dedicó a los policías antidisturbios con motivo del trato degradante, violentísimo, desproporcionado e injusto que esos cuerpos policiales regalaron a los ciudadanos del 15-M allá por la primavera/verano del año 2011.

Nadie es perfecto, ya lo sé. Pero, ¡cómo se puede ser tan ciego con esos que aunque visten tu mismo uniforme, se comportan de manera fascistoide, chulesca, pendenciera y terrorista con el ciudadano libre, pacífico e indefenso?
Si así obraran con los que queman cajeros, autobuses, sedes de partidos..., yo no podría decir ni pío, pero es que precisamente despliegan más malaostia, comparativamente, contra el ciudadano indefenso que no tiene delito de qué acusársele. A no ser que estar en la calle viéndoles cómo actúan y fotografiándoles, sea un grave delito.

Aquel artículo del bloguero comprensivo y alabador de la "tarea" que realizan algunos policías "antidisturbios" fue lo que me hizo asquear grandemente del "ciber-amigo" socialista, republicano y ateo.
¡¡Cómo se puede ser tan ciego y tan injusto, madre mía!!
Sobre todo, una persona que se confiesa socialista, republicano y ateo. Y no dudo de que lo sea, pero en materia de juzgar y condenar las prácticas agresivas en exceso y sanguinarias de algunos colegas, quizás haya que entender que está de excedencia de socialista, de republicano y de ateo. Tanto me asqueó su postura nada justa ni democrática, que dejé de entrar a leer su blog y borré su enlace de mis blog predilectos.
 
 Algunos policías que están recibiendo hoy el repudio de la sociedad por sus execrables "gajes de su oficio", y con más o menos fuerza de razón dicen de ellos mismos «rechazados por la sociedad y abandonados por los políticos».
Rechazados por la sociedad, . Por una buena parte de la sociedad cada vez más numerosa. Rechazados todos esos policías que no manifiestan el mínimo respeto por el ciudadano, ni por la legalidad ni por los derechos humanos. Que parece que actúan como si no supieran que ya se acabó ¡por fin! la larguísima dictadura.

¿Abandonados por los políticos...? A algunos de ellos, a los que maltratan al ciudadano injustamente y con saña como si tuvieran algo personal contra él, más les tenían que abandonar los políticos. Mucho más. Todos los políticos. Les tenían que abrir un expediente en donde constara el terrorismo callejero que imparten en calles y comisarías y los tenían que expulsar del cuerpo de policías. (No caerá esa breva, ¿verdad?). —Quizás en una banda de aluniceros o asaltachalés estarían más agustito—.
(¡Cómo seleccionarán a esos energúmenos para entrar en la policía!). Me gustaría verlo a través del ojo de la cerradura de academias y de cuarteles. Y a todo esto, el político de turno..., ni está ni se le espera. No; que no se quejen tanto los policías, que los políticos no les han abandonado y desde sus proezas como policía del régimen franquista, no les  han tocado ni un pelo.

♫Habrá un día en que todos, al levantar la vista, veremos un Estado español sin fascistas en sus estamentos♫ (???)

jueves, 23 de febrero de 2012

violencia policial

Sigo pensando que esos policías que actúan con la cara tapada y parapetada, escondiendo el nº de agente, protegidos por escudos, guantes negros, rodilleras, coderas y hombreras almohadilladas, botas de media caña, palo largo, pistola, grilletes y walki-talki al oído, no se atienen a órdenes de nadie; que tienen autonomía y actúan por su propia cuenta. Que no cumplen lo que les ordena el político que en teoría les manda.
Tenemos que creer en esto, o por el contrario habrá que creer que todos los políticos actúan igual frente a la policía, sean de la ideología que sean.

Voy a desarrollar mi tesis por la que demuestro que no hay que culpar a los políticos de los actos perseguibles que cometen "sus" policías. Me baso en la realidad objetiva de que cuando a España llegaron los políticos democráticos, ya estaban aquí los cuerpos policiales con sus prácticas de siempre y su especial selección de personal. Y no se les reconvirtió; y no se les tocó ni un pelo. Por eso, al político democrático no es justo que le culpemos de los excesos que habitualmente cometen "sus" policías. Al franquismo sí; al franquismo sí podemos y debemos culparle de lo que hacían sus cuerpos y organismos armados, porque los fabricó a su imagen y semejanza. De entrada se cargó de un plumazo a los guardias de asalto porque le olían mucho a republicanismo; y reconvirtió a la guardiacivil y a los militares para que dejaran de sentir remordimiento por incumplir el juramento a la república y a aquella bandera tricolor.
Pero un buen día llegó a España la democracia (no me pregunten cuándo porque yo soy de los que creen que todavía no ha acabado de llegar del todo) y sin morir ni el dictador ni la dictadura (tampoco me pregunten cuándo morirán, porque yo soy de los que creen que durarán, al menos, un siglito más) y empezaron a venir —por este orden— los políticos "responsables" de los cuerpos policiales:

Manuel Fraga Iribarne
Rodolfo Martín Villa
Antonio Ibáñez Freire
José Barrionuevo Peña
José Luis Corcuera Cuesta
Antoni Asunción Hernández
Juan Alberto Belloch Julbe
Jaime Mayor Oreja
Mariano Rajoy Brey
Ángel Acebes Paniagua
José Antonio Alonso Suárez
Alfredo Pérez Rubalcaba
Antonio Camacho Vizcaíno
Jorge Fernández Díaz

¿Alguien le va a culpar a Fraga Iribarne de que no reconvirtiera a la policía del franquismo? ¡Vamos, hombre! ¿Y a Martín Villa? ¿Y a los otros...?
Pero en la práctica yo sé que pasa lo que pasa. El político de turno quiere tener unos cuerpos policiales que sean eficaces. (Y la eficacia está muy reñida con la democracia). Y cuando la gente ocupa la calle por motivos que no son ni religiosos (católicos, he querido decir) ni taurinos ni furboleros ni porque está en un botellón (ni siquiera en el botellón de la Puerta del Sol del 31 de diciembre), entonces lo que quiere es tener una policía "eficaz" que le resuelva el problema de los protestones callejeros.

Es bueno recordar la paradoja que hay entorno del jefe superior de Policía de la Comunitat Valenciana, Antonio Moreno Piquer, que calificó de "el enemigo" a los participantes en las protestas de estudiantes en Valencia (febrero 2012).
Pues bien, a este bélico elemento policial, el que le otorgó el cargo de Jefe Superior de Policía de la Comunidad Valenciana fue Alfredo Pérez Rubalcaba el 29 de julio de 2008(*), cuando era ministro del interior de un gobierno teóricamente de izquierdas presidido por un tal JLRZapatero. ¡Que no se nos olvide!
¡Qué paradojas tiene la vida!
Ni le destituyeron por lo del
barrio de El Cabanyal abril 2010, ni por lo del 9-6-2011(acampada Valencia 15-M), ni le destituirán ahora por lo de ahora.
Estamos ante la encrucijada de limpiar el Estado de tanto nostálgico franquista, de tanto enemigo de la democracia y de tanto neo-fascista y neo-nazi incrustados en empleos estatales.
(*) 13065  ORDEN INT/2255/2008, de 29 de julio, por la que se nombra Jefe Superior de Policía de la Comunitat Valenciana a don Antonio Moreno Piquer


Tengo 5 artículos que tratan del asunto de la violencia policial. Son los siguientes:

Otros artículos en donde abordo la temática de "nuestros queridísimos policías" son:
Funcionarios muy especiales      ¿Un derecho constitucional?      policías y rottweiler

sábado, 24 de diciembre de 2011

cuento de navidá

Por las navidades de aquel año los socialistas del PsoE estaban derrotados, hundidos, desolados, cautivos y desarmados, fanés y descangallados. Acababan de perder estrepitosamente en la madre de todas las batallas de la política electoral. Aquellas elecciones de aquella navidad los tenía sumidos en sus cuarteles de invierno que no eran otra cosa que cabañas de pastores a los que se les había aparecido el ángel de la renovación.

Se lamentaron, lloraron, se consolaron y juraron que jamás..., jamás volverían a pasar hambre de votos. Que la culpa la tenían unos pseudo-socialistas que se habían puesto a los mandos del partido, y fueron los que habían ido empujando poquito a poco para que la ideología real del partido dejara de ser republicana, laica, anticapitalista ni siquiera de izquierdas.

Conque..., se pusieron manos a la obra y bien pertrechados de escobas, fregonas y plumeros, se entregaron a la tarea de barrer del partido todo vestigio de tibieza, de creencia religiosa, de monarquismo, de afán por el lujo y la riqueza, por la ostentación e incluso por la corrupción personal y colectiva.
E hicieron un congreso. Un congreso por todo lo alto en donde olía a limpio por los cuatro rincones. Olía a desinfectante, a jabón lagarto, a lejía conejo; se fumigaron todas las paredes, los techos y los suelos del partido; se lavaron los cortinones y las moquetas con espumas limpiadoras.
En aquel congreso se hizo un zafarrancho de limpieza tal que a partir de entonces no le conocía ni la madre que le parió. Es más, no le conocía ni el mismísimo Alfonso Guerra.
Pasó ya el congreso. La gente del partido se dividió en dos opiniones: los que estaban eufóricos con la limpieza y renovación del partido, máxime que ellos eran los que obtuvieron los nuevos cargos, y los que se habían quedado descolgados de todo tipo de relevancia funcional.
Y pasaron muchos meses. Y llegó a pasar un año, incluso. Y en las navidades de aquel siguiente año, la militancia del partido con los nuevos ideólogos a la cabeza, seguía discutiendo por los rincones si sería conveniente o no la presencia del crucifijo y la biblia en la jura de ministros. Si sería conveniente mantener la catequesis en las escuelas públicas del Estado; si sería conveniente retirar la pasta gansa que se les regala a una secta vaticana. Si España está mejor con monarquía que con república. (Y así sucesivamente).

Y colorín colorado, después de aquella navidad, el PsoE siguió siendo tan de centro como últimamente lo venía siendo.

CONCLUSIÓN:
Los humanos no tenemos fácil arreglo.

sábado, 3 de diciembre de 2011

el party del partido

Hoy estoy viendo a muchos socialistas (afiliados al PsoE, quiero decir) con un descontento, una desilusión y una singana, de tres pares de ... [narices].
Si el PsoE fuera un barco habría que decir que surca aguas turbulentas. En las aguas que surca el PsoE hay marejadilla cuando no una declarada marejada y en algunos momentos puntuales se levantan enormes galernas que amenazan con mandar a tomar vientos al barco.
Los militantes socialistas van a tener muy difícil el poder enderezar el rumbo tan torcido que lleva el PsoE. ¿Qué, que no? Ojalá me equivoque.
Es necesario que se detenga la caida al precipicio del apoliticismo de un partido más que centenario, que se viene basando toda su ideología en el eslogan «too er mundo é güeno».

En aquellas elecciones de marzo del 2004, la noche de la victoria electoral, cienes y cienes de jóvenes le gritaban a Zapatero: "¡No nos falles, José Luis!", y José Luis les respondía: "os aseguro que a mí el poder no me va a cambiar".
Por eso, cada vez que yo pasaba al lado de JLR Zapatero, nunca le grité: "¡falso, traidor, embustero!", sino que le miraba con ojitos tiernos y compasivos y le decía pa mis adentros: "¿No te dejaron, verdad, hijo? ¡Qué malotes que son!"

En los tiempos que corren, algunos destacados socialistas (quiero decir, afiliados del PsoE), no se encuentran a gusto bajo unas siglas que entre dos palabras inocuas como son partido y español, tiene otras dos más discutibles y más difíciles de asumir como son socialista y obrero.

Ahora, para arreglar lo descompuesto se necesitan en España que al menos durante 4 u 8 años, nos veamos sometidos a un gobierno de derechas con sucursales en la ultraderecha nostálgica de aquel franquismo fascistoide.
Un gobierno que dentro de poco, a algunos millones de sus votantes les hará arrepentirse de lo votado; pero ya es tarde, no puede ser: «¡¡Ah, hubieras elegido 'muerte'!!»
La masa humana, contemplada como una unidad de destino en las votaciones, actúa movida por infinidad de hilos sutiles difíciles de adivinar el porqué de sus comportamientos electorales.

lunes, 21 de noviembre de 2011

todos los políticos son iguales


No; eso no es cierto.
Es solamente un titular llamativo para llamar la atención de mis lectores.
Pero es lo que muy a menudo tengo que oír en las tertulias de bebederos o tabernas (más conocidos como bares).
Eso es lo que me dicen muy a menudo mis 'amiguetes' y a continuación, yo les tengo que decir: «No; eso no es cierto. Más cierto sería decir: "Casi todos los políticos son iguales", pero dentro de la medida de ese impreciso "casi", habría que excluir a un alto número de políticos que no destacan porque nunca hacen cosas para ser recogidas por la dudosa moralidad del periodismo de "cuanto peor..., ¡mejor para ellos y para sus medios de difusión de pésimas noticias!" (En estos tiempos se conocen y se les agrupa bajo el sobrenombre de tele-basura).

Yo les digo a mis 'amiguetes' de las tertulias de bebederos o tabernas (más conocidos como bares), que no es posible que los políticos sean todos iguales, pero que piensen que no son la escoria de la sociedad, que no son peores ni mejores que la media de la sociedad de donde surgen y copian su conducta.
No sé si me entenderán. No sé si me tendrán en consideración, pero les digo que no existe una mano todopoderosa que caiga sobre las cabezas de la sociedad y que con mucha minuciosidad vaya escogiendo a los peores para auparlos a los pedestales de la política.

Pero más explicativo y más eficaz que mis llamadas al raciocinio y a la serena reflexión, está este artículo que acabo de descubrir entre la maraña boscosa de los bloges o bitácoras de la telaraña internacional:
Que en España haya tramas como la Gürtel no debería extrañar ya a nadie, pues los políticos no son más que el reflejo de la sociedad a la que representan. El problema es que siempre se nos olvida que somos un país de chorizos, pasotas y maleducados. Y claro, en un país así es imposible “fabricar” políticos mejores.

Y es que entre esos españoles que piden la dimisión de los políticos corruptos, están los que si pueden defraudar a Hacienda lo hacen, y además presumen de ello porque saben que serán aplaudidos. Están también los que si se pueden colar en el tren o en el cine, se cuelan; los que si pueden robar algo de ropa en Zara, lo roban; los que si pueden hacer un sinpa en un restaurante, lo hacen; los que ponen una manzana de más después de haber pesado la bolsa de la fruta; los que cuando viene el fontanero o el electricista no quieren factura para ahorrarse el IVA…

Son los mismos que tiran la basura en el contenedor por la mañana, los que vacían el cenicero del coche en el asfalto, los que roban un paraguas porque alguien les ha quitado el suyo, los que pasean al perro y dejan la mierda en la acera, los que aparcan en doble fila para tomar un café o los que se quejan del precio de los pisos pero no dudaron en pagar unos euretes en negro cuando compraron el suyo.

España es también ese país en el que cuando un profesor castiga a un chaval, va el padre y amenaza al docente. Un país que aprovecha el Plan E para repavimentar las calles ya pavimentadas recientemente. Un país en el que, cuando el gobierno ofrece una ayuda de 200 € para los alquileres, éstos suben por arte de birlibirloque unos 150 €.

Y claro, después nos sorprende que los políticos trinquen dinero, farden de coches, tengan amigos jueces que les salven el pellejo o pasen de ir al trabajo. No olvide que la única diferencia entre un político y usted es que a él, si lo pillan robando, le obligan a dimitir pero jamás a devolver el dinero. Usted, en cambio, va a la cárcel.

¿Qué os parece todo esto? Yo lo suscribo de 'pé' a 'pá'. Dadme vuestra opinión; yo no tengo puesto filtro alguno y vuestros escritos aparecerán al instante. Muchas gracias y saludos socialistas.

lunes, 7 de noviembre de 2011

Policía y violencia u)

Con este artículo cierro —por fin— el ciclo sobre la violencia que ejercen en España cierto tipo de policías. Violencia excesiva y contraria a los ideales de una democracia verdadera. Han sido en total 5 páginas dedicadas a responderme a mí mismo sobre un fenómeno que viene inamovible desde que la policía actuaba como 'el brazo tonto' de la dictadura franquista.
Policía y violencia 5
Tengo que partir del supuesto de que toda la policía actúa bajo la responsabilidad y las órdenes taxativas que emanan de los diversos estamentos jerarquizados del poder civil. Del gobierno democrático del Estado.
Sospechar lo contrario dejaría en muy mal lugar al gobierno democrático, aunque lo que se está viendo en la forma de actuar de la policía contra los pacíficos ciudadanos, deja en muy mal lugar a los estamentos de la democracia.

"lo llaman democracia y no lo es"


También parto del supuesto de que todo en la policía no será 'la obediencia debida' sino que las personas que ingresan en los cuerpos especiales para la represión ciudadana, ya saben adónde se meten; y hay que reunir unas especiales condiciones para ganarse el jornal a base de tener que pegar palos, patadas y puñetazos a los ciudadanos.
Ciudadanos que son semejantes en niveles socio-económicos y culturales; semejantes en bastantes más semejanzas excepto en las ideológicas.
¡Hombre, qué casualidad...!, que este tipo de policías siempre pegan a ciudadanos con ideologías progresistas o de izquierdas.

Por lo tanto, he de partir de otro supuesto: Que la inmensa mayoría de los que se meten a trabajar en esos cuerpos policiales de represión ciudadana, de ideología progresista ... nada de nada.
¿Qué joven progresista —que se meta a policía por muchos músculos de gimnasio que tenga—, después de que sus superiores le ordenen pegar a la gente, puede seguir ahí sin buscarse otro trabajo? (A no ser que se trate de un progresista en excedencia).

CONCLUSIÓN: La gente que se mete a trabajar en esa policía represora, les va la marcha de masacrar a placer a sus compatriotas. Esas gentes serán —por lo menos— de una ideología de extrema derecha. Eso no es lo peor. Lo peor es que casi todos sus excesos les salen gratis porque se quedan sin castigo.
                                                                                                                                                                                                                                                                                                                        .

Hay que aceptar que los únicos legitimados en una democracia para ejercer la violencia, son esos cuerpos policiales. Pero precisamente por ese monopolio, la sociedad tiene que exigirlos un justo y proporcionado uso de la violencia.
Para disolver manifestaciones y concentraciones humanas, en la inmensa mayoría de los casos, sobra la herramienta llamada eufemísticamente "defensa" (la porra negra y dura). Para todo ser humano no hay cosa más humillante que otro ser humano, uniformado, armado y 'legalizado', le propine una soberana paliza con la "defensa" o a puñetazos o a patadas.

Se hace urgente dotar a esos cuerpos policiales represivos, de otra filosofía, de otras herramientas y métodos para dejar expedita una vía pública cortada por unos manifestantes. A palo limpio hoy no tratan ni al que acaba de asesinar a su pareja sentimental ni al preso que está cumpliendo algún castigo carcelario.
Mucho menos apalear a unos ciudadanos que como dice la canción de Carlos Cano "La morralla":

Lo primero: los obreros,
los lindos aceituneros,
los bonitos jornaleros,
la morrallita señó.
Pos la misma morralla
esa que nunca ni pa dios calla
la del punto y la raya
que hasta los pelos está cuando estalla,
la que da la batalla
y no recibe ni una medalla,
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

Pero también hemos de comprender que pierde toda defensa moral y legítima, ese ciudadano que amparado en la masa de las gentes en manifestación, aprovecha para destruir mobiliario urbano o atentar contra los propios policías. A esos sí es lógico responderles con las "defensas" si no hay otro remedio.
Pero a veces, hemos visto en algún disturbio callejero, (gracias a los modernos medios para hacer fotografías y vídeos) que son los propios policías antidisturbios travestidos de alborotadores agresivos, los que dan pie a que sus colegas uniformados y armados, desplieguen sus "defensas" de manera indiscriminada y generalizada.

Nos falta mucho a los españoles para adquirir el verdadero grado de demócratas. [ "lo llaman democracia y no lo es" ].
Pero hemos de ser comprensivos: los regímenes democráticos tiene poquísima fuerza real para quitarse de un plumazo esos miembros de la policía que actúan con desprecio y abuso hacia sus conciudadanos.
Si en el futuro, llegara algún gobierno que quisiera desterrar de los cuerpos policiales a esos energúmenos indeseables, sería respondido con el rechazo y la reacción de todo ese cuerpo policial.
¿Quién es el guapito que se arriesga a depurar los cuerpos policiales de métodos y elementos fascistoides? El gobierno que eso intentara, recibiría a cambio la desobediencia, la protesta, la huelga de porras caídas, de esos mismos cuerpos policiales a los que ha intentado librar de indeseables anti-demócratas.
Por muchísimo menos que dicen que le hizo el gobierno Zapatero al cuerpo militar/policial de la guardia civil, tuvimos que ver por vez primera, cómo muchos guardiaseviles se manifestaban y protestaban vestidos de uniforme y otros avíos, (con sus antiestéticos tricornios) por las calles de Madrid. (¡Qué vergüenza; qué deshonor! La cosa era para haberlos expulsado fulminantemente de su empleo).
Eso no debiera ocurrir bajo ningún régimen democrático. Y mucho menos, con un brazo armado del Estado que tiene esencia militar.
Para que podamos aprobar el examen de la democracia auténtica, una de las cosas que nos tenemos que reformar es esos cuerpos policiales que pegan palizas a sus semejantes.

Se está haciendo urgentemente necesario experimentar con otros métodos que excluyan las palizas que propinan las eufemísticas "defensas" de los policías antidisturbios contra ciudadanos pacíficos, desarmados y en plenitud de sus derechos democráticos.
Los chorros de agua, los gases lacrimógenos, las esposas, las vallas y otros nuevos métodos que están por experimentar e implantar, humillan menos, hacen menos heridas en el alma del ciudadano que las porras negras y duras que portan al cinto como arma reglamentaria.

Aunque comprendamos que el ciudadano que ha interrumpido una vía pública y que desobedece las órdenes de los policías antidisturbios, se sitúa al borde de la legalidad, no por eso hemos de aceptar que la respuesta inmediata de la policía sea la de aporrear sus espaldas con la eufemística "defensa". ¿Defensa, de qué...?
Se deben utilizar de manera gradual, otros métodos que siendo eficaces, no humillen tan grandemente al ciudadano en general pacífico, desarmado y obediente.


¡¡Que no muera demasiado pronto el espíritu del 15-M!!

sábado, 5 de noviembre de 2011

izquierdistas puros

torre de la iglesia de Bargas (Toledo) por Jesús Herrera Peña - Bargas - dibujo hecho a plumilla cibernéticaLa gente genuina de izquierdas somos personas tan pulcras y amantes de lo justo y lo bien hecho, que en parangón con una hipotética guerra a tiro limpio entre dos trincheras, (trinchera derechosa-/-trinchera izquierdosa, pongamos por caso) en cuanto vemos algo que no está bien en nuestra trinchera, nos vamos enseguida pal capitán de nuestra trinchera y en pleno zafarrancho de tiros desde la trinchera enemiga, nos quejamos amargamente:

«¡Mi capitán, mi capitán! Que usted no ha tenido la delicadeza de relevar a su debida hora a ese centinela que está haciendo más horas de las que fija el convenio de los centinelas».

Bueno, esto es una inocente parábola solamente; no lo deis más vueltas. No tiene ningún parecido con la realidad. Era solamente el intento de retratar a esa pléyade de izquierdistas ultra-mega-pulcros y super-fetén del copón.

El principal error en el que estamos casi todos sumidos, es en el de creer que en la misma trinchera de la batalla, estamos tirando tiros pal mismo lado los socialistas y los comunistas; o si lo queremos mejor dicho y más correcto, los socialdemócratas y los izquierdistasunidos.

jueves, 29 de septiembre de 2011

Policía y violencia o)

Esta temática la vengo desarrollando en los siguientes artículos:

Cuando la policía humilla, agrede y arremete injusta y desproporcionadamente contra los ciudadanos usando su arma llamada eufemísticamente "defensa", estas dos posibilidades (con sus derivaciones) puede ser que influyan en su comportamiento:
(posibilidad 1) Se limitan a obedecer a sus superiores compañeros de cuerpo. A su vez, los mandos policiales que dan órdenes de actuación a sus subordinados, es que las reciben de sus superiores jerárquicos políticos: Ministro del Interior → Secretario de Estado de Seguridad → Director General de la Policía → Delegado del Gobierno → etcétera...
(posibilidad 2) Los policías antidisturbios actúan por su cuenta. Sólo tienen órdenes imprecisas para disolver las concentraciones ciudadanas en plazas y calles y ellos las ejecutan de la mejor manera que entienden y saben. Para la posibilidad 1 habrá que tener en cuenta una de estas dos posibilidades:
(posibilidad 1a) Sus mandos políticos les dan órdenes concretas de cómo tienen que tratar a los ciudadanos protestones que se manifiestan en calles y plazas.
(posibilidad 1b) Sus mandos políticos NO les dan órdenes concretas ni detalladas y les dicen —de manera tácita— "haced todo lo que esté en vuestra mano para que desaparezcan cuanto antes esos manifestantes". Para la posibilidad 2 habrá que tener en cuenta una de estas dos posibilidades:
(posibilidad 2a) Los policías que se extralimitan en sus funciones humillando y agrediendo a los ciudadanos con su arma llamada eufemísticamente "defensa" o con otros métodos, son castigados por incumplir las órdenes concretas de sus superiores.
(posibilidad 2b) Los policías que humillan y agreden injusta o desproporcionadamente a los ciudadanos NO son castigados por sus excesos y brutalidades porque en el fondo, el cuerpo da de sí esos métodos violentos. Para la posibilidad 1a, habrá que tener en cuenta una de estas dos posibilidades:
(posibilidad 1a*) Los jefes políticos persiguen y castigan a los policías que se extralimitan usando una violencia excesiva contra los ciudadanos.
(posibilidad 1a**) Los jefes políticos NO persiguen ni castigan a los policías que se extralimitan usando violencia excesiva contra los ciudadanos, pues el principal objetivo ha sido alcanzado. Para la posibilidad 2a habrá que tener en cuenta una de estas dos posibilidades:
(posibilidad 2a*) ¿De verdad que todos los policías rasos o sus mandos son castigados en caso de desobediencia?
(posibilidad 2a**) No; definitivamente no son castigados porque han logrado el principal objetivo: disolver la manifestación. Para la posibilidad 2b, habrá que tener en cuenta una de estas dos posibilidades:
(posibilidad 2b*) Hacen mal los responsables de no castigar a los policías que desobedecen órdenes.
(posibilidad 2b**) Los mandos políticos no pueden castigar a los policías porque tienen menos fuerza real que ellos.
(No puedo seguir poniendo casos de posibilidades porque se me acaban los números, las letras y los asteriscos).


CONCLUSIÓN: Los cuerpos especiales y represivos de la policía antidisturbios no son castigados porque se les escoge precisamente para hacer el trabajillo que hacen. Por eso es por lo que muchos tenemos la sensación de que esos cuerpos policiales actúan de la misma manera y con la misma filosofía que cuando disolvían a los manifestantes en épocas de dictadura.
Por eso es por lo que los responsables políticos de las actuaciones policiales, dan idénticas órdenes bajo gobiernos de izquierda, de derecha y de centro. En un futuro próximo, ¿surgirá algún político que reconvierta los métodos agresivos y los excesos de esos cuerpos tan especiales de policías, para adaptarlos a la legalidad democrática? No; eso no lo verán mis ojos. O no les interesará o no se atreverán.

Esos cuerpos policiales tan mal adaptados a actuar en democracia y a respetar los derechos humanos, son lo mismo que los militares antidemócratas. Las democracias son regímenes flojos, sin fuerza para meter en cintura a esos policías que se salen de lo legal, de la misma manera que si algún militar les sale con veleidades golpistas, le aguantan dentro del ejército y no se atreven a expulsarle sin más trámites.



sábado, 10 de septiembre de 2011

policía y violencia i)

Por más que indago en los textos legales no encuentro nada que diga cómo y cuándo deben emplear el palo largo y negro los policías. A este respecto, ese arma llamada eufemísticamente "defensa" no debiera emplearse con tanta ligereza y agresividad como hasta ahora se viene haciendo.

Solamente he encontrado esto:
Ley Orgánica 1/1992, de 21 de febrero, sobre Protección de la Seguridad Ciudadana (BOE del 22-02-1992)
CAPITULO I
Disposiciones Generales
Artículo 1
1. De conformidad con lo dispuesto en los artículos 149.1.29 y 104 de la Constitución corresponde al Gobierno, a través de las autoridades y de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad a sus órdenes, proteger el libre ejercicio de los derechos y libertades y garantizar la seguridad ciudadana, crear y mantener las condiciones adecuadas a tal efecto, y remover los obstáculos que lo impidan, sin perjuicio de las facultades y deberes de otros poderes públicos.
El ciudadano pacífico y sir armas que se manifiesta en la vía pública, no debiera ser pastoreado a base de palos por parte de los guardianes del orden.
Se hace necesario dar un giro grande a todo esto del armamento y métodos para actuar con profesionalidad los policías antidisturbios, con sujeción a las órdenes recibidas, siempre que dichas órdenes se ajusten a las leyes emanadas de la Constitución y los Derechos Humanos.

Para disolver a unos manifestantes que cortan una vía pública sin permiso, hay que emplear métodos graduales, prudentes y respetuosos con la condición de ciudadanos que aun estando en posesión de todos sus derechos, están cometiendo un acto ilícito por cortar una vía pública sin estar autorizados para ello.
Cualquier método que adopten los cuerpos policiales encargados de esas delicadas tareas, tendrían que huir de la paliza. Para un ser humano no hay cosa más humillante, odiosa y encabronante que la de que otro ser humano uniformado, mejor armado, mejor entrenado, más fuerte y mejor dotado, le pegue una soberana paliza sin causa que lo justifique. Máxime cuando el ser humano uniformado está en funciones de representante de la autoridad dentro de un régimen de libertades y derechos.

Es urgente mentalizar y reeducar a los efectivos policiales de esos cuerpos tan especiales que han de enfrentarse con las protestas ciudadanas, de que en el extremo de su porra no llevan el Ministerio de Justicia. Mejor sería que las leyes no incluyeran entre el armamento ni porras ni pistolas. También sería bueno vigilar los mecanismos de acceso al oficio de policía para que no se cuelen en él tan elevado índice de personas de ideología ultra-derechista, fascistoides e irrespetuosos de los derechos humanos y ciudadanos.

También se debe dar un poquito más importancia que la que se le da en la realidad, al hecho de que todo policía vaya identificado siempre con arreglo a la ley. ¿Qué ejemplo dan esos policías que se esconden la identificación obligatoria?
Real Decreto 1484/1987, de 4 de diciembre del Cuerpo Nacional de Policía
DISPOSICIONES FINALES
Primera.- [...]:
1.La descripción, diseño y características técnicas de las prendas, equipo y efectos que compongan la uniformidad.
El diseño, contenido y características técnicas del carné profesional y placa-emblema, e igualmente las divisas y lugar de colocación de las mismas en las prendas de uniformidad.
Para disolver toda manifestación pacífica se deben emplear métodos acordes con la realidad que se intenta abordar. A nadie debe dañar una protesta ciudadana y pacífica, por lo que los guardianes del orden deberán considerar como lícita la protesta y como punible la obstaculización al completo de una vía pública.
Para actuar en estos casos con profesionalidad, respeto y autoridad, es menester quitar a los policías ciertas armas agresivas y dotarles de otros utensilios más prácticos y adecuados para el cumplimiento de su misión.

Para no hacer este artículo muy extenso, en próximos artículos prometo desarrollar con detalle lo que entiendo por unos métodos y una actuación policial no violenta con los ciudadanos pacíficos.

jueves, 25 de agosto de 2011

policía y violencia e)

Del artículo anterior sobre el tema policía y violencia a) llegamos a la conclusión de que los "ejércitos policiales de antidisturbios" tienen vida propia; no se atienen a las órdenes que les lleguen a dar los políticos. Que los políticos responsables de los policías tampoco parece que se ofendan mucho porque ese tipo de policías sigan actuando a sus anchas de forma autónoma.

Que no cumplen con la obligación de llevar su nº de identificación en el lado derecho del pecho. Que nadie les ha modificado sus costumbres de toda la vida de pegar a los ciudadanos por nada y no sufrir ningún castigo por ello.
Que no se les ha reeducado en sus actuaciones de siempre cuando llegó la democracia, para adecuar los reglamentos y costumbres para que actúen con los métodos que requiere una vida en democracia de la auténtica.
Que nadie les ha dicho que el ciudadano es el objeto principal y único de su oficio que consiste en proteger y defender sus derechos y libertades, con arreglo a una Constitución —que tampoco se cumple en otros varios preceptos—.

Que los políticos de la democracia bien harían en ponerse al frente de este fenómeno para parar de una vez y por siempre las prácticas antidemocráticas y anti-rrespetuosas con el ciudadano, que vienen desarrollando desde tiempos de mal recuerdo. Que no queremos ni necesitamos esos tipos tan especiales de policías para controlar una manifestación pacífica, una huelga, una sentada, una protesta ciudadana, etc.
Que ahora que no actúa la ETA (gracias a dios) son esos cuerpos tan "especiales" de la policía los que están dando la nota más amarga de la violencia. Violencia, al parecer, legalizada, amparada o por lo menos no castigada.
Cuando los jóvenes españoles ingresan en los cuerpos policiales, muchos de ellos estarán impulsados por sentimientos nobles, éticos, democráticos y filantrópicos. No podemos dudar de que muchos jóvenes se hacen policías para cumplir con la Constitución y los Derechos Humanos, que es lo que juran cumplir en su fiesta de puesta de largo.

Pero meterse a pertenecer a esos cuerpos tan "especiales", en muchos de los casos, delata las intenciones de la persona. Ya saben a lo que se meten; saben que se meten a un organismo incontrolado e intocable que su oficio principal es el de pegar palizas a sus conciudadanos. A esos que forman parte de una sociedad que les facilita un puesto de trabajo; que les compran las pistolas, los escudos, los cascos, las "esposas", las porras y las botas de media caña. ¡Ah!, y últimamente, también los guantes negros. Que están tristemente convencidos de que llevan al Ministerio de Justicia en el extremo de sus porras y que con ellos en las calles huelga la existencia de tal ministerio de las cárceles y de todo. Ellos aplican su justicia por la vía rápida.

Cuando un policía que entró con nobles ideales, se pasa a pertenecer a esos cuerpos "especiales", ¿por qué lo hace? ¿por dinero? ¿por sadismo? ¿por descargar su mala ostia que en otros lugares sin uniforme sería delito? Parece como si en esos cuerpos tan "especiales" rigiera la norma aquella de La Legión (otro cuerpo más que debiera disolverse): «Cada uno será lo que quiera, nada importa su vida anterior». Ni sus actos presentes, añado yo.

Sería muy triste que fuera muy real esa frase que circula por el mundillo de las redes sociales: «Cuanto más conozco a la policía, más inseguro me siento».

Y no se trata de generalizar, pero un 17% de seres agresivos, pendencieros, vengativos y fascistoides, manchan al total de los diferentes tipos de policía. Y esas defensas numantinas y corporativistas, también conducen a lo mismo.

Por todo eso y mucho más que no queríamos ver desde hace muchos años y lo sufríamos en silencio; por habernos abierto los ojos en el movimiento social del 15 M y por muchísimo más, yo también deseo que se disuelva ese cuerpo de "policía tan especial" denominado eufemísticamente UIP. No vale con intentar reconvertirle; no serviría de nada. Las ácidas bacterias de la mala leche empleada contra el ciudadano durante treintaytantos años, se han impregnado en esos uniformes azules, en los guantes negros, en los escudos, en los cascos, en las "esposas", en las porras y en las botas de media caña.

Hay que crear una policía especializada en tratar las protestas ciudadanas pacíficas, con métodos siempre respetuosos con la condición del ser humano en libertad. No me pertenece a mí, pero en próximos artículos de esta índole, voy a dar ideas y sugerencias para lograr unos métodos policiales acordes con los buenos tratos, con la democracia y los derechos ciudadanos, a la vez que evite y combata los actos subversivos, violentos y vandálicos que a veces, aprovechan a cometer un diminuto número de personas.

Lo más humillante para un ciudadano pacífico y en posesión de todos sus derechos democráticos, es que otro ser humano "autorizado", "legalizado", adiestrado, armado, uniformado y pertrechado, le propine una violenta paliza, ya sea con el discutible palo negro llamado eufemísticamente "defensa", o con las bofetadas y patadas que también suelen repartir a menudo.

Cómo lograría yo para que a todo funcionario se le grabe dentro de su cabeza la siguiente frase:
EL CIUDADANO ES NUESTRO EMPLEADOR Y NUESTRA OBLIGACIÓN ES LA DE SERVIRLE

domingo, 21 de agosto de 2011

policía y violencia a)

Antes de nada, debiéramos tomar conciencia todos, de que en una democracia que se vista por los pies (o por la cabeza, ¡qué más da!) no se puede encajar como normal el que la policía se despache a palos contra el ciudadano a las primeras de cambio. El palo, la patada, la bofetada que a veces reparte la policía en su ejercicio de desalojar a unos ciudadanos de la vía pública, es —en casi todos los casos— excesivo, desproporcionado y muy injusto con unos ciudadanos que se manifiestan pacíficamente ocupando los espacios públicos.
Tenemos que mentalizarnos de que así no puede ser legítimo que actúe un cuerpo policial en democracia. Y todos estamos llamados moralmente a empujar para logar erradicarlo.

No sé cómo ni cuándo, un policía es legítimo que pegue a un ciudadano. (¡?!) Está claro que el policía también es objeto de algunas agresiones y en esos casos debe utilizar —gradualmente— sus armas reglamentarias para defenderse del ciudadano que se sale del tiesto. Pero nunca a patadas y a bofetadas (popularmente conocidas como 'ostias'). Parecería que el policía tiene algo personal en contra del ciudadano y eso es muy peligroso.



Lo más humillante para todo ciudadano ha de ser que otro individuo armado, parapetado, protegido y adiestrado, le dé una ensalada de palos por el simple "delito" de manifestar su protesta callejera de forma pacífica y legalizada. Siendo que ese individuo armado, dentro de una democracia, tiene el supremo deber de proteger la seguridad y los derechos ciudadanos consagrados en la Constitución. ¿En qué manos estamos confiando la defensa de nuestros derechos?

Intento enterarme de los derechos y deberes del Cuerpo Nacional de Policía a través del Real Decreto 1484/1987, de 4 de diciembre (BOE 05-12-1987) y allí no encuentro las explicaciones de cuándo es legítimo que un policía pegue una paliza a un ciudadano. Pero en ese Real Decreto me entero de
Artículo 18.
Todos los uniformes llevarán obligatoriamente la placa-emblema del Cuerpo, con indicación del número de identificación personal, en el pecho, por encima del bolsillo superior derecho de la prenda de uniformidad.

Y compruebo que una vez más es una ley que sistemáticamente no se cumple y no creo que a ninguno le hayan castigado por incumplir ese artículo. También me entero de
Artículo 21.
1.     Los funcionarios que prestan servicio sin uniforme usarán como medio identificativo de su condición de Agentes de la Autoridad el carné profesional y la placa-emblema, cuando sean requeridos para identificarse por los ciudadanos o en los casos que sea necesario para realizar algún servicio.
2.     Los funcionarios que realizan servicio de uniforme acreditarán su condición de Agentes de la Autoridad con el mismo. No obstante, llevarán obligatoriamente el carné profesional, que será exhibido cuando sean requeridos para identificarse por los ciudadanos, con motivo de sus actuaciones policiales.

Desde que parece ser que tenemos democracia en España, yo no he notado una clara diferencia con las prácticas policiales que venían ejercitando bajo el régimen dictatorial. La policía, la guardiacivil, habrán cambiado de uniformes (sólo los primeros) pero siguen "cobrando" los mismos de siempre con idéntica "filosofía".

En todos estos artículos que versan sobre policía y violencia, me propongo poner de relieve mi tesis que consiste en asegurar que los cuerpos policiales NO actúan bajo las órdenes de los mandos políticos.
Que actúan a su libre albedrío sin tener en cuenta lo que les puedan pedir sus superiores no-policías. Ya sean de derechas de centro o de izquierdas.
La prueba es que vengo viendo actuar de la misma manera desproporcionada, agresiva e irrespetuosa para con cierta parte de ciudadanos, a las policías de Adolfo Suárez, de Felipe González, de Leopoldo CalvoSotelo, de J.M. Aznar, J.L. R. Zapatero y Rajoy.

Parece ser que entre los mandos superiores, intermedios e inferiores de los cuerpos policiales existen demasiado número de ultra-derechistas y violentos pendencieros que experimentan gran disfrute pegando al ciudadano. También les incomoda ver a periodistas en las calles cuando ellos están "trabajando".
Al menos, el índice de energúmenos con carné de policía, debe ser muy elevado entre los policías dedicados al "trabajo de atacar disturbios". ¡¡Vaya trabajito!!

En próximos artículos trataré de aportar ideas para una posible reforma legal del funcionamiento de la policía dentro de una democracia. Pero se me tiene que prometer que la democracia desplegará todos sus medios legales para castigar a esos policías que pegan, vejan y humillan a un ciudadano, sólo por el hecho de ser un poquito de izquierdas y ocupar la vía pública. Se me tiene que prometer que de ahora en adelante, el político correspondiente se va a poner (¡por fin!) al frente de los cuerpos policiales para que sólo actúen de la manera que se les ordene.

(Que no muera demasiado pronto el espíritu del 15-M)


Esto es lo que dice el Sindicato Unificado de Policía:
(Madrid, 20 de agosto de 2011) En relación con las imágenes difundidas ayer en las que aparecen algunas actuaciones de miembros de la policía golpeando a ciudadanos queremos manifestar lo siguiente:
a) Apoyamos la información reservada para determinar si se ha producido algún abuso o uso de fuerza inadecuado, en cuyo caso el autor de los mismos debe
ser corregido disciplinariamente.
b) Con la única información de las imágenes difundidas, no consideramos ajustadas a un protocolo de actuación racional en supuestos como el que se encontraban (suponemos que de despejar la vía pública para restablecer la normalidad del tránsito), las actuaciones de algunos miembros de la policía, como la bofetada a una mujer, los golpes posteriores al joven que la acompañaba, el golpe y patadas en el suelo a un periodista, o los golpes a un joven con una bicicleta y una joven que iban caminando, suponemos que para abandonar el lugar. En las imágenes no aparecen razones de seguridad ni restablecimiento del orden que justifiquen dichos golpes.
c) Los miembros de la policía, como el resto de miembros del Cuerpo Nacional de Policía, actúan sin un protocolo de actuación, la principal herramienta para impedir actuaciones como las que hemos visto, junto a la formación profesional apropiada, […]
Con ligeras variantes, dos días después, véase cómo trata el lamentable suceso de policías agresivos, pendencieros y afascistados, el sindicato unificado de policía http://www.sup.es/01/386.pdf
     COMPAÑERISMO, CORPORATIVISMO Y BUENAS PRÁCTICAS POLICIALES
Madrid, 22 de agosto de 2011 […] Esos golpes innecesarios que se han difundido profusamente por la Red son una mancha sobre la Policía, sobre los “antidisturbios” y sobre
los policías. En los próximos meses y años habrá muchas denuncias que prosperarán, o al menos avanzarán mucho más de lo que hubiera sido deseable solo por permanecer en la memoria estas imágenes. Habrá denuncias falsas y sin pruebas que serán investigadas solo por la actuación de este (o estos) compañeros. Habrá diligencias, problemas y denuncias de tortura, malos tratos, abuso policial etc. en cada intervención y será más difícil la defensa de quienes han actuado correctamente solo por la insensatez de uno, dos o tres compañeros, que no han sabido estar a la altura que exige esta profesión.
[…]
Un miembro de los “antidisturbios”, en el caso concreto de la agresión a la mujer y al periodista, si ha sido insultado puede identificar, y si hay resistencia, detener, pero no dar golpes como si fuera un pandillero agrediendo al rival. Eso es un abuso y es inaceptable desde cualquier planteamiento profesional.
[…] Digámoslo claro para que nos entendamos todo/as:
 si cuando se produce esa agresión de la orina el compañero responde con un “gomazo” en salva sea la parte de la guarra, el SUP lo defiende. Pero si la identifica y detiene, todavía mejor. Soportar eso para luego ir dando hostias por la calle no es aceptable ni tiene defensa posible.
[…]

Obsérvese en qué alto concepto del cumplimiento de su deber y de los derechos humanos tienen los responsables del sindicato protector de policías cuando dicen esa atrocidad que resalto. Siguen con el concepto (tristemente erróneo y generalizado) de que todo policía lleva el aparato de la justicia en el extremo de su porra. Con esa filosofía de "nuestros" policías, ¿adónde iremos a parar?

domingo, 17 de julio de 2011

qué cuco es el cuco

 Al igual que el cuco pone sus huevos en nido ajeno, yo también me despacho a gusto poniendo comentarios en los blogs de otros.
Empiezo por un blog que visitaba asiduamente y que tenía enlazado a mi blog.
Nunca me ha gustado el anonimato tan absurdo y muchísimas veces innecesario que se da aquí en la Internet. Y la curiosidad humana nos hace que nos entren más ganas de saber quién se esconde detrás del camuflaje de cada blolg.

Siempre me imaginé que el dueño del blog que menciono, era un policía, pero ya se sabe, es rarísimo que de paisanos nadie confiese que su trabajo es el de ser policía. (?)
Para asegurar que era un policía a mí me faltaban datos; sólo era una mera corazonada. Bien es verdad que contaba con las pistas que aportaba en su blog sobre su lugar de nacimiento; sobre los lugares de España en donde ha residido...
Pero si se trata de un policía —me decía yo para mis adentros— debe ser un fuera de serie ya que se confiesa ateo, republicano y socialista sin carné de partido. (!!!).

Pero cuando un día le afloró la vena de policía en su blog, fue cuando hizo un panegírico de los "antidisturbios" y sus métodos. Recientes estaban las delicadas maneras de desalojar a los ciudadanos de una sentada en la plaza de Puerta del Sol de Madrid (16-5-2011) y de la Plaza de Cataluña de Barcelona (27-05-2011).
Entré en su blog y le dije:

  Cuando uno en su propio blog no se identifica del todo, cuando no da datos personales de uno mismo, otros tenemos la tendencia de imaginar; de elucubrar; de intentar averiguar. Curioso que es el bicho humano.
Acertado o equivocado, yo hace tiempo que llegué a la conclusión de que tú, además de un tío de izquierdas, que no lo dudo, eres o has sido policía o guardiacivil.
Tu artículo de hoy me viene a decir, con más rotundidad que nunca, que no voy muy descaminado.
Y para un supuesto caso como el tuyo
es para quien escribí este artículo. ¡Qué quieres...!
.
No sé si tu experiencia me hará comprender que no estoy muy atinado con lo que pienso de los cuerpos policiales. A mí nunca me zurraron con su porra reglamentaria (al menos, físicamente).
Pero con arreglo a los recientes acontecimientos
he vuelto a escribir sobre lo mismo y quisiera creer que estoy muy equivocado.
.
Mi moraleja final a todo esto es que si los demás funcionarios del estado español, funcionaran con el mismo entusiasmo, con el mismo celo laboral, con la misma entrega y la misma 'obediencia', los administrados estaríamos en la gloria, [...]

Salú,

En fin, que el policía del blog se despachó a su gusto con la forma en que sus colegas  disuelven los disturbios callejeros.

El fenómeno de los abusos y malos tratos, desmedidos, crueles y sanguinarios que inflingen los policías a los ciudadanos, es algo que me tiene preocupado y por eso escribí este artículo en el que abordo la misma temática porque me preocupa mucho.
Recordadme que un día escriba otro de cómo tiene que ser el comportamiento correcto de los cuerpos policiales en democracia, de cara a los ciudadanos que —teóricamente— somos sus empleadores y les pagamos los sueldos, los cascos, los escudos, las porras, las botas y las "esposas".

Total, que el policía del blog me contestó:Le agradezco sus comentarios y los artículos a los que enlaza los cuales, quizá, desde mi punto de vista, claro, caen en la crítica simplista.
Los policías no somos alimañas sedientas de sangre, aunque a usted y a otros bienpensantes se lo parezca, y ahora, con la que está cayendo, es la norma, tanto por los tertulianos de izquierda como por los de derecha, pero estos, claro, con el objetivo de atacar a Rubalcaba.
Lo de Barcelona fue, cuando menos, un error estratégico y político garrafal, y le aseguro que a mí tampoco me gustaron las imágenes. Lo de Valencia es otra cosa, pero claro, lo que sale en televisión es únicamente el follón policial que siempre aparece como desproporcionado. [...] Sería absurdo y asumamos el papel de sicarios sangrientos del capitalismo, que es lo que le mola a la progresía, salvo cuando tiene responsabilidades.

Esto de los comportamientos policiales en democracia da para muchos ríos de tinta. Y a mí me parece que en España la cosa es seria tirando a dramática. Y manifiestamente mejorable. Sí.

Yo llevo tiempo pensando en que este fenómeno de los cuerpos policiales y sus comportamientos en democracia, tienen un gran paralelismo con el monstruo del doctor Frankestein.
Recordad que el doctor Frankestein quiso hacer un ser humano y le salió un monstruo despiadado y sin conciencia del mal.
Aquel doctor quiso deshacer su obra, quiso destruir al monstruo a la vista de los nefastos resultados, pero el monstruo tenía ya vida propia, se le fue de sus manos y hacía fechorías por su cuenta.

Algo parecido es lo que quiero yo creer que ocurre con comportamientos tan desmedidos de los cuerpos policiales. Quizás no de todos, pero que se salven los que puedan.
Yo no creo que esos comportamientos tan crueles, vengativos y sanguinarios, de algunos policías para con sus ciudadanos, estén ordenados por un mando político.
Pero lo que también creo es que esos mandos naturales no tienen coj----..., (ejem, ejem) no se atreven a destruir a esos monstruos que les han salido dentro de la policía.

Pero tomarse muy en serio las cosas serias, nos puede producir una úlcera de estómago, por eso, en otro de los blogs que visito, dejé este huevo relleno de buen humor:
Anoche tuve un sueño.
Soñé que vivía en el año dosmil-no-sé-cuántos y que en España ya no hacían falta los policías revienta-huelgas, revienta manifestantes…, revienta seres humanos en general.
Y llegó un momento (¡¡já, qué gracia, oye!!) que a aquellos policías tan entregados, tan cumplidores de la obediencia debida, tan profesionales y tan celosos del cumplimiento exagerado del deber, los tuvieron que repartir entre las diferentes ventanillas de los diferentes negociados de la administración del Estado.
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Y soñé (¡¡fíjate tú!!) que me tocaba uno de esos funcionarios reconvertidos del casco, el escudo, la porra y las botas de media caña, y cuando me acerqué a la ventanilla, no se conformó con anticiparse a darme los buenos días —cual cajera del súper—, sino que además me tendió su mano para que se la estrechara.
Cuando le dije que iba a renovar el carné de identidad, con la amabilidad típica de un servidor público, me invitó amablemente a irme a mi casa y no bien llegado a ella se presentó con una cámara fotográfica, una máquina de escribir portátil, un tampón azul y una maquinilla termosoldadora de plásticos.
Yo estaba abrumado, despendolado, descolocado, abochornado. Pero me quedé fané y descangallado cuando, al faltarme una póliza…, ¡¡¡ME LA PAGÓ EL FUNCIONARIO DE SU BOLSILLO!!!
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Y es que es lo que tiene haber sido antes funcionarios modélicos, ultra-cumplidores y sobrepasados del deber, ultra-celosos de su profesión, ultra-obedientes, ultra-serviciales, ultra-etcétera-etcétera-etcétera…
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¡Ya te digo…!

«...en fin, que dieron las claritas del día, yo me desperté, me lavé los ojos, hice un pis, y me vestí para bajar a desayunar.»